Ir al contenido
_
_
_
_
Violencia en México
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Morena: matizando el horror de Teuchitlán. Jäjp

Las voces oficiales y los simpatizantes de Morena deciden responder y reaccionar a lo que hace la derecha y minimizan lo hallado por las madres buscadoras

Familiares de un joven desaparecido sostienen un cartel con su ficha de búsqueda afuera del Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, el 13 de marzo de 2025.
Yásnaya Elena A. Gil

Dime qué te pones a matizar en medio del horror y te diré quién eres. No es que esté comenzando a suceder, lo hallado en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán Jalisco es parte de un fenómeno que, aunque no había cobrado la relevancia mediática que tiene en estos momentos, no ha dejado de existir por ya demasiados años en este país. Anteriormente, en distintas ocasiones, colectivos de búsqueda de personas desaparecidas habían denunciado la existencia de lugares en los que se habían improvisado crematorios, espacios destinados a quemar cuerpos, fosas clandestinas y lugares específicos destinados al reclutamiento forzado por parte del crimen organizado bajo la permisividad o complicidad de distintos niveles de gobierno. No es que esto esté comenzando a suceder, solo es que las narrativas y los discursos elaborados por Andrés Manuel López Obrador desde las conferencias mañaneras habían ahogado, con su potencia y su enorme capacidad de acaparar la agenda mediática, las otras historias que tenían lugar a nivel local, historias de violencia y de resistencia.

López Obrador alimentó mediáticamente a la oposición, le daba cuerpo a la derecha al subirla al ring mediático y tratarla como su interlocutor preferido, a la oposición le dedicó desmentidos, burlas, historias, anécdotas, a la derecha le regaló las luces de la prensa, le dio foco, la puso en el centro, le otorgó protagonismo, la derecha fue su adversario favorito. Mientras, las voces de descontento que sufrían la violencia cotidiana, la resistencia a los mega-proyectos, la lucha para frenar la violencia contra defensores del territorio y ambientalistas, la búsqueda de las madres de personas víctimas de desaparición forzada y las voces opositoras de una izquierda a ras de tierra eran sistemáticamente ignoradas; si en algún momento eran mencionadas por el expresidente era para ser desacreditadas, minimizadas o calumniarlas; muchas veces la enorme popularidad de López Obrador las echaba al circo en donde sus seguidores podían desgarrarlas en redes sociales.

Pero toda esta estrategia discursiva no hizo que la realidad cambiara, ignorar a la las voces que cuestionan (y que no son de la derecha) no impidió que la violencia, y la resistencia, continuaran; el horror continuó, las madres buscadoras siguieron con su trabajo, el quiebre de confianza provocado por lo sucedido con el caso Ayotzinapa no impidió que se siguiera luchando por la justicia. Todo eso, ignorado o minimizado discursivamente como estuvo durante tanto tiempo por el efecto 4T, se ha revelado con toda su fuerza a partir de lo hallado en el Rancho Izaguirre.

Ante este fenómeno que irrumpe en la planeación mediática oficialista, las respuestas han sido indignantes. Era esperable y hasta obvio que la oposición aprovecharía la coyuntura mediática para atacar a Morena, no es ninguna novedad, no sorprende. Sin embargo, en lugar de que el Gobierno ponga en el centro lo verdaderamente importante, las voces oficiales y los simpatizantes de Morena deciden responder y reaccionar a lo que hace la derecha, minimizan lo hallado por las madres buscadoras y se ponen a matizar el fenómeno que urge atender desde hace muchos años, su respuesta mediática es dedicarle más tiempo a una ya muy disminuida derecha que no tiene que hacer mucho ante la aplastante popularidad de la presidenta de la república.

Si en medio de una crisis de violencia, decides dedicar tiempo a matizar si un lugar en donde se incineran cuerpos debe o no llamarse crematorio, si debe tener chimeneas para poderse nombrarse como tal, si es exagerado decir centros de exterminio o no, si tal acento semántico es o no adecuado, entonces estás matizando el horror. No, lo urgente no es ponerse a señalar que la derecha está usando lo sucedido, es obvio y esperable que lo haga. Decir que es igual de importante denunciar el uso que hace la derecha de la tragedia que la tragedia misma es ayudar a que esta última continúe. Su importancia no es en absoluto comparable, sostener que sí, es indignante. No es momento de matices semánticos, es momento de hacer un alto, una evaluación transparente y sincera, es momento del reconocimiento de los daños, de atención a las víctimas, es momento de tomar pasos hacia la justicia, para comenzar el camino de la no repetición.

Pero no. Parece que a las voces oficialistas y a la propia presidenta les preocupa más lo que hace la derecha en la red social X que es, paradójicamente, una de las redes sociales menos usadas en México (solo arriba de Snapchat). Con esto, lo que hacen es amplificar la voz de la derecha que, por medio de Morena y simpatizantes, logra pasar del entorno de X a las conferencias mañaneras de la presidenta de la república. Morena se ha vuelto la vocera de la derecha, todo sea por seguir ignorando el horror que continúa, feroz, allá fuera, en la realidad cotidiana. Mientras el horror continúa, Claudia Sheinbaum, el vocero de la presidencia, Jesús Ramírez, el presidente de la Cámara de Senadores Gerardo Martínez Noroña o las rayuelas del diario La Jornada siguen poniendo en el centro de sus discursos no a las víctimas de la desaparición o a los colectivos de madres buscadoras sino a los matices semánticos asociados a este infierno o a las reacciones del PAN. Dime qué te pones a matizar en medio del horror y te diré a quién le estás haciendo el juego.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_