El apoyo surafricano ha hecho resucitar a UNITA
Diez mil muertos y 400.000 desplazados es el balance -conservador- de una guerra larga y olvidada que convulsiona a Angola desde hace ocho años: el enfrentamiento entre el Gobierno del MPLA, marxista-leninista, y el movimiento guerrillero UNITA, de ideología confusa, pero apoyado por África del Sur. UNITA no ha logrado ocupar permanentemente ninguna ciudad importante o capital de provincia, pero extiende sus redes por prácticamente dos tercios del país. Desde el pasado otoño se registran violentos combates en vanas provincias del interior. Una enviada especial de EL PAIS visitó recientemente Angola.
"Por fin nos hemos tomado en serio la guerra contra UNITA. El país ha sido dividido en comandos (regiones militares) y funciona regularmente la movilización de todos los jóvenes mayores de 18 años. Además ha llegado nuevo armamento antiguerrillero, los helicópteros soviéticos M-25 (los mismos que se utilizan en Afganistán), y estamos en conversaciones con Francia para la compra de otro material". El portavoz del MPLA descarta completamente la posibilidad de negociar con los guerrilleros ("fantoches", según el lenguaje oficial angoleño) y asegura que las pretendidas victorias de UNITA son simples golpes de mano. "Ocupan durante algunas horas un poblado donde no había fuerzas nuestras (FAPLA) y después anuncian a todo el mundo que controlan la zona".La realidad en el interior del país es bastante menos satisfactoria de como pretenden presentarla en Luanda. La movilización 'está en marcha, pero la ausencia de un censo de población válido obliga prácticamente a reclutar a los jóvenes por las calles y poblados, calculando su edad a ojo. La ofensiva desencadenada por el líder de UNITA, Jonás Savimbi, el pasado mes de noviembre no ha logrado sus objetivos, es decir, cortar en dos el país y ocupar las zonas diamantíferas de Lunda Norte, pero sus guerrilleros han logrado infiltrarse en al menos 9 de las 19 provincias de Angola, y los combates se han recrudecido, con bajas considerables por ambos lados. Savimbi se ha permitido recientemente una gran operación publicitaria: acompañado por varios periodistas occidentales, ocupó momentanemente su pueblo natal, Munhango, sobre la línea de ferrocarril de Andulo, en pleno corazón de Angola.
Jonás Savimbi es una extraña mezcla de prooccidentalismo y de formación maoísta. Cuando fundó su Unión para la Independencia Total de Angola (UNITA) era un joven licenciado en derecho por una universidad de Suiza que odiaba a los colonizadores portugueses y que admiraba a China. Pekín fue su primer apoyo y su primer suministrador de armas. Hoy, 17 años más tarde, los colonizadores se han marchado y UNITA combate ferozmente al Gobierno marxista del MPLA .Pekín ha sido olvidado y las armas llegan ahora de un aliado mucho más insospechado: África del Sur. Savimbi cuenta además con la benev6lencia de Estados Unidos, que desearía ver derrocado el régimen del MPLA, sostenido por Cuba y por la Unión Soviética, y que ve en él la única solución de recambio posible.
La política, de Savimbi
El apoyo surafricano y la benevolencia de Estados Unidos no ex plican por sí solos, sin embargo, el auge que ha experimentado el movimiento guerrillero en los cuatro últimos años. El grupo de Savimbi, que poco después de la independencia de Angola quedó reducido a un puñado de seguidores escondidos en la selva, está cifrado actualmente entre 20.000 y 35.000 hombres, frente a los 40.000 con que cuenta el Ejército nacional. Si el MPLA no contara con el apoyo de 25.000 cubanos y de varios centenares de asesores soviéticos y de la República Democrática Alemana, las fuerzas serían casi equiparables. UNITA ha logrado una recuperación asombrosa gracias al apoyo de África del Sur, pero también gracias a sus profundas raíces tribales y a su utilización del concepto de negritud en un país que cuenta con una considerable minoría mestiza y blanca, generalmente mejor preparada que la mayoría negra. Angola cuenta, al menos, con tres etnias importantes: los kimbundu, origen del MPLA, los umbundu, a los que pertenece Savimbi, y los kikongo, en la frontera con Zaire. Mientras el MPLA incluye en su programa la lucha contra el tribalismo y los prejuicios raciales y obliga a los reclutas del Ejército nacional a jurar que combatirán el tribalismo y los prejuicios raciales, UNITA ha optado por la vía diametralmente opuesta. Savimbi cuida al extremo sus relaciones con los jefes tradicionales y promete a sus seguidores una "Angola negra, dirigida por negros". La inmensa mayoría de los habitantes de los poblados del interior inmersos en una sociedad tradicional y tribal desconoce que su líder recibe armas, alimentos, carburante y toda clase de suministros de un régimen blanco, creador del apartheid. Savimbi reconoce la contradicción, pero no se siente incómodo por ello: "Dicen que he hecho un pacto con el diablo, pero se trata únicamente de una coincidencia de intereses". África del Sur desea el derrocamiento del MPLA porque es marxista y porque , ayuda a los guerrilleros de Namibia.
