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Reportaje:HACE OCHO SIGLOS COMENZÓ LA CONSTRUCCIÓN DE LA GIRALDA

Vida y leyenda de un constructor de torres

El singular encuentro de la arquitectura del Renacimiento con las distintas arquitecturas islámicas, del que el siglo XVI nos dejó una larga serie de ejemplos, tuvo su producto más afortunado en la Giralda de Sevilla.Hernán Ruiz, El Joven, cordobés, hombre del Renacimiento, audaz en la vida y en la arquitectura, es el responsable del aspecto actual de esta torre. El arquitecto cordobés añadió entre 1558 y 1568 cinco cuerpos telescópicos, accesibles todos ellos, y, arriba del todo, colocó la enigmática Giralda, conocida ahora como el giraldillo, y que aunque se colocó como representación del Coloso de la Fe Vencedora, al ser contemplada y fotografiada de cerca, reproducida para su exposición a ras de tierra, ha dado la sorpresa de resultar una mujer sensual, de ropas ligeras y tan pegadas al cuerpo que marcan descarademente sus formas.

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El enigma del 'giraldillo'

Hernán Ruiz, El Joven, también apodado El Mozo, aparece en muchos tratados también como Hernán Ruiz II. Se había criado en Córdoba, en un ambiente gremial, porque su padre también se ocupaba en tareas de la construcción. Con él colaboró en el remate de la catedral incrustada en el centro de la Mezquita, una de las obras en las que hizo acopio de ideas y experiencia con las que resolver el difícil matrimonio entre la arquitectura islámica y la renacentista. Aparte de la Giralda, Hernán Ruiz, El Mozo ha dejado otros ejemplos de remates de torres con esta técnica, como las de San Lorenzo de Córdoba, Santa Cruz de Écija, o Los Pedroches e Hinojosa del Duque.

Alfonso Jiménez, arquitecto al que ha cabido la satisfacción de restaurar la Giralda entre septiembre del 1980 y diciembre de 1981, ha estudiado profundamente la personalidad de Hernán Ruiz, El Mozo: "Era lo que hoy podríamos conocer como un hombre lanzado. Están registrados un par de procesos contra él por soborno a sendos notarios a fin de que se le otorgaran concesiones de obras; una vez tuvo que huir con todo su equipo a Portugal, perseguido por la justicia. También se ha encontrado un acta de bautizo a un hijo suyo en la que comparece él con una mujer, supuestamente su esposa, en unos años en los que estaba casado con otra. Cosas todas ellas muy fáciles de entender a la luz de aquellos, años de Renacimiento y picaresca."

Aparte de instigador a la prevaricación, bígamo y fugitivo de la justicia, pecadillos menores para la época y circunstancias que le tocaron vivir, Hernán Ruiz, El Mozo era, sin duda, un hombre poseedor de talento. La solución que dio al problema compositivo que planteaba el colocar sobre la espléndida zoma -los especialistas parecen haber convenido que es ésta, y no minarete, un galicismo, ni alminar, invento de un filólogo en el siglo pasado, la palabra auténtica con la que los árabes españoles llamaban a las torres de sus mezquitas, desde las que se convocaba a la oración- un remate renacentista que no mordiera a lo ya existente ha dado lugar a la singular categoría arquitectónica y estética del conjunto.

Duros detractores

Hernán Ruiz, El Mozo, que realizó toda la obra con el apoyo del equipo con el que siempre trabajaba, el escultor Juan Bautista Vázquez, El Viejo, el fundidor Bartolomé Morel y el pintor Luis de Vargas, utilizó también adornos y decoraciones en la fachada para fundir lo nuevo con lo antiguo.

Así, colocó balaustradas renacentistas en los balcones sin cerrar de la zoma, decoró ambas partes con azulejos negros de estilo árabe -tanto, que durante tiempo se pensó que pertenecían a la obra original- y decoró la propia zoma con frescos de santos católicos. Al fin, en 1568 quedaba rematada la obra. Poco después moría.

Ahora que se conmemora el octavo centenario del inicio de la construcción, la Giralda está consolidada como el símbolo de la ciudad y el monumento más amado por sus vecinos, cuyo alcalde, Manuel del Valle, la define como "expresión de la personalidad de Sevilla, síntesis de civilizaciones y, al propio tiempo, símbolo de la tolerancia como virtud nacida de la convivencia de diversas razas y culturas".

Para Manuel del Valle, esa fusión de estilos arquitectónicos ha borrado las huellas de enfrentamientos, y hace del monumento un símbolo a la tolerancia. A resaltar esta filosofía han estado y están encaminados los actos conmemorativos, del octavo centenario, que incluyen una conferencia del arzobispo de la ciudad, Carlos Amigo, sobre los lazos entre la cristiandad y el islamismo.

Pero hasta llegar a este reconocimiento universal, la obra de Hernán Ruiz II ha pasado algunas dificultades. A finales del siglo pasado sufrió los duros ataques de José Gestoso, que atacó duramente el remate dado por el cordobés a la zoma.

Cuando en 1885 un rayo que trazó su trayectoria por una de las fachadas de la torre arrancó de ésta las balaustradas renacentistas colocadas en los balcones de la zoma, Gestoso lo bautizó como El rayo artístico y sugirió la conveniencia de, en lugar de volver a colocar las balaustradas caídas, se aprovechara la ocasión para borrar lo más posible los vestigios de la obra del arquitecto cordobés. La reparación de los daños ocasionados por el rayo se utilizó únicamente para borrar los frescos, los azulejos se libraron porque se tenían por adornos de la zoma original; desmontar los cinco cuerpos del añadido renacentista de Hernán Ruiz hubiera sido una tarea colosal, y la torre se libró sin más daños que la pérdida de los frescos.

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