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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tensiones en Centroamérica

LA COMISIÓN presidida por Kissinger y formada por personalidades tanto republicanas como demócratas está recorriendo América Central a razón de visitar uripaís cada día; no parece que ese viaje acelerado ayude en serio a la elaboración de una estrategia norteamericana, bipartidaria y a largo plazo, que es la razón de ser oficial de dicha comisión. Lo que sí aparece claro es que Reagan desea dar una base lo más amplia posible, en esta fase preelectoral, a la política muy comprometida que está practicando en esa zona tan conflictiva y explosiva. Con ello aparece una especie de esquizofrenia en la acción de Estados Unidos; un divorcio radical, una contradicción entre hechos y declaraciones. El propio Kissinger ha dicho al iniciar el viaje que no se entrevistaría con representantes de i-novimientos guerrilleros; pero al llegar a Costa Rica ha recibido a Robelo, uno de los dirigentes del grupo rebelde Arde, que reaaa acciones armadas, incluso bombardeos, en Nicaragua. Estados Unidos intensifica quizá como nunca su presencia diplomática en América Central; además de la comisión Kissinger, el subsecretario de Estado Motley visita Managua; Reagan tiene además un delegado especial, Richard Stone, que ha celebrado entrevistas en la zona, incluidos representantes de la guerrilla de El Salvador. Siempre es mejor conversar que combatir; cualquier arreglo pacífico sólo podría salir de un proceso de negociaciones. Pero, a pesar de esos viajes y visitas, no hay signos de una. voluntad política de la Administración Reagan para buscar, de verdad, soluciones de paz.En cambio, lo que cada día se confirma con hechos es que eran ciertas las denuncias de la Prensa norteamericana, hace ya meses, de que la CIA estaba financiando y organizando sabotajes y acciones armadas de grupos somocistas en Nicaragua. El grave incendio en el puerto de Corinto, con terribles consecuencias en lo humano y en lo económico, es, sólo una de las muchas operaciones llevadas a cabo por grupos armados, infiltrados sobre todo desde Honduras. Estas operaciones crean una situación cada vez más difícil, pero no se ve que puedan servir para crear un nuevo poder. Sin embargo, el compromiso norteamericano en esas acciones ha alcanzado un nivel mayor desde este verano; sobre la base de maniobras, anunciadas para seis meses, los navíos de guerra de EE UU surcan las aguas en las proximidades de las dos costas de Nicaragua; amenazan incluso con declarar un bloqueo; a la vez, bases militares norteamericanas han sido construidas en Honduras, que sirven de puntos de apoyo para los'grupos somocistas. Aquí sí aparece una voluntad política de Washington de acrecer las injerencias militares, hasta el límite, dificil de transgredir, del envío de: soldados norteamericanos-.

En esta coyuntura, las conversaciones, recientemente salidas a la luz, entre delegados cubanos y representantes de Edén Pastora pueden responder a consideraciones de realismo y racionalidad política, que, lejos de ser dañinas para Nicaragua, podrían serle de mucha utilidad. Ante la agresiva política de EE UU, apremios económicos, morales, militares, incluso razones objetivas, pueden empujar al sandinismo a extremar actitudes de cierre y dureza. Incluso, como ha ocurrido en una ocasión, a actitudes de arrogancia ante países vecinos. Pero sería entrar, en último extremo, en el juego bipolar; no cabe descartar quela Unión Soviética pueda estar interesada, en un juego de ajedrez mundial, en fomentar situaciones de máxima tensión. Pero no es ese, en ningún caso, el interés de los pueblos de América Central, incluidas Cuba y Nicaragua. El sandinismo, por su origen histórico, tiene un contenido doctrinal y político diferente al del marxismo-leninismo que, inspiró, muy pronto, el proceso cubano. El caso de Nicaragua es en sí diferente; tiene posibilidades reales de conservar, y potenciar, el pluralismo político; de avanzar, a pesar de las dificultades enormes creadas por los grupos somocistas, en la institucionalización de formas democráticas efectivas. En las recientes conversaciones celebradas en Madrid, con la participación del presidente de Colombia y de otras personalidades americanas, se perfiló con claridad que tal actitud por parte del sandinismo potenciaría las gestiones del grupo de Contadora.

En realidad, la importancia de dicho grupo, formado por México, Colombia, Venezuela y Panamá, crece a medida que la situación se hace más amenazante. Sus gestiones han logrado ya un primer resultado: un documento común ha sido aprobado por todos los Gobiernos de América Central; se trata de poner en marcha medidas concrétas para garantizar las fronteras; impedir las incursiones de un país en otro; los envíos de armas; de reducir, y suprimir luego, los consejeros militares extranjeros, norteamericanos de un lado, cubanos de otro. Es un camino difícil; pero el grupo de Contadora tiene amplísimos apoyos, morales y políticos, en América y en Europa; es un marco que puede influir sobre las actitudes de Washington. Sin duda, la labor del grupo de Contadora, con el aumento de los peligros y de las tensiones, se hace más difícil, pero a la vez más necesaria.

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