"Hemos cometido errores importantes, quizá inevitables, en nuestra lucha contra UNITA", reconoce el periodista angoleño José Mena Abrantes. Cuando se proclamó la independencia, el MPLA ,se encontraba en una situación desesperada, pinzado entre los zaireños, que ocupaban el norte del país, y los surafricanos y UNITA, que ocupaban el sur. Sólo la ayuda cubana, cuyos soldados se bajaron de los aviones para indirectamente a combatir al frente, logró mantenerles en el poder. UNITA se retiró en desbandada hacia Cuando-Cubango, una región prácticamente deshabitada, considerada como una de las reservas de animales salvajes más importante del mundo, "si es que los guerrilleros no se, los han comido ya a todos", ironiza Mena Abrantes.
"El error del MPLA", añade, "fue no perseguirles hasta el final. El partido no tenía prácticamente fuerzas para ocupar todo el país y se limitó a asegurar el control de las ciudades más importantes". Durante más de dos años el movimiento guerrillero desapareció casi por completo, pero las autoridades de Luanda se enzarzaron en luchas internas. Un grupo dirigido por el radical Nito Alves intentó un golpe de estado sangriento, y hubo que abandonar la labor de reconstrucción del país para concentrarse únicamente en la reconstrucción del MPLA.
El golpe coincidió además con los primeros síntomas de la enfermedad que acabaría con el presidente Antonio Agostinho Neto, un hombre, médico y poeta, del que se dice que el propio Savimbi le admiraba. Neto designó antes de morir a su sucesor: José Eduardo Dos Santos, un negro íntegro y honesto, pero lento e indeciso a la hora de las decisiones, según muchos de sus compatriotas. Dos Santos fue la solución de compromiso entre quienes exigían que el presidente no fuera blanco ni mestizo y quienes se preocupaban más por definiciones ideológicas. El sucesor natural de Neto hubiera podido ser el ideólogo del partido Lucio Lara, pero es un mulato que nunca ha querido desempeñar funciones ejecutivas.Trabajo de cohesiónJosé Eduardo Dos Santos ha realizado un considerable trabajo de cohesión y de unidad interna en el MPLA, pero su Gobierno no ha logrado impedir la resurrección de los rebeldes. En 1979 Savimbi, con ayuda de África del Sur, empezó a reorganizar sus fuerzas y a prodigar golpes de mano encaminados fundmentalmente a impedir el tráfico rodado entre provincias. En 198 1, Suráfrica volvió a invadir Angola, y en esta ocasión se quedé: prácticamente toda la provincia de Cunene continúa ocupada hoy día. Fue el momento aprovechado por UNITA para realizar ataques más ambiciosos: voladura de puentes, ocupación temporal de pueblos, atentados contra centrales eléctricas, e incluso un atentado fállido a las puertas de Luanda, contra la refinería de petróleo. Una y otra vez los guerrilleros han intentado aproximarse a la capital, cortar el ferrocarril de Andulo y volar la presa de Dondo, que proporciona energía a Luanda. En sus actividades, UNITA arrasa campos, desplaza a miles de personas e intenta aterrorizar a los cooperantes extranjeros: dos monjas españolas continúan secuestradas y se supone que están realizando el camino a pie -más de 1.500 kilámetros- hasta la base principal de los guerrilleros, en Jamba (Cuando-Cubango).
"Ya no hay dudas: lo prioritario es acabar con UNITA", aseguran en Luanda. El proyecto se ve dificultado, sin embargo, por las actividades surafricanas: cada vez que el MPLA concentra sus esfuerzos en la lucha antiguerríllera, Pretoria inicia algún movimiento que obliga al Gobierno a reforzar sus fuerzas en el frente sur. Los cubanos han tenido que volver a integrarse en la lucha contra UNITA. Son ellos quienes dan confianza a las FAPLA y quienes, cuando la presión es demasiado fuerte, refuerzan el Ejército angoleño. "Hoy por hoy es inimaginable una retirada de los cubanos", reconoce un embajador de Europa occidental, "UNITA es demasiado activa, y prescindir de los internacionalistas sería prácticamente el hara-kiri del MPLA. Necesitan todavía tiempo para reorganizar su ejército".
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