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Las jornadas teatrales de Mérida muestran la frustración por la inexistencia de un teatro clásico estable en el área greco-latina

Cierta frustración presidió la celebración de las primeras jornadas teatrales sobre la representación actual de los clásicos, realizadas el fin de semana pasado en el parador nacional Vía de la Plata y montadas por el Festival de Mérida con el objetivo de encontrar un discurso teatral válido hoy día para acercar al público las obras de los clásicos greco-latinos. En Mérida se contaron las experiencias griega -la más sólida-, la italiana, la francesa y la española, representadas sobre todo por la trayectoria del festival extremeño.La frustración se produce porque no hay una producción teatral clásica estable y porque aún no se han encontrado las fórmulas que -respetando la fidelidad de los textos- trasladen a un lenguaje teatral comprensible hoy el espíritu de las obras; Alfibiades E. Margaritis, miembro del comité asesor del Festival de Atenas, se quejó de que los títulos se repiten, aburriendo. Gigio di Chiara, crítico italiano, puso el dedo en la llaga al decir que el problema del teatro grecolatino sólo se arreglará con su internacionalización, favoreciendo la coproducción para circuitos estables mediterráneos.

El teatro greco-latino es abordado de momento con esfuerzos débiles y dispersos en la cuenca mediterránea. Grecia, Italia, Francia y España cuentan con escenarios adecuados -teatros griegos y romanos- y compañías más o menos especializadas que, por norma general, sólo se dedican a ello en verano; además del lógico problema de la adaptación de los textos antiguos, el limitado número de los mismos y la ausencia de circuitos internacionales rentables, hace que este sector sea raquítico.

José Monleón, director del Festival de Mérida, ha moderado las jornadas. Por parte de Grecia estuvo Alfibiades E. Margaritis, miembro del Comité Asesor del Festival de Atenas; de Italia, Gigio di Chiara, crítico especializado de Avanti, fallando en el último momento Maurizio Scaparro, director del Teatro de Roma; de Francia estuvo Jerome Savary, director del NTPM de Montpellier y fundador del Magic Circus.

Entre los españoles hay que citar a Francisco Rodríguez Adrados, catedrático de filología griega; José Luis Gómez, actor y director; Ricard Salvat y Manuel Canseco, directores, y el escritor Agustín García Calvo. Asistieron asimismo delegados de los teatros Grec, de Barcelona; Romano, de Itálica, y Romano, de Sagunto; otros participantes fueron José Luis Alonso de Santos, Antonio Corencia, Centro Dramático de Extremadura, Manuel Galiana, Guillermo Heras y Santiago Paredes. El Festival de Almagro estuvo también representado.

Rodríguez Adrados presentó una ponencia sobre el texto y el espacio, en la que habló de la importancia de la traducción y la dificultad de transmitir el mensaje original; rechazó los rescates arqueologistas y las libres interpretaciones, afirmando que la traducción política ha de hacerla el propio espectador. Adrados definió los rasgos de lo greco-latino como teatro festivo, lírico y de acción simple, resumiéndolo como "un ballet con texto poético y mucho de ritual".

Internacionalización

José Luis Gómez habló de "la tragedia griega como espectáculo contemporáneo", definiéndola como diversión pública festiva, celebración religiosa y acto público-político. Dijo que los elementos del teatro griego son difícilmente trasladables al teatro de hoy, aunque, "a pesar de los años, las tragedias griegas alcanzan actualidad en determinadas circunstancias histórico-políticas".Gigio di Chiara, crítico italiano' relató las circunstancias de este teatro en su país, poniendo como ejemplo que el Instituto Nacional del Drama Antiguo estuvo a punto de desaparecer al ser considerado inútil por la Administración. El problema del teatro clásico, para él, sólo se arreglaría con la internacionalización y con un fortalecimiento de la coproducción.

Alfibiades E. Margaritis, del Festival de Atenas, pasó revista a las representaciones clásicas en la época contemporánea. A través de su intervención se dedujo que en su país este sector está sin duda mucho más fortalecido, pues no en vano trabaja sobre su propia literatura; en 1954 se inició el prestigioso Festival de Epidauro, y un año después el de Atenas. El Teatro Nacional de Atenas hace frecuentes montajes clásicos, y a pesar de ello, dijo, "se comprueba una baja progresiva del nivel de las representaciones. Los esfuerzos de actualización son negativos, se repiten las obras en parte por su limitado repertorio". Según Margaritis, a la historia sólo han sobrevivido 45 tragedias, un drama satírico y 11 comedias. Jerome Savary se autocalificó ecologista del teatro: "Me gusta porque es biodegradable y no deja restos".

José Monleón dijo que el marco del teatro romano aconseja hacer montajes greco-latinos: "El Festival de Mérida, como tal, no ha existido nunca, sólo ha habido representaciones; los problemas de improvisación son comunes al resto del teatro español. Debemos de coordinarnos con Sagunto, Itálica y Barcelona, pero aclarando la personalidad de cada uno".

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