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18.000 soldados chilenos tratan de impedir en Santiago de Chile la jornada de protesta

Santiago de Chile amaneció con calles y plazas cubiertas por más de 18.000 soldados armados hasta los dientes y apoyados por tanquetas, en un intenso patrullaje preventivo que pretendía evitar la realización de la cuarta protesta nacional programada para el día de ayer. El toque de queda para la capital se extendió hasta las once y media de hoy, hora de Madrid.La jornada, de protesta, no consumada a la hora de cerrar esta edición, se produce horas después de la toma de posesión del nuevo Gobierno chileno.

Un bando militar ordenó el cierre a las cuatro y media de la tarde de cines, teatros, bares y otros lugares de esparcimiento. La autoridad castrense responsabilizó a los chilenos de "cualquier lamentable consecuencia" que pudiera derivarse del incumplimiento de estas instrucciones.

Las tres convocatorias de protesta anteriores dejaron como saldo ocho muertes no aclaradas por la policía y mas de 3.000 manifestantes detenidos. La jornada de ayer tenía como lema un llamamiento explícito a la democracia, "aquí y ahora".

Cientos de miles de hogares respondieron en Santiago a esta consigna por el ya tradicional procedimiento de hacer sonar las cacerolas. La capital chilena estaba desierta en virtud del estricto toque de queda. La decisión de ampliar el horario del toque fue anunciada a los ciudadanos sólo seis horas antes, de que comenzara a regir.

El periodista español Santiago Aroca, de la revista Tiempo, y un equipo de la televisión francesa fueron despojados, al iniciarse la jornada, de su material fotográfico y filmado. Aroca tuvo que entregar las películas impresas y el equipo de televisión francesa se vio obligado a destruir su material filmado en la conferencia de prensa celebrada por el nuevo ministro del Interior, Sergio Onofre Jarpa.

El pasado sábado, al convocar la jornada de protesta, el líder democristiano Gabriel Valdés anunció la creación de Alianza Democrática, con participación de miembros de la derecha, de la socialdemocracia, radicales, democristianos y socialistas. Su principal propuesta es la renuncia de Augusto Pinochet a la presidencia y su sustitución por un Gobierno provisional que, en el plazo de 18 meses, convoque elecciones libres.

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Santiago ofrecía ayer un aspecto desértico, en cumplimiento de las instrucciones dadas por los organizadores de la protesta

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Desde primeras horas de la mañana, la actividad nacional se redujo significativamente. En cumplimiento de las instrucciones dadas por los convocantes de la protesta, una parte importante de los ciudadanos no envió a sus hijos al colegio, evitó hacer compras y desplazarse. La mayoría permaneció en sus domicilios, dando a la ciudad, especialmente pasado el mediodía, un aspecto desértico, reforzado por el estricto toque de queda.

Antes del mediodía, los principales actos de rechazo al régimen fueron protagonizados por estudiantes universitarios, quienes ya el, día anterior habían protagonizado manifestaciones pacíficas en los distintos campus.

El día anterior, el general Pinochet había procedido a designar un nuevo Gobierno, -con los objetivos de "avanzar institucionalmente, redoblar los esfuerzos económicos y desarrollar los programas sociales necesarios para erradicar la extrema pobreza"-. Este Gabinete debía haber jurado dos semanas antes, pero sufrió numerosos retrasos por la dificultad piara lograr un acuerdo entre sus miembros civiles.

El Gobierno cuyo jefe político es Sergio Onofre Jarpa, un nacionalista de derecha y ferviente antimarxista, afronta la colosal tarea de acercar a un régimen militar desgastado y languideciente a una oposición cada vez más numerosa y organizada. Para muchos observadores, Jarpa es la última carta política del general Pinochet.

A la misma hora en que los nuevos ministros se incorporaban al Gabinete, en el Palacio de la Moneda -el general Pinochet había anunciado que, no toleraría ningún disturbio en las calles y que de nuevo empuñaría las armas para librar a su país de la amenaza marxista-, cientos de manifestantes eran reprimidos en los barrios populares de la capital por la fuerza pública y soldados apoyados por tanquetas.

El general Augusto Pinochet había advertido ya que 18.000 soldados, "con instrucciones de actuar duramente, iban a salir a las calles durante la jornada de protesta. Hablando ante un grupo de dirigentes vecinales favorables al Gobierno, Pinochet añadió que los responsables de la convocatoria "sufrirán las consecuencias ante cualquier hecho que altere la normalidad ciudadana". En una intervención que fue difundida por todos los medios de comunicación, usó su tradicional tono coloquial para señalar que "me han avisado que hay una protesta mañana. Tengan cuidado, porque yo no voy a ceder un paso".

Mientras tanto, grupos de manifestantes contrarios al régimen eran severamente reprimidos en distintos puntos de la capital. Carabineros usaron tanquetas al tratar de controlar una concentración de protesta en un conjunto universitario conocido como EL Pedagógico.

Un grupo de mujeres, familiares de detenidos-desaparecidos, fue arrestado y encarcelado cuando, frente a La Moneda, pedían que se averiguase el paradero de sus familiares al grito de "¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!".

Represión a tiros

Otros jóvenes universitarios protagonizaron una nueva manifestación frente a la sede central de la Universidad Católica y fueron dispersados por la policía. Al atardecer del día previo a la jornada de protesta, grupos de vecinos incendiaron neumáticos en calles de barriadas populares y erigieron barricadas en las avenidas principales.

Un grupo de ellos, en el lugar conocido como Lo Hermida, fue tiroteado por carabineros y cinco personas resultaron heridas, dos de ellas graves. Durante toda la noche, a horas en las cuales sólo estaba permitida la circulación de vehículos militares, se escucharon disparos en numerosos barrios de Santiago.

Las manifestaciones en Santiago se han desarrollado especialmente en las facultades de Derecho, Medicina e Ingeniería de la Universidad de Chile, la mayor del país.

En todos los casos, carabineros y soldados en uniforme de combate actuaron duramente en contra de los universitarios, disparando bombas lacrimógenas e incluso entrando en los campus para retirar violentamente carteles que los jóvenes habían colocado pidiendo autonomía universitaria.

Despliegue inusitado

Simultáneamente, un grupo de 70 profesionales que participaban en una marcha pacífica cerca del centro de la ciudad fueron detenidos por la policía. También se dió cuenta de incidentes en algunas poblaciones obreras, donde la vigilancia policial fue especialmente dura y numerosa.

La opinión general es que tal despliegue de efectivos militares no se veía en Chile desde los días inmediatamente anteriores al cruento golpe de Estado que derrocó y causó la muerte al presidente Salvador Allende, hace casi diez años, el 11 de septiembre de 1973.

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