Como marido y mujer
"El cine y la literatura son como marido y mujer que duermen en la misma carna", asegura el novelisita y cineasta norteamericano Samuel Fuller, autor de Corredor sin retorno, El hombre que mató a Jesse James e Invasión en Birmania, entre otras, que hoy interviene con una conferencia en el seminario de la UIMP dedicado, precisamente, a sus dos especialídades.Bien es verdad que Fuller se muestra más entusiasta por el celuloide que por la máquina de escribir. "No hay ningún arte que cubra todo el arte universal, excepto el cine", dice, y añade: "Un libro nunca llega a todo el mundo, mientras que una película sí. Yo he visto a los indios del Monte Groso, en Panamá, ver una película americana que no entendían, pero que les divertía".
Acción y ficción
Acción y ficción, tema sobre el que disertó ayer, dentro del mismo seminario, Gonzalo Suárez, y la relación entre ficción y realidad son temas que interesan a ambos cineastas. "Al principio", dice Fuller, "me costaba mucho escribir relatos de ficción, porque yo era periodista y estaba educado para contar hechos. Luego me di cuenta de que toda ficción está basada en hechos reales y que todos cambiamos la realidad en el recuerdo. Sólo existe un hecho verdaderamente indiscutible y ése es la muerte".
Gonzalo Suárez, por su parte, afirmaba que tanto los hechos que se producen en la realidad como los que se producen en la ficción son reales porque ambos acontecen". El director de Epílogo, que como Fuller también ha sido periodista deportivo y autor de novelas como De cuerpo presente y Rocabruno bate a Ditirambo, dijo que aspira a ser un "cronista de la ficción, especialista de la evasión".
Junto a Fuller, que imaginaba millones y millones de personas viendo películas y recordando datos por haberlos visto en la pantalla, Gonzalo Suárez hacía referencia a la capacidad de comunicación del cine en un aspecto bien diferente. "Cuando la comunicación que se entabla va más allá de la comunicación controlada", dice Suárez, "es cuando empieza el arte. Me conformaría con hacer películas que tuvieran dos o tres de esos gestos o momentos que se recuerdan siempre; esos resquicios que se nos han ido de las manos".
Para Gonzalo Suárez, "el cine es un milagro irreductible. Cuando un preso consigue hacer un agujero y ver el exterior es cuando ve la esperanza de salir de ahí. Me gustaría que el cine fuera ese agujero por el que ver otro mundo al que quisiéramos ir".
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