El futuro de Contadora
EL DESFASE entre los planes de negociación y paz del grupo de Contadora y la realidad militar, en determinadas fronteras y zonas de Centroamérica es evidente. No se trata sólo de un hecho objetivo: dos proyectos de futuro sé están preparando, incluso configurando, actualmente en esa perturbada región del mundo. Hay un proyecto básicamente militar que aplica la Administración Reagan y que tiende a erosionar y hacer caer el régimen sandinista en Nicaragua. La variable, por ahora, es el nivel de compromiso de las Fuerzas Armadas de EE UU. Pero están ya en plena marcha, reconocidas oficialmente, las operaciones de la CIA, el apoyo a los grupos armados somocistas y otros, las maniobras militares en Honduras y en zonas marítimas. Simultáneamente, en el plano político, la Embajada de EE UU en Managua presiona a los partidos de derecha y centro, que permanecen legales, para que no participen en las elecciones convocadas para noviembre próximo. Es obvio que la dinámica de este proyecto puede conducir a una intervención masiva de las Fuerzas Armadas de EE UU. No ticias publicadas en diversos periódicos norteámericanos indican que dos comisiones estudian, una, el eventual escenario político para desembocar en esa intervención; otra, los preparativos específicamente militares. Es probable que ésta sea la querencia estratégica prioritaria hoy de la Casa Blanca, para después de la prevista victoria electoral de noviembre. Su filosofía, explicada con particular claridad por el director de la CIA, William Casey, y por la embajadora ante la ONU, Joan Kirkpatrick, se resume en que EE UU tiene derecho a actuar como en tiempos de guerra; si los rusos han invadido Aiganistán y otros países, ¿por qué tener escrúpulos ... ?El otro proyecto es el elaborado por los Gobiernos de México, Venezuela, Colombia y Panamá, que constituyen el grupo de Contadora: en el marco de un tratado que sería suscrito por Costa Rica, Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua, se trata de lograr soluciones negociadas de los conflictos; poner fin a los envíos de armas a las guerrillas y a la ptesencia de unidades o consejeros militares extranjeros, sean los que sean; garantizar el respeto de las fronteras y la promoción de sistemas democráticos basados en el sufragio universal; todo lo cual permitiría una cooperación en un clima nuevo en tomo a las cuestiones decisivas económicas y sociales. Punto esencial de tal proceso sería, sin duda, obtener en las elecciones que el sandinismo ha convocado niveles reales de libertad y pluralismo. Oficialmente, EE UU sostiene las gestiones del grupo de Contadora. El embajador especial de EE UU, Harry Schlaudemann, acaba de reiterarlo al iniciar su visita a México; pero la repetición, una y otra vez, de buenas intenciones, no resulta muy convincente. Son muchas las acciones norteamericanas tendentes obviamente a hacer fracasar las gestiones de paz del grupo de Contadora. En vísperas de la séptima reunión de dicho grupo, que acaba de celebrarse en Panamá, la declaración conjunta de Honduras, El Salvador y Costa Rica, estimulada desde Washington, era un intento de sentar a Nicaragua en el banquillo de los acusados, modificando radicalmente el carácter de los esfuerzos negociadores que se vienen realizando. Ese escollo ha sido superado. La reunión de Panamá de los cancilleres del grupo de Contadora, junto con los de los cinco países centroamericanos, si bien no ha hecho progresos sustanciales, ha dejado abierto el camino hacia una solución pacífica. No cabía esperar más en la situación hoy existente. Sería ridículo querer profetizar Cuál de los dos proyectos va a predominar en un futuro. Pero conviene destacar un hecho importante: la división en las Cámaras norteamericanas sobre este tema (por no hablar de la opinión pública) es tan fuerte como en tiempos de la guerra de Vietnam. Pero entonces era en plena guerra; ahora es para evitar que EE UU se embarque en otra aventura. El intento de la Comisión Kissinger de recomponer una política bipartita ha sido un fracaso. Una serie de iniciativas del presidente Reagan chocan con la oposición del Congreso. En el seno de éste, el apoyo a Contadora desborda las filas demócratas, en unas condiciones que implica una crítica a la política de la Administración. Este factor puede ser esencial para la reconsideración de una política que encuentra crecientes oposiciones intemas y externas.
Los Gobiernos europeos han manifestado en diversas ocasiones su convicción de que el único camino viable ante los conflictos de Centroamérica es el indicado por el grupo de Contadora. El Gobierno español ha defendido esta posición con acierto. Europa es consciente de la irracionalidad y de los graves peligros que tendría, a nivel mundial, el intento de resolver por caminos militares los problemas centroamericanos. Lo que aún no aparece claro, es cómo va a actuar Europa para lograr que su posición sea tenida en cuenta en Washington.
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