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Antonio Gala celebró y su 20 aniversario con el teatro y presentó su libro 'Trilogía de la Libertad'

Un impresionante plantel de adores y actrices dio carne a los más importantes personajes del teatro de Antonio Gala en la celebración, anoche en el teatro María Guerrero, para festejar el XX aniversario de lo que el propio Gala califica de "mi boda con el teatro y la presentación de nuestros tres últimos hijos". La frase se refiere a la aparición en Espasa-Calpe, de su libro Trilogía de la libertad que contiene Petra Regalada, La vieja señorita del Paraíso y El cementerio de los pájaros.

En el escenario situado en el patio de butacas -"¡cómo han cambiado las cosas en el teatro!", comentó festivamente Antonio Gala- por estar habilitado para la obra La vida del rey Eduardo II de Inglaterra, en una improvisada conferencia cara al público, Carlos Luis Álvarez entrevistó a Antonio Gala y a José Luis Alonso, que es el director teatral que montó en este mismo escenario, hace veinte años, la primera obra de teatro escrita por el homenajeado: Los verdes campos del Edén.

En un ambiente distendido, gracioso, en que Gala y Alonso no dejaron de dirigirse cariñosos sarcasmos, se fue pasando revista a la trayectoria teatral del primero, con frecuentes y aplaudidas interrupciones para dar paso a la interpretación por parte de los actores que las estrenaron de fragmentos de las obras más importantes de Antonio Gala.

El primero en salir fue Narciso Ibáñez Menta, que interpretó dos monólogos pertenecientes a El sol en el hormiguero, segunda obra de Gala que en su tiempo fue duramente castigada por las autoridades. La segunda intervención corrió a cargo de Amparo Baró y Manuel Galiana, que revivieron de nuevo sus personajes en Los buenos días perdidos. A esta misma obra pertenecía el fragmento que, a continuación, el propio Galiana compartió con una Mar¡ Carrillo absolutamente magistral que fue vitoreada por el público.

María Asquerino, con gafas y sobriamente vestida de negro, fue de nuevo Jimena y, de nuevo, se enfrentó al rey Alfonso VII, incorporado por José Bódalo. La obra era, naturalmente, Anillos para una dama. A continuación el público tuvo un obsequio inesperado. Para pasarle papel a Julia Gutiérrez Caba, el propio gala leyó la parte de un par de actores y las acotaciones del autor, es decir, de él mismo. Lo hizo en voz muy baja y con singular modestia, dejándole a Petra Regalada todo el mérito del fragmento.

Mar¡ Carrillo, de nuevo, interpretó un fragmento de La vieja señorita del Paraíso y, seguidamente, Gala leyó la explicación de El cementerio de los pájaros. Pero la mayor ovación de la noche se la llevaron José Bódalo y Amelia de la Torre cuando, trazando un puente con el pasado, representaron una escena de Los verdes campos del Edén, que convirtió, hace 20 años a Antonio Gala en un autor teatral importante.

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