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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La Tierra es pequeña para la guerra nuclear

En Washington se celebró recientemente un foro público dedicado a las consecuencias globales de la guerra nuclear. En él participaron cuatro expertos norteamericanos y cuatro soviéticos. El foro, reunido en el Congreso, fue organizado por iniciativa del senador Edward Kennedy y el senador por el Partido Republicano Mark Hatfield. El profesor Piotr Kapitsa, uno de los participantes soviéticos en el foro, expone en el siguiente artículo sus impresiones acerca del mismo, que tenía como fin divulgar conocimientos sobre las consecuencias globales de la guerra nuclear.

Los estudiosos soviéticos y norteamericanos han sido unánimes en sus deducciones en cuanto a las consecuencias que la guerra nuclear acarrearía para nuestro planeta. Mostraron que esta guerra provocaría profundos cambios globales en el estado de la atmósfera debido a la enorme cantidad de ceniza, polvo y hollín introducidos en ella después de la explosión de varios centenares de modernas bombas de hidrógeno. A resultas de ello se alteraría el equilibrio habitual para la Tierra, lo que condicionaría el enfriamiento general en varias decenas de grados o, como ahora se dice, conduciría al invierno nuclear; por ejemplo, en Arabia Saudí se puede esperar un descenso de la temperatura de hasta 30 grados Celsio bajo cero.Examinamos, asimismo, las consecuencias ecológicas, biológicas y médico-biológicas que condicionarían estos trastornos globales en la Tierra, aparte de la destrucción directa de centros industriales y la muerte de las personas a causa de la radiación. Las deducciones que se extraen obligan a mirar de otra manera las consecuencias de la guerra nuclear, pues los cambios climáticos no conocen fronteras ni entre Estados ni entre continentes: influyen en todo el planeta.

Gracias a los cálculos de científicos soviéticos y norteamericanos, presentados en Washington, así como a las deducciones extraídas por algunos expertos europeos, el cuadro de las consecuencias de la guerra nuclear ha adquirido nueva calidad. Si, digamos, antes se consideraba que la explosión de 10-100 bombas aumentaría el daño en 10-100 veces, ahora el resultado de las investigaciones muestra que el daño aumenta con mucha mayor rapidez, y a fin de cuentas se convierte en efecto global.

Hechos científicos

Nosotros, los científicos soviéticos y americanos, intentamos hacer llegar esta información a los oyentes en el Congreso. Además, expusimos hechos científicos en forma accesible y compresible para quienes no son especialistas en la materia. Igual que lo hacemos cuando intervenimos por la televisión soviética, cuando explicamos a millones de televidentes problemas científico-sociales, incluso problemas relacionados con las consecuencias de la guerra nuclear.

Yo considero que el encuentro en el Congreso norteamericano ha sido un paso extraordinariamente importante para superar los estereotipos que en EE UU se han creado respecto a la política de la URSS. Los científicos soviéticos y norteamericanos pueden hacer mucho para que la conciencia pública adopte otro enfoque en la situación creada. Sin un cambio en la conciencia de las personas nos será muy difícil llegar a la mutua comprensión. Cuando discutimos nuestros problemas con los norteamericanos tratamos con quienes con frecuencia se hallan en oposición a la política de la Administración. Empero yo pienso que las personas que hoy adoptan resoluciones en EE UU deben tomar en consideración las deducciones que han sonado en el foro washingtoniano.

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Según la opinión común, nuestra y de los colegios norteamericanos, hay que abrir y apoyar por todos los medios los canales de nuestras relaciones. No importa que a veces nos digamos cosas de sagradables y hasta inaceptables, debemos encontrarnos sin falta por cuanto sin esto no se puede llegar ni a un entendimiento mutuo, ni progresar, ni resolver los problemas que se plantean ante nosotros. La Tierra es simplemente pequeña para que en ella se pueda desarrollar una guerra nuclear. Para la atmósfera terrestre da lo mismo a quién pertenecen las bombas y en qué territorio explotan; ella responderá con la expansión del "invierno nuclear", lo que crea una amenaza a la existencia del hombre como especie biológica.

es físico genético, premio Nobel, 1978.

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