Bukele y el bitcoin: fin de la ‘criptofantasía’
A finales de enero El Salvador dejó de usar el bitcoin como moneda de curso legal. El presidente salvadoreño anunció en 2021 con bombo y platillo que el país sería el primero en aceptar ese tipo de pago de manera oficial
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La noticia pasó casi desapercibida: a finales de enero terminó la fantasía salvadoreña de utilizar al bitcoin como moneda de curso legal. Así es, el pasado miércoles 29 de enero la Asamblea Legislativa de El Salvador modificó la ley con la que se autorizaba la adopción del bitcoin como moneda de curso legal en ese país a partir de septiembre de 2021.
Recordemos que a mediados de 2021 el presidente Nayib Bukele anunció con bombo y platillo que El Salvador sería el primer país del mundo en adoptar al bitcoin como moneda de curso legal. Esto implicaba, entre otras cosas, su aceptación obligatoria por parte de toda la población: si alguien quería pagar con bitcoin, la contraparte, incluido el gobierno, estaba obligada a aceptarlo. Al anunciar esta medida, el presidente Bukele afirmaba que esto le traería riqueza y prosperidad a la economía de su país: “La ley Bitcoin facilitará la inclusión financiera de sectores vulnerables, agilizará pagos, atraerá inversión y multiplicará las oportunidades de negocios para todos.”
La adopción de la criptomoneda no fue el único paso que dio el gobierno de Bukele en favor del bitcoin. El gobierno destinó un monto importante de recursos tratando de promover su aceptación. Se instalaron cajeros automáticos especiales, se diseñó una aplicación especial (Chivowallet) y se otorgaron incentivos económicos a los que adoptaran la billetera digital (el equivalente a 30 dólares por persona adulta). Todo ello con recursos públicos. No hay información oficial, pero estimaciones diversas calculan que el gobierno de Bukele gastó entre 200 y 400 millones de dólares para promover el uso del bitcoin entre la población.
Nayib Bukele hizo otros anuncios todavía más extravagantes, como la construcción de una ciudad dedicada al bitcoin y a la minería de criptomonedas (“Bitcoin City”). Según dicho plan, la ciudad sería circular y tendría al centro una plaza con una gran letra B en homenaje a la criptomoneda. Bitcoin City estaría a las faldas de un volcán y se utilizaría energía geotérmica para abastecer su demanda y, en particular, a las supercomputadoras que, supuestamente, se instalarían allí para dedicarse a la minería de criptomonedas. Un auténtico criptoparaíso, pues.
Todo esto, sin embargo, resultó ser un rotundo fracaso. De la ciudad no se han puesto ni los cimientos. La adopción del bitcoin entre los salvadoreños nunca funcionó. Algunos de los primeros cajeros de bitcoin fueron quemados o vandalizados. Según diversas encuestas, en 2024 solo el 8% de la población utilizaba ocasionalmente la criptomoneda. En su punto máximo, este porcentaje apenas llegó al 20%. La población nunca confió realmente en el bitcoin. El envío de remesas con criptomonedas tampoco funcionó, a pesar de que ofrecía hacerlo en forma gratuita. Según cifras recientes, solo el 1% de las remesas que se reciben en El Salvador llegan a través de criptomonedas. Esto era más o menos previsible. Una moneda de curso legal requiere sobre todo que haya confianza en el emisor. Esta es la razón de ser de los bancos centrales. Los salvadoreños, por lo demás, ya contaban con el dólar, una moneda que, aunque no la emiten ellos, ha sido históricamente de aceptación universal entre su población.
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En los primeros cursos de economía se enseña qué es el dinero. Se explica que este debe cumplir con tres funciones básicas: unidad de medida, medio de cambio y reserva de valor. El bitcoin en El Salvador nunca cumplió ninguna de esas tres funciones. Prácticamente, nadie fijaba precios en bitcoins y la mayor parte de la población no la aceptaba como medio de cambio, a pesar de la obligatoriedad establecida en la ley. Su rol como reserva de valor también está en duda. Si bien su valor se ha más que duplicado de septiembre de 2021 a la fecha, la realidad es que en su primer año de vigencia como moneda de curso legal en El Salvador el bitcoin llegó a perder hasta 60% de su valor en dólares. Por eso la gente desconfiaba de su utilización. Esto no era casualidad.
Ahora bien, no crea usted que la baja aceptación del bitcoin fue la razón para su abandono. No, el gobierno de Bukele quizá no hubiera aceptado esto como una razón suficientemente poderosa como para convencerlo de cambiar esta política. No, la razón fue algo bastante más mundano: El Salvador, cuya economía no termina de reactivarse, necesitaba dinero del otro, del que sí se acepta universalmente, es decir, necesitaba dólares. Mil cuatrocientos millones para ser precisos. Un monto de esa cantidad solo estaba dispuesto a prestárselo el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, el Fondo le condicionó el préstamo a El Salvador a cambio del abandono del bitcoin como moneda de curso legal. A Bukele no le quedó más remedio que aceptar la triste realidad. Así, la criptofantasía terminó debido a que el país necesitaba dinero de verdad, no un sucedáneo que no cualquiera está dispuesto a aceptar. ¡Vaya paradoja!
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