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Filósofós, sociólogos y teóricos de la informática hablan en Salzburgo sobre 'El placer de sucumbir' con motivo del año orweIliano

El temor era grande, pero el apocalipsis no llegó, muy a pesar- de algunos asistentes al simposio sobre El placer de sucumbir que se celebró en Salzburgo la pasada semana con motivo del año orwelliano, 1984. El catedrático de Filosofía de la universidad alemana de Muenster, Urich Horstmann, debió ser de los más decepcionados, a tenor de su conferencia defendiendo ardientemente el placer, la necesidad y el valor estético de la desaparición del ser humano de la faz de la Tierra. "La humanidad debe retirarse. Lo que nos siga, en la medida en que somos capaces de imaginarlo, no será malo, sino más bien estará libre de dolor y sufrimiento en su pétrea belleza y frescura mineral", animó Horstmann a los asistentes.El simposio internacional, organizado por el Gobierno del Estado de Salzburgo y la cadena de televisión austriaca ORF con motivo del año orwelliano, 1984, estaba enfocado al análisis de los peligros de la abolición del individuo en una sociedad informatizada y al estudio de los fenómenos culturales surgidos en las últimas décadas bajo el temor de un próximo ocaso de la humanidad traumático a causa de una guerra nuclear o catástrofe ecológica o por la deshumanización a través de un control total del hombre. Con vistas a un debate sobre temática tan indefinida, el director científico del simposio, Oskar Schatz, había convocado a expertos de los más variados campos. Filósofos, sociólogos, escritores y teóricos de la informática, además de algún que otro profeta, debatieron durante tres días los peligros que, en un futuro poco risueño, como coincidían casi todos en vaticinar, acechan al hombre como rey de la creación. Pronto se perfilaron grupos o tendencias entre los participantes que correspondían a los clásicos bandos en debates de tan obligada subjetividad: optimistas -pocos- y pesimistas, racionalistas y aquellos que lo son menos.

El catedrático de Informática de la universidad de Bremen, Wilhelm Steinmuller, expuso un futuro que nada tiene que envidiar a la sociedad descrita por Orwell. Si el actual proceso no se ve interrumpido por una guerra nuclear, con la que todas estas disquisiciones estarían de más, en un futuro no lejano se llegará a una vida social que caracterizó de "omnipresente, intemporal, hipercompleja e invisible. Consecuencia será una sociedad manipulada en un grado sin precedentes y difícilmente imaginable. Para Steinmuller, este proceso ya está en marcha, y se llama mecanización de la capacidad intelectual humana. En las sociedades desarrolladas el Estado está ya entrando en el último reducto de la intimidad social, el hogar, por medio del aparentemente inofensivo teletexto. El siguiente paso será, en opinión del experto alemán occidental, la implantación del puesto de trabajo ante la pantalla en los propios hogares.

Una importancia fundamental en esta vía emprendida hacia la deshumanización recae sobre el empobrecimiento del lenguaje en las sociedades modernas, como se encargaron de destacar el catedrático de la universidad de Columbia, Erwin Chargaff, y el filólogo austriaco Oswald PanagI. El primero achacó este grave fenómeno a tres culpables, que serían los políticos, los medios informativos y la publicidad. El objetivo de esta depauperación sería la creación de un nuevo lenguaje -newspeak-, necesario para la manipulación total del edificio. Panagl expuso con claridad la absoluta evidencia de la interdependencía de lenguaje y pensarniento. El empobrecimiento del lenguaje provoca necesariamente una reducción de la capacidad, de pensar, de criticar y, por tanto, de rebelarse. Unido a la falsificación del sentido de la palabra, es un arma absolutamente indispensable para un "ministerio de la verdad". Algún participante, como el escritor austriaco Robert Jungk, intentó capitalizar políticamente el miedo al susodicho placer de sucumbir y presentó a los movimientos alternativos centroeurópeos inspirados en el pacifismo, y ecologismo como los únicos auténticos adversarios de esta evolución hacia la sociedad deshumanizada. Ello le costó la acusación de demagogo por parte del también escritor y técnico de la información Karl Steinbuch. El filósofo de Stuttgart Gunther Rohrmoser manifestó que la gente no piensa, y los alternativos son los que menos. En su anhelo de inmediatez y sentimiento, directamente opuestos al pensamiento, los alternativos son ultraconservadores y anarquistas a la vez, dijo Rohrmoser.

Tono lúgubre

Hubo alguna conferencia que discrepaba del tono lúgubre general, como la del escritor berlinés, Karl Markus Michel, que habló de la moda de la literatura del ocaso. Con cierta ironía, Michel recordó que profetas del fin del mundo los ha habido siempre, y unos expusieron sus negros augurios con más arte que otros. Contra más puro el espíritu, más negativo, pesimista y apocalíptico es, añadió. Según Michel, toda la literatura sobre el final de la humanidad tiene un denominador común, y es que nunca se cumplieron las profecías descritas.Todo estaba permitido en este simposio, y por ello no se reprochó a nadie el exceso de divagaciones. La gran mayoría de los participantes se distanció claramente de la postura del hasta aquí hemos llegado de los representantes de los movimientos alternativos, si bien mostraron su preocupación e incluso alarma ante la evolución del mundo y los peligros ya anunciados por las novelas de Orwell, Huxley o del soviético Samjatin.

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