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Tribuna
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La arbitrariedad como principio

Para una vez que el Ministerio de Cultura, rompiendo con su tradicional desinterés por el enriquecimiento del patrimonio artístico de nuestros museos, decide dotar al anémico MEAC con 300 millones, he aquí el lamentable resultado: en primer lugar, los responsables del museo son incapaces al parecer de gastarse la asignación completa y dejan sin utilizar veinte millones, según fuentes de alto nivel; en segundo lugar, sin consultar ni tan siquiera al silente patronato de la institución, se realizan compras cuya característica común es la de la más absoluta arbitrariedad, fruto de una evidente falta de criterios.Es arbitrario, y una pésima inversión, que se compre un horroroso e insignificante Braque en Londres y en la galería Waddington, cuyos fondos y orientación son notoriamente ajenos a obras de este tipo, y no se haya acudido a donde se debiera. Es arbitrario asimismo que siendo conocida la existencia en nuestro mercado de piezas de infinita mejor calidad y menor precio comparativo de maestros de la vanguardia histórica, como puede comprobar quien haya recorrido esta temporada lo exhibido por galerías españolas, se haya comprado lo que se ha comprado.

Es arbitrario, y difícilmente justificable, que una galería aparezca con un lote de 34 obras, cuando a las similares del ramo ni tan siquiera se les ha pedido que ofertaran una propuesta. Es arbitrario, y sin justificación posible, que dos cuadros de Palazuelo, de calidad e importancia muy diferentes, sean adquiridos prácticamente al mismo precio, como es arbitrario, a su vez, que se adquiera como original un dibujo realizado por Luis Gordillo en base a una serigrafía.

Criterios

Es arbitrario que el MEAC, con cinco conservadores en plantilla, reconozca haber comprado un lote de obras de artistas jóvenes, ateniéndose al exclusivo criterio de la selección hecha por un muy respetable crítico de arte, a cuyo periódico se le conceden anualmente las salas del museo para exhibir su personal visión de la temporada, por muy brillante que ésta sea.Por contra, y tratándose de artistas jóvenes españoles, sorprende que no se haya comprado nada de los que actualmente gozan de mayor crédito internacional, como Barceló -seleccionado en la última Documenta de Kassel (República Federal de Alemania), Amat, García Sevilla o Víctor Mira, que está representado por un papel comprado hace años, cuando apenas era conocido.

Se mire por donde se mire, se detecta la improvisación, la irresponsabilidad, la falta de criterio, en estas compras, que han dejado mudo al patronato del museo y perplejo al resto. Es una pena, por consiguiente, que una iniciativa, que pudo resultar ejemplar, y que, ciertamente, ha proporcionado algunas piezas de interés para el MEAC, se haya estropeado innecesariamente de esta mala manera.

Sería imperdonable que no se aclarara hasta el fondo la cuestión y se tomaran las medidas correctivas oportunas. Todo, menos otorgar con el silencio carta de naturaleza a la irresponsabilidad.

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