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Los niños y los políticos buscan las novedades de la Feria del Libro de Madrid

Pese a la amenaza que el cielo encapotado supuso ayer, los amadores de libros se acercaron a la Feria del Libro de Madrid y sorbieron los olores que el Retiro ofrecía, entre novedades y reliquias literarias. Fue un sábado especial para los niños y para los políticos, con asistencia del vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, y del ex presidente Leopoldo Calvo Sotelo, más una visita relámpago de don Juan de Borbón.

La escritora Carmen Conde firmaba ejemplares de sus cuentos infantiles cuando una señora de Antequera se le acercó y le dijo: "Yo he estado mandándole cartas contándole la enfermedad de mi hija, y hoy vengo a decirle que mi hija ha muerto". Carmen Conde suspendió su labor y se puso a hablar con la mujer, y luego la citó en su casa para las seis de la tarde.Firmaban muchos otros, bajo nubarrones de color ceniza, entre la mezcla de aromas, mitad tiernos, mitad putrefactos, que el Retiro, desacostumbrado a la lluvia insistente, exhalaba en torno a las casetas.

Los niños, que están saliendo listos y hábiles, se inclinan sobre todo por los manuales de electrónica, los que cuentan cómo tratar los ordenadores, las calculadoras de bolsillo o las grabadoras; los hay también clásicos, que eligen las aventuras de Asterix y Tintín, y otros televisivos, que arrebatan las novedades de Pitufos de manos de los dependientes.

Otros, guiados por la mano sapiente de sus padres, adquieren la Poesía española para niños, de Ana Pelegrín; la Juanita en el bosque, o el Cancionero infantil, o La casa alta, de Apuleyo Soto, entre la amplia bibliografía infantil y juvenil.

Los adultos, dicen, compran menos novedades que libros que ya estuvieron en órbita el año pasado. Muchas mujeres adquieren el morbo de Patricia Highsmith bajo cualquiera de sus títulos y algunos entendidos se acercan al indio Salman Rushdie y sus Hijos de la medianoche. O al divertidísimo Will, de Tom Sharpe, que ha editado Anagrama y que Enrique Tierno Galván le ha recomendado al Rey, y que Alfonso Guerra también adquirió.

Una versión de 'Alicia'

El vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, por cierto, compró tantos libros como pudo, incluyendo Migajas políticas, de Enznesberger -sobre quien mantuvo una estimulante conversación con su editor, Jorge Herralde-, y Un olor a ámbar, de Concha Romero, "que, como sabes", dijo a esta cronista, "fue actriz mía y novia antigua del actual presidente del Gobierno". Alfonso Guerra compró también una cuidada versión de Alicia en el país de las maravillas, con los grabados originales; Los jinetes del alba, de Jesús Fernández Santos -que el día anterior había adquirido el Rey-; los ensayos Al pie de la letra, de Jaime Gil de Biedma, y algunos libros de Quevedo.A Quevedo también se acercó el ex presidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo, que visitó la feria con su mujer, y dijo a este periódico: "Hoy vengo de reconocimiento. Pienso visitar esto durante dos o tres días por lo menos, aprovechando que ahora tengo tiempo libre y puedo leer. A mí me interesan los clásicos, pero también me gustan las obras actuales, más que nada sobre política, ensayo, etcetera. Leo poca novela actual". Calvo Sotelo prepara un libro: "De momento sólo ordenando papeles y notas, porque aquí, mi señora, me ha dicho que como no ponga orden me lo quema todo".

También estuvo ayer en la feria el padre del Rey, conde de Barcelona, pero fue un visto y no visto que sorprendió a todo el mundo: se escabulló en cuanto se dio cuenta de la expectación que su presencia despertaba.

Hoy firman, entre otros, Jesús Fernández Santos, Mingote, Carmen Conde, Ricardo Cid Cañaveral y Jorge Martínez Reverte.

Más información en el suplemento de Libros de este número.

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