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Alternativas españolas en política exterior

El Gobierno del PSOE ha iniciado una formidable campaña en todos los medios de comunicación para intentar convencer al pueblo español de la conveniencia de permanecer en la OTAN. Partiendo de la situación europea actual y previsible, quisiera comparar las dos principales alternativas de España: su integración en la OTAN o la neutralidad respecto a los dos bloques militares, que se han mantenido enfrentados durante los últimos 30 años. Si bien ha habido a lo largo de esas tres décadas períodos de mayor o menor tensión, lo cierto es que los Estados capitalistas de la fosa atlántica (OTAN) y los Estados comunistas dominados por la Unión Soviética (Pacto de Varsovia) han considerado en todo momento como inaceptable el modelo de sociedad de su oponente. Tal hostilidad ideológica, que seguirá sin duda alguna subsistiendo en un futuro previsible, ha alimentado en ambos bloques una corriente persistente de paranoia, que ha llevado a unos preparativos militares masivos a costa de otras necesidades sociales civiles. Lo que el desaparecido presidente Eisenhower denominó "el complejo militar industrial", advirtiéndonos en su contra, domina actualmente tanto la economía como la política exterior de los países de la OTAN y del Pacto de Varsovia. La investigación armamentística, la búsqueda de recursos naturales, la fabricación y transporte, tanto de armas convencionales como nucleares en cantidades masivas, la preparación y abastecimiento de millones de soldados, el mantenimiento de las bases militares y de flotas en todos los océanos, han dado lugar, tanto en Estados Unidos como en la Unión Soviética, a una burocracia de personal militar y civil que se reproduce a sí misma, tremendamente inerte, en continuo aumento. Los dogmáticos pronunciamientos de los dirigentes de las superpotencias actúan conjuntamente para justificar la paranoia y la escalada de los preparativos militares que se dan en ambos bloques. A quienes les gusta decir que el equilibrio del miedo Ia mantenido la paz entre las superpotencias durante 30 años hay que recordarles que las dos guterras mundiales comenzaron en Europa por motivos que, al menos en el nivel consciente, eran principalmente ideológicos.Al pensar ahora en el papel de España, voy a hacer tres hipótesis sobre las próximas décadas.

1. Las actuales formas de tensión y de competencia en armamento no pueden durar indefinidamente. Acabarán, bien en una guerra catastrófica o en un desarme nuclear, químico y biológico negociado.

2. España seguirá siendo un Estado capitalista democrático de poder e influencia media, con una vocación cultural europea y una economía dependiente principalmente de la salud de la economía capitalista mundial.

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3. España querrá contribuir a la reducción de las tensiones internacionales y a un eventual desarme.

Si tales hipótesis son esencialmente correctas, ¿cómo le irá mejor a España? ¿Como miembro de la OTAN o como Estado neutral?

Si España permanece en la OTAN, su organización militar, armamento, adiestramiento y planificación de la defensa estarán, lógicamente, coordinados con los de los países de la OTAN. En el seno de la OTAN hay tres niveles generales de influencia. De una forma aplastante, el más fuerte es el de Estados Unidos. El Reino Unido y Alemania Occidental tienen una voz respetable en el proceso de toma de decisiones, y el resto de Estados tienen una influencia mínima. España formaría parte del grupo de influencia mínima. El ministro de Defensa, con su digna postura del brazo encogido y

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Alternativas españolas en política exterior

Viene de la página 11su enigmática sonrisa, podría quizá seguir sugiriendo ciertas reservas en la posición española, pero España estaría plenamente obligada a apoyar públicamente decisiones tomadas casi enteramente por Estados Unidos, el Reino Unido y Alemania Occidental. Debido a la presencia de bases aéreas y navales norteamericanas, seguiría estando en el blanco de los misiles soviéticos. Esperaría, lógicamente, algunas ventajas para su industria de armamento por su integración en la OTAN, pero, a juzgar por el historial del año pasado, tales ventajas serían verdadermente mínimas.

España podría también optar por ser neutral, o, en términos europeos, unir sus fuerzas diplomáticas con Suecia, Finlandia, Suiza, Austria y Yugoslavia. Cuatro de estos cinco países se encuentran entre las potencias capitalistas más estables, prósperas y admiradas del mundo, y la quinta es el menos autoriritario de los Estados comunistas. Económica y políticamente hablando, no resultan una mala compañía. En los círculos conservadores y beligerantemente pro OTAN se escuchan abiertas advertencias de que la neutralidad supondría la retirada del apoyo económico norteamericano y europeo a la economía española.Dejando a un lado el aspecto de chantaje de la cuestión, no creo que tal amenaza pueda ser mínimamente creíble, conla posible excepción de sectores específicos de la economía relativa a la guerra. Todos los paises neutrales anteriormente citados disfrutan de unas excelentes relaciones diplomáticas y comerciales con las potencias de la OTAN. Las multinacionales invierten donde ven una posibilidad razonable de obtener beneficios, y no conozco ninguna multinacional que se haya negado a invertir en Suecia, Suiza o Austria por no ser esos países miembros de la OTAN.

Me parece que España tiene dos grandes ventajas en la alternativa de la neutralidad. La menos importante, y que menciono aunque sólo sea para tranquilizar a quienes están verdaderamente asustados ante las consecuencias económicas de salirse de la OTAN, es que España se vería firmemente asociada con el mundo capitalista democrático que todas sus principales fuerzas políticas han aceptado como su modelo de sociedad. Podría modernizar sus fuerzas armadas, comprar productos industriales y tecnología, atraer una eficaz inversión capitalista de Estados Unidos, Alemania Occidental, Suecia o Suiza, como hiciera falta. Es absurdo suponer que cualquier nación capitalista occidental vaya a boicotear la economía española porque España elija ser neutral entre la OTAN y el Pacto de Varsovia.

La ventaja más importante, desde el punto de vista humano, es que España tendría siempre plena flexibilidad para participar de manera pública en todas las iniciativas de política exterior cuyo objetivo es la reducción de la tensión y el desarme. Su voz en el seno del grupo neutral sería comparable a la de Suecia, y, sin duda, más importante que la de los otros pequeños países neutrales. Geográficamente contribuiría de forma poderosa a la creación de espacio, tanto físico como psicológico, entre los dos bloques, ideológicamente petrificados. Podría participar en iniciativas como la tomada hace tan sólo unos días por los presidentes de México, India, Suecia, Grecia, Tanzania y Argentina, pidiendo a las potencias nucleares que reduzcan de manera sustancial sus arsenales nucleares. Estaría preparada para unirse al resto de naciones neutrales europeas como honestos agentes entre los bloques rivales en el momento en que la presión pública, la recuperación de la cordura lleven a la OTAN y a los países del Pacto de Varsovia a la mesa de negociaciones.

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