El porqué de la presencia de las tropas cubanas en África
Otro de los aspectos claves en las relaciones Estados Unidos-Cuba es el contencioso africano. La presencia de tropas cubanas en Angola es argumento utilizado repetidamente por Washington para mostrar el nulo deseo de colaboración de La Habana en el proceso de distensión mundial. Pero esta presencia, según Wayne Smith, tiene otros antecedentes que los comúnmente divulgados por las administraciones estadounidenses.Thomas Enders insistió ante un subcomité de la Cámara de Representantes, el 25 de marzo de 1982, en que Estados Unidos no rechazaba el diálogo con Cuba, pero que la experiencia era desalentadora". Declaró lo siguiente:
"En 1977, iniciamos conversaciones serias con los cubanos diciéndoles que deseábamos crear las condiciones para superar el legado del pasado: el embargo y la tensión política. Propusimos el retiro gradual de los más de 20.000 efectivos cubanos en Angola... Mientras estábamos dialogando, Cuba entró en Etiopía".
Esta declaración refleja una falsa interpretación de la historia, motivada por oportunismo. Es cierto que los dos antecesores inmediatos del actual Gobierno afirmaron que una Cuba desagradecida ignoraba gestos conciliatorios dándoles puñaladas por la espalda. Pero un análisis más preciso de los hechos no sustenta tales imputaciones parcializadas.
El Gobierno del presidente Ford hizo ofertas a Cuba en la primera mitad de 1975. Y en noviembre, con la llegada de numerosos contingentes cubanos a Angola para ayudar al Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), el entonces secretario de Estado Henry Kissinger anunció la terminación de los gestos conciliatorios hacia La Habana. En un arrebato de ira, el 28 de febrero de 1976, Ford calificó la decisión de Cuba como acto flagrