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Rodolf Sirera estrena en Madrid la versión castellana de su obra 'El veneno del teatro'

La versión castellana de la pieza teatral El veri del teatre (El veneno del teatro), sobre la agonía de la muerte, escrita en catalán por Rodolf Sirera, se estrena hoy en el teatro María Guerrero (Centro Dramático Nacional), de Madrid, si bien ya fue representada anteriormente, en el marco de unas jornadas de teatro de las nacionalidades, por el grupo La Carátula, en él que Sirera desarrolla su actividad teatral desde 1968, diversificada en el campo de la gestión -dirige las dos salas de la Diputación de Valencia, el teatro Principal y la sala Escalante-, dirección escénica y creación de textos, premiados en diversos certámenes; hizo incluso de actor en algunos montajes e impartió cursos de expresión dinámica a niños en su época de profesor. Hoy prepara un texto de ópera valenciana sobre la vida de César Borja, con partitura de Amand Blanquer. La versión de El veneno del teatro que se estrena hoy está dirigida por Emilio Hernández, con escenografía de Antonio Cortés y la interpretación de José María Rodero y Manuel Galiana.Sirera, nacido en marzo de 1948, se ve envuelto absolutamente por el teatro, hecho que le produce cierta angustia. "Me pregunto si hacer de esto la Vida, con mayúscula, es algo traumático. Te absorbe las 24 horas del día. El mundo de relaciones, de amistad, es un mundo cerrado. No sabes siquiera descansar al margen del teatro", confiesa. Y en realidad, toda su trayectoria vital se ha visto envuelta por el mundo de la representación teatral. Incluso su Primer trabajo, en un colegio privado, después de obtener la licenciatura en Historia, fue un anticipo de la pedagogía teatral infantil que el teatro Principal ofrece estos últimos años a las escuelas.

Sobre El veneno del teatro, que ha traducido al castellano José María Rodríguez Méndez, de la generación realista castellana, Sirera destaca su inspiración en el Comediante, de Diderot, y su carácter de pieza corta con dos personajes. "No es una obra escrita, en principio, para el teatro, sino para el circuito de televisión de Cataluña y Baleares, donde la estrenaron Ovidi Montllor y Carles Velat. Es el encuentro de dos personajes, un aristócrata y un comediante, ambientado en los años que anteceden a la Revolución Francesa".

"Comienza marcando los límites de la realidad en la representación escénica", prosigue en su explicación. "Va derivando hacia el gran guiñol y, con varios golpes de teatro, la pieza rompe estos límites entre lo real y lo que es representación. Llega un momento en el que se transgreden las normas de la representación. Como núcleo central de la obra está la posibilidad de vivir la agonía de la muerte. El título tiene una razón alegórica. Es un tópico decir que el teatro es un veneno, una droga, tan difícil de dejar como el alcohol. Y también una referencia real a un proceso de ficción sobre el envenenamiento que se sigue en la obra".

Esta pieza guarda una coherencia con el conjunto de la obra escrita de Sirera. En el bloque de textos con base histórica destaca la trilogía La desviació de la parábola, escrita con su hermano Josep Lluís, que integran las piezas El brunzir de les abelles, premio Serra d'Or de la Crítica; El cólera dels déus, premio Arniches en 1976, y El capvespre del trópic, premio Ciutat d'Alcoi. Las tres hacen referencia a la época comprendida entre la revolución de 1868 y la mayoría de edad de Alfonso XII, 1902.Luego hay otro bloque de ficción, donde se incluye las obras Plany en la mort d'Enric Ribera (premio Ciutat de Barcelona en 1978) y Blóody Mary show, entre otras.

"En todo mi teatro se encuentra una coherencia de fondo que tiene completa libertad en la fórmula escénica elegida para cada caso", afirma. "Siempre he escrito el teatro que he querido, porque creo que la coherencia está en el propio autor, en su manera de ver el mundo y la historia. Los de migeneración, ciertamente, hemos seguido muy de cerca el proceso de maduración social, pero nunca he pretendido aplicar un voluntarismo militante a mi teatro. La militancia está en el propio autor, y lo más importante es ser coherente con lo que uno piensa. Si es así, se refleja en el texto y no hacen falta afirmaciones militantes".

Pertenece a una generación teatral que no tenía antecedentes en Valencia y tampoco cuenta con continuadores más jóvenes. "En realidad, generación de escritores de teatro en Valencia no la ha habido. La nómina es muy escasa: Juli Leal, Gandia Casimiro, Manolo Molins, Ximo Vidal. Cuando empezamos éramos escritores al margen de la representación inmediata, porque no había circuitos. Yo soy un caso extremo que he escrito con Cierta regularidad y he podido pasar tres o cuatro obras por el circuito televisivo de Cataluña y Baleares".

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