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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una escala política

LA ESCALA técnica del líder cubano, a su regreso de los funerales del secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética Yuri Andropov, se ha transformado en una escala política. Fidel Castro no aterrizó ayer en Madrid, acompañado por el dirigente nicaragüense Daniel Ortega, para repostar combustible y permitir que, simplemente, su avión pudiera concluir su vuelo a América sin más incidencias. Por primera vez, que nosotros sepamos, el líder cubano ha disfrutado de una estancia en un país occidental, y este hecho no es una cuestión carente de importancia y significación. Si algunos de los consejeros del presidente del Gobierno español pensaban así, tras ver la cinta de vídeo de la divertida y atolondrada conferencia de prensa de Barajas, podrán haber llegado a evaluar los límites precisos de su capacidad de ingenuidad.España tiene en estos momentos una posición complicada, pero interesante, en la escena internacional. Precisamente por eso se pueden aprovechar los escasos márgenes de maniobra de que se dispone para poder practicar una imaginativa política exterior. A nadie se le escapa, ni ninguna persona sensata posee la suficiente dosis de mala fe para ignorar cuál es la práctica del poder en Cuba. Todas, las dictaduras son detestables, pero las naciones amantes de la libertad y el progreso deben preguntarse por las causas que hacen posibles las organizaciones totalitarias. Éste es el gran deber de quienes carecen de miedo a la libertad y no practican el cínico ejercicio de rasgarse las vestiduras'

La visita a nuestro país de un jefe de Estado puede ser un hecho positivo para la distensión y el entendimiento entre las naciones. Numerosos dirigentes políticos españoles, de éste y de anteriores Gobiernos -incluido Adolfo Suárez-, han estado en Cuba. Fidel Castro fue invitado a visitar nuestro país y todavía no se ha materialízado su estancia. El aislamiento de los países en el panorama internacional sólo conduce al enfrentamieto y a la agresión; por eso la escala política de ayer puede coadyuvar a restar emocionalidades innecesarias a las salidas exteriores de Fidel Castro. La escala de ayer del avión de Aeroflot no ha conseguido ni más ni menos adeptos para el sistema cubano.

La realidad internacional, no obstante, está cargada de intereses, pactos y transacciones. España es un país que ha adoptado un sistema político -absolutamente diferenciado del preconizado por Fidel Castro- y en el que la opinión pública no se mueve por la vigorosidad de los artículos de fe, sino por el convencimiento que se suministra desde posiciones bien diferenciadas, articuladas en argumentos racionales. Por eso precisamente, porque estamos en un país donde la opinión libre se manifiesta en el concurso de los votos en las urnas, sería necesario que el Gobierno explicara las razones que le asistieron para aceptar en estos momentos la visita de Fidel Castro. Hasta la propia televisión pública entendió la importancia del hecho y no dudó en transmitir en directo aquel batiburrillo que pretendía ser algo parecido a una conferencia de prensa. De esta manera, con explicaciones, un hecho infrecuente en la escena internacional -como la visita de Fidel Castro a un país occidental- no podrá ser explotado demagógicamente y se podrá ver como un simple gesto de cortesía hacia el dirigente de una país con el que se mantienen relaciones diplomáticas normales. Si hubiera razones más sustantivas de política internacional sólo tendríamos mayor razón para pedir esa explicación.

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