La cooperación técnica española en Guinea Ecuatorial
La fecha del 3 de agosto de 1979 marca un hito en la historia de Guinea Ecuatorial, pues si con ella terminan 11 años de dictadura, también es la del comienzo de. un período de rehabilitación lleno de interrogantes, cuyas premisas se esperaba. poder resolver con la ayuda de la antigua metrópoli, a la que se seguía considerando gran potencia, y para lo que se recabó. una petición de ayuda global formulada al Gobierno español y al Rey, al que la población ecuatoguineana llama por antonomasia "nuestro Rey", y concretada en protección personal para el nuevo mandatario guineano, garantías económicas para cubrir el déficit presupuestario durante cinco años, circulación de la peseta como medio de pago, y un auxilio de emergencia que en forma de alimentos y fármacos permitiese aliviar las más perentorias necesidades de la de pauperada población.La respuesta del Gobierno español no se hizo esperar, y un envío de urgencia paliaba las necesidades más acuciantes; pero esta capacidad de respuesta no concordaba con las peticiones formuladas, y si se propició un plan de ayuda y cooperación no lo fue sobre las bases en que había sido fundamentada la demanda, sino sobre una triple línea de acción de distinta ejecutoria.
Se procedió a la constitución de una serie de empresas mixtas -Guinextebank, GEPSA, GEMSA- que tenían como objetivo primordial el desarrollo económico y la puesta en explotación de los recursos productivos del país. Estas empresas, que con mayores o menores dificultades continúan ejerciendo su actividad, han invertido hasta hoy unos 6.000 millones de pesetas en acciones de instalación, investigación y de prospección, cuya oportunidad y rentabilidad son predicciones a futuro.
Se instrumentaron una serie de líneas de crédito de distinta naturaleza que, bajo la vigilancia y control de Focoex (Fomento de Comercio Exterior), estaban destinadas a potenciar el desarrollo de la infraestructura básica (créditos FAD para el sector pesquero, montaje de una red de frío, reparaciones de escuelas, etcétera), de los servicios (créditos de bienes de equipo) y de las necesidades básicas (créditos de bienes de consumo). Estos créditos en su conjunto constituyen parte de la deuda externa ecuatoguineana, que fue renegociada entre ambos Gobiernos el pasado mes de noviembre, y de hecho no tiene otras incidencias que las derivadas de su propia naturaleza e igual a la existente con otros países, tales como México, Nicaragua o Polonia.
Por último, un amplio capítulo que, bajo el concepto de donación del pueblo español, se destinaba al cumplimiento de los compromisos contraídos en el ya lejano año de 1969 en que Guinea accedió a su independencia (construcción de 218 viviendas, obras de instauración de aguas en la ciudad de Bata, etcétera), en lo que se lleva invertido 1.950 millones de pesetas; al suministro de productos alimenticios, en cuyo capítulo se han invertido 850 millones de pesetas con la entrega de unas 6.000 toneladas de alimentos de primera necesidad; y a la ayuda necesaria para la estructuración de los servicios básicos de la Administración (correos, banca, aduanas, sistema judicial, etcétera); al desarrollo sociocultural, sanitario, educativo, agrario, y a la formación de cuadros que garantizasen la seguridad y defensa del país, en cuyos conceptos se han invertido desde 1979 unos 5.000 millones de pesetas. Esta cifra es la realmente invertida por ese, ente un tanto difuso conocido bajo el nombre genérico de Cooperación Técnica Española, y que de hecho es irrisoria si se contempla el tiempo durante el que ha venido realizando su actividad; de la media ponderada de sus componentes (unos 300 miembros de asistencia técnica), y de los fines perseguidos en el entronque de una operación nominada entre Estados y realizado de facto entre personas, cuya valoración individual hay que hacerla en competencia con el medio ambiente, y en el que el funcionario medio español ha de prestar su ayuda al ministro de turno, cuyo estipendio mensual apenas alcanza para la compra de tres cajas de cerveza en medida adquisitiva real o que las acciones del profesional de la medicina son comparadas con las de los hechiceros locales de mayor prestigio.
Para empezar, hubo que enviar un buque, el Ciudad de Pamplona, que en una unidad flotante reuniese la condición de ser hotel, punto de reunión, parque de intendencia y hogar familiar de los miembros de la asistencia técnica llegados de España. Hubo que pergeñarse una infraestructura de emergencia (viviendas prefabricadas; suministros, vehículos, carburantes ... ) que posibilitase la labor a desarrollar, y así es como comenzó una empresa que quizá por desconocimiento no ha sido ni apreciada ni valorada en su justa medida por la opinión pública española y que bien merece una breve consideración aséptica.
Inversiones y donaciones
El lector español podrá empezar a darse cuenta de que tanto las inversiones como los créditos o las donaciones hechas por el contribuyente español en Guinea Ecuatorial nunca han sido malversadas. Se podrá argüir que su utilización no ha sido la más adecuada a las condiciones del medio, que su rendimiento no ha sido el esperado, pero nunca de que ha sido malversado. También es cierto que los recursos del país no se aplican con arreglo a las normas de ortodoxia que imperan en la civilización occidental, pero esta circunstancia no es privativa de Guinea ni siquiera a título de ejemplo, y desde luego lo que sí se puede afirmar es que este hecho siempre ha quedado limitado a sus propios recursos y que ésta es una cuestión interna cuyo análisis no corresponde aquí ni ahora.
Muchos son los problemas existentes entre España, y su antigua colonia, tales como la definición jurídica de la propiedad, los derechos de los antiguos colonos, la protección del sector privado español, los derechos de las, sociedades mixtas establecidas y las de aquellas otras acogidas a los acuerdos firmados, etcétera, para cuya resolución el Gobierno ecuatoguineano muestra las mejores disposiciones y que deben ser resueltos por la vía de la negociación y del diálogo, en un clima de fraternal comprensión y de ayuda que a largo plazo sólo beneficios morales y materiales puede traer al contribuyente español.
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