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Tribuna:Las 'manchas' del campo español /3
Tribuna
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Vino: la 'mancha' de La Mancha

La Mancha produce -según sea su cosecha anual- entre un 50% y un 60% del vino español. Así, aunque en nuestro país existen multitud de zonas vinícolas, ninguna supera ni se acerca de lejos, en extensión y cantidad, a los viñedos manchegos. El 70% del valor de la producción agraria se obtiene de sus dos grandes monocultivos: vid y cereales. Una economía y sociedad basada en las muletas oficiales y en cultivos extensivos.La Mancha es viñedo -más de 700.000 hectáreas- y trigal, algo de olivo y una apreciable cabaña de ovejas. Contiene, por tanto, do de los cuatro productos (vid, ce real, encinar y olivo) que venimos denominando como las manchas del campo español.

Un solo dato nos dirá mejor que cualquier otro el alto coste que sus monocultivos agrícolas, unidos a su casi nula industrialización y muy escasos servicios, han hecho y siguen haciendo pagar a la región: es la comunidad autónoma de menos densidad de población por kilómetro cuadrado de España, tanto peninsular como insular.

De ser la quinta región de España en número de habitantes a principios de siglo, es hoy la novena. Sus dos únicos núcleos industriales, la minera Almadén, con sus minas de mercurio, y la petroquímica y refinería de Puertollano no tienen repercusión alguna sobre la economía provincial. Son a manera de quistes ajenos al cuerpo manchego.

Latifundios

Exceptuando un mínimo éxito en el polígono industrial de Toledo, los que se ubicaron en Manzanares, Valdepeñas y Alcázar para descongestionar a Madrid conocieron el más grande de los fracasos. Aquí nunca florecieron las chimeneas industriales. Ya ni los molinos de viento funcionan como modelo más aproximado a una industria agroalimentaria.

Junto a los monocultivos de que escribimos también hemos de anotar que La Mancha es una región latifundista. Cultivos extensivos y latifundismo se dan la mano para favorecer la existencia de manchas de atraso y subdesarrollo.

El latifundismo manchego, sobre todo de las provincias de Toledo, Ciudad Real y Albacete, es muy superior al extremeño Y también al de la mayoría de las provincias andaluzas. Sólo en Toledo poco más de 300 grandes fincas ocupan el 34%. de su superficie agrícola útil, y en Ciudad Real las grandes explotaciones abarcan el 53% de dicha superficie (en Cáceres el 43% y en Badajoz el 34%. y con porcentajes inferiores al 48% las provincias andaluzas de Huelva, Granada, Córdoba, Jaén, Málaga y Almería). Aunque se escriba poco del latifundismo manchego, la realidad es como queda expresada.

Conversión en alcohol

Ciudad Real, Albacete y Toledo copan los tres primeros puestos en superficie dedicada al viñedo en España. Un viñedo que, fue creciendo y creciendo en extensión -junto con los cereales- como justiprecio al pago que el Gobierno de la dictadura pagó a los terratenientes que le ayudaron en la guerra. Un viñedo de mala calidad, de pésima calidad en muchos casos, que no tiene otra salida que su conversión en alcohol (puede que más del 50% de su cosecha vinícola no tenga otro fin o destino).

Hay en estos días preocupación en la región manchega ante la ineludible reforma o reconversión de la agricultura española cara a nuestra integración en la CEE. Hoy se va a la cantidad y no a la calidad, y los términos han de invertirse. Para López Carrasco, consejero de Agricultura de la comunidad autónoma manchega, "una reconversión drástica del viñedo no será soportable por La Mancha, nos llevaría a la ruina más completa; p ero hay que reconocer que se han dado muchos abusos y que, por ejemplo, no se puede admitir que se planten viñedos nuevos, o que se rieguen las viñas, o que dejen de podarse los sarmientos para alcanzar mayores producciones de calidades muy malas. Han de mejorarse tanto los métodos de cultivo como -sobre todo- de recolección y elaboración. Hay que seleccionar y desechar...".

Claro que hasta el presente ha sido muy cómodo plantar, plantar y plantar y luego colocar toda la producción a cargo del erario público.

Entremos o no en la CEE, la agricultura española está necesitada de proceder a una reconversión tan drástica y amplia como se quiera abordar en el sector industrial. Olivo, vid, cereales, leche, etcétera, son productos necesitados de ello. "No necesitamos sólo una política de precios", me decía López Carrasco, "sino un cambio sustancial de estructuras".

Pero las estructuras de la sociedad y economías manchegas, como las' andaluzas y extremeñas o las canarias, tienen sus raíces en la Edad Media y poco han variado.

Tan escaso interés parecen tener las fuerzas vivas de la región castellano-manchega, que se da el caso de que es Ja única comunidad autónoma que carece en su territorio de un CRIDA (Centro Regional de Investigación Agraria). Y eso que en la comunidad autónoma manchega se vive, preferentemente y casi exclusivamente, de la agricultura.

Y así las muestras de cultivos o de tierras, de enfermedades ganaderas, etcétera, han de ser enviadas a Madrid, a Granada o a Murcia y se carece de todo tipo de estudios serios sobre producciones muy minoritarias, pero típicas, de la región y susceptibles de mejoramiento, como es. el caso de los ajos, del azafrán, mimbre, lentejas y otros. Sin olvidar la ayuda que un CRIDA regional podría prestar además a una mayor calidad tanto de los vinos como de los quesos de la región, que hoy, pese a ciertos avances y controles, sigue siendo un queso tercermundista, del que pueden derivarse enfermedades y fiebres, dado que el control y homogeneización, aunque se ha desarrollado, sigue adoleciendo de múltiples fallos y deficiencias.

Nos presenta así La Mancha, ayuna de Don Quijotes y Sancho Panzas, una imagen mucho más cercana a la realidad de los hechos. Unos hechos, ciertamente, nada gratos, que vuelven a replantearnos, como en el caso de las otras manchas de pobreza del campo español, que la agricultura nacional sigue manteniendo uñas estructuras arcaicas, sobre las que es obligado incidir, haciendo la salvedad de que la mayor gravedad de esa situación se da en aquellas zonas de la geografía donde se aúnan el latifundismo con los cultivos extensivos. No sólo se debe actuar porque económicamente es irracional sino, principalmente, por razones de interés social.

En estos tiempos de crisis, una racional explotación del campo y una mutación en su sistema de propiedad de la tierra (sin que hoy sea pensable una reforma agraria a la republicana) darían lugar a la creación de bastantes miles de nuevos puestos de trabajo.

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