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Los editores reclaman una mayor coordinación interministerial en los temas relacionados con el libro

La demanda de una mayor coordinación interministerial en los temas relacionados con el libro, la necesidad de una política de Estado por encima de la que lleva a cabo el Ministerio de Cultura en relación con el mundo editorial y la descoordinación existente con los servicios del libro tanto del Gobierno central como de los autónomos, fueron algunas de las cuestiones planteadas en la primera jornada del encuentro La edición, hoy, que ayer se inició en Santander, organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en colaboración con la Federación de Gremios de Editores de España.

El director del Instituto Nacional del Libro Español (INLE), Rafael Martínez Alés, primer participante en el encuentro cuya inauguración corre a cargo del rector de la UIMP, Santiago Roldán, quiso girar su intervención en torno a distintas reflexiones sobre la política del libro, afirmando que "el Gobierno no puede estar ausente de la política editorial, entre otras razones porque no es rechazado por los directamente implicados, autores, editores y libreros". Precisó, no obstante, que dicha política no es ni debe ser proteccionista "ya que el sector no lo reclama y sí pide, en cambio, un trabajo en profundidad que beneficie al mundo del libro y a la lectura en nuestro país".El director del INLE planteó, asimismo, la necesidad de que se restablezcan una serie de elementos originales que deben enmarcar la política del libro. "Es necesario", señaló Martínez Alés, "que el comprador de libros se convierta en lector, que la materia prima intelectual sea la creación y que los editores no sólo sean comerciantes, sino, también, intermediarios culturales". Reconoció las dificultades en que se mueve el mundo editorial en un "difícil equilibrio entre la actividad industrial y la cultural". La colaboración entre la Administración y la actividad editorial debería tender, en opinión del conferenciante, a restablecer un cierto equilibrio roto por la tendencia existente en el mundo del libro, debida a circunstancias que no sólo son propias de España, a favorecer las ediciones fáciles sobre las complejas.

Desechó, sin embargo, el director del INLE, la posibilidad de que la Administración se convierta en editora en exclusiva al objeto de cubrir los huecos dejados por la iniciativa privada, mostrándose partidario de una colaboración estable en el marco de empresas mixtas, en las que participen la Administración central o la autónoma, junto al sector privado. La proliferación de publicaciones oficiales, tema surgido en el coloquio que siguió a la conferencia inaugural, fue debatida por los participantes en el encuentro.

Francisco Pérez González, presidente de la Federación de Gremios de Editores de España y colaborador del encuentro, planteó la necesidad de que la política editorial oficial se lleve a cabo "en coincidencia con las editoriales existentes". En su opinión, el deseo de los editores es que su actividad "no sea un hecho incómodo", situación en la que influiría la descoordinación existente entre los distintos ministerios relacionados con el libro y los editores.

Para Pérez González, un aspecto importante a destacar es el de la necesaria creación de un marco adecuado para que el libro y la lectura "se pongan de moda", circunstancia que recordó, ya se dio en España durante los años de la segunda República. "Existiendo la voluntad de llevar a cabo una política del libro por parte del actual Gobierno, aunque entorpecida en algunos casos por hábitos contraídos y con la puesta en marcha de medidas económicas de apoyo al libro", señaló el coordinador del curso, quien también se refirió a la necesidad de adecuar la normativa editorial a la existente en la Comunidad Económica Europea, la Administración tendría la ocasión de "anticiparse" y crear ese nuevo marco en el que deben desarrollarse las relaciones entre el mundo editorial y la Administración".

Martínez Alés destacó el papel que, en su opinión, corresponde a libreros y bibliotecarios en tanto que agentes culturales "de naturaleza semajante, pero con características distintas, y que debería ser el de "intermediario responsable" en la Circulación del libro desde el creador y editor hasta el lector. Para el director del INLE, libreros y bibliotecarios "son los que necesitan un mayor estímulo por parte de los poderes públicos, ya que se encuentran en una situación deplorable. Su desaparición", añadió, "implicaría la de un tipo determinado de edición".

Los tres campos del INLE

El papel del INLE, en tanto que organismo oficial cuyo objetivo fundamental es la potenciación de la lectura, fue analizado por su director, quien destacó las actuaciones que se llevan a cabo tanto en el ámbito profesional, como en el técnico. La organización de ferias, la gestión bibliográfica y las acciones que inciden en el fomento y hábito de la lectura son los tres campos en los que el INLE desarrolla la mayor parte de su actividad. Martínez Alés se refirió, finalmente, a la Editora Nacional, en la actualidad prácticamente paralizada, la cual debe sufrir, en su opinión, una profunda renovación y modificación de sus planteamientos.En las dos jornadas del encuentro, que será clausurado hoy, está previsto que se traten aspectos concretos de la política del libro y de la edición. Así, el libro de bolsillo, los grandes lanzamientos editoriales, los últimos avances en las técnicas de aproximación al comprador, o la edición científica en los Estados Unidos serán temas abordados por los diferentes participantes. Entre éstos se encuentran responsables de importantes editoriales europeas.

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