Latinoamérica, hacia una tercera ronda de renegociaciones de la deuda externa
A finales de 1983 la deuda externa total de América Latina ascendía, según los listados. de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), exactamente a 332.460 millones de dólares. Su crecimiento en ese ejercicio fue del 7%, tasa bastante más baja que la del 13% correspondiente a 1982, y sobre todo mucho menor que la del 23% registrada en promedio durante el período 1978-1981.Según la Organización de las Naciones Unidas, esta fuerte disminución en el ritmo de aumento de la deuda se debió principalmente a la política restrictiva adoptada por los bancos comerciales internacionales en sus relaciones con la región.
Entre agosto de 1982 y finales de 1983 solicitaron la reprogramación de los pagos de su deuda los siguientes países: Bolivia, Ecuador, ),o México, Perú, Trinidad y Tobag , Venezuela, Argentina, Barbados, Brasil, Costa Rica, Chile, Guyana Honduras, Nicaragua, República Dominicana, Uruguay, Cuba y Jamaica.
Primera ronda
Para los países en desarrollo 1982 marcó el comienzo tanto del atraso en los pagos de la deuda ex tema como del intento de renegociar las condiciones de pago. En este año, en el mundo occidental -y, más concretamente, en Esta dos Unidos- hay indicios de pánico financiero ante la posibilidad de una suspensión de pagos en cadena de los países latinoamericanos. A finales de ese año y comienzos de 1983 más de 25 países de la periferia y de Europa oriental habían iniciado negociaciones para reprogramar deudas ascendentes a casi la mitad de la cartera de créditos en moneda extranjera otorgados por los bancos privados internacionales en dichas áreas, según datos del Morgan Guaranty Trust.
Trece países latinoamericanos llegaron a acuerdos preliminares o finales para reprogramar los compromisos que vencían en 1983 o en el período 1983-1984, y a ellos correspondió alrededor del 80% de la deuda internacional bancaria por reprogramarse. Por otra parte, numeros los países de la región solicitaron también un a reprogramación de su deuda con entidades financieras oficiales, a través del Club de París.
La oleada de reprogramaciones comenzó en agosto de 1982, cuando el Gobierno de México declaró formalmente una moratoria de 90 días en los pagos de amortización de la deuda del sector público, aun cuando mantuvo el pago de intereses. Poco antes de esa fecha ya había otros países, como Bolivia y Costa Rica, que estaban retrasados en sus pagos a los bancos privados, pero se trataba de deudores relativamente pequeños. En cambio, México era el segundo cliente más importante de los bancos en el Tercer Mundo, con un endeudamiento neto de 49.000 millones de dólares, cifra apenas inferior a la de Brasil.
En las circunstancias de pánico financiero que generó la acción mexicana, las restricciones de créditos pronto se extendieron a los demás países latinoamericanos y condujeron a una virtual paralización del flujo de préstamos a la región. Según datos del Banco de Pagos Internacionales, los nuevos préstamos netos otorgados por la banca privada a América Latina (excluidos Venezuela y Ecuador) cayeron verticalmente de 21.000 millones de dólares en el segundo semestre de 1981 a 12.000 millones de dólares en la primera mitad de 1982, y a apenas 300 millones de dólares en el segundo semestre de ese año. Además, las condiciones de endeudamiento se deterioraron gravemente.
Algunos países, como Chile y Perú, anunciaron que no reprogramarían sus deudas. Sin embargo, los gravosos pagos del servicio de la deuda y las severas restricciones del mercado financiero obligaron con el tiempo a sus autoridades económicas a buscar acuerdos con sus acreedores privados. De este modo, a comienzos de 1983 el único cliente latinoamericano importante de los bancos que había logrado evitar una reprogramación era Colombia, país cuya estrategia ha sido tradicionalmente cautelosa en lo que respecta al endeudamiento con bancos privados.
La seguda ronda
Casi inmediatamente después de la primera se inició una segunda ronda de renegociaciones. Por una parte, algunos países habían renegociado sólo el pago de los vencimientos correspondientes a 1983 (a los cuales, en ciertos casos, se agregaron los atrasos acumulados en 1982). Como el sector externo continuó mostrando poco dinamismo, estos países optaron por solicitar la reprogramación de las amortizaciones que debían pagarse en el año en curso. Por último, hubo países que, no obstante haber iniciado gestiones para reprogramar su deuda durante la primera ronda, por una razón u otra no lograron firmar un acuerdo final (por ejemplo, Argentina).
Venezuela, que había solicitado la reprogramación en octubre de 1982, no logró Regar a un acuerdo con sus acreedores privados; el Gobierno no quiso aceptar las medidas de ajuste exigidas por el FMI para aprobar un programa de crédito stand by, considerando que éstas eran excepcionalmente duras y que tenían un alto coste político y social. La banca internacional, por su par te, no quiso Regar a una reprogramacion sin un acuerdo previo entre Venezuela y el FMI. En estas condiciones, y teniendo en cuenta las elecciones presidenciales del pasa do mes de diciembre, las autoridades solicitaron varias postergaciones del pago de la deuda. Éstas fueron aprobadas por los bancos, con lo cual el período de moratoria se extendió de hecho hasta los primeros meses del año en curso. Ahora, se anuncia que Venezuela renegociará antes de tres meses.
Bolivia tampoco llegó a un acuerdo. El país había firmado un acuerdo en 1981 para reprogramar su deuda externa, pero las onerosas condiciones de éste y otras dificultades de origen interno condujeron rápidamente a un recrudecimiento de los problemas con la banca privada. Ni en 1982 ni en 1983 ha sido posible llegar a un nuevo convenio, con los bancos, y en la práctica existen atrasos en el pago de las obligaciones.
La situación ha sido diferente en Nicaragua que logró una importante reprogramación de la deuda en 1980. Desde entonces este país no ha amortizado la deuda, pero ha pagado intereses sobre sus obligaciones a una tasa nominal del 7%. Sin embargo, estos pagos dejaron de efectuarse en junio de 1983. Un convenio firmado posteriormente en ese mismo año ha significado el compromiso de la banca de refinanciar los intereses en mora, exigiendo su amortización a partir del segundo semestre de 1984.
México también ha llevado a cabo una segunda ronda de negociaciones. El Gobierno mexicano renegoció los vencimientos de la deuda pública correspondientes al período 1983-1984, y consiguió asimismo un crédito de 5.000 millones de dólares destinado a refinanciar una parte de los intereses que debían pagarse en 1983. Posteriormente inició una segunda serie de pactos sobre 15.000 millones de deuda privada, en la cual solicitó un nuevo préstamo de 3.800 millones para su plan financiero de 1984. La concesión de este préstamo fue aceptada en enero pasado con términos mucho más favorables que los del crédito de 5.000 millones que los bancos otorgaron en 1984.
Brasil parece haber logrado asimismo un ablandamiento de las condiciones del endeudamiento (96.500 millones de dólares en total) en su segunda serie de negociaciones. De acuerdo con algunos datos de última hora, citados por la Comisión Económica para América Latina, la reestructuración para el año en curso probablemente signifique una reducción del margen sobre el libor (tipo de interés al que se conceden los créditos internacionales en el mercado de Londres) al 2%, un alargamiento del plazo de gracia a cinco años y una disminución de las comisiones fijas al 1%.
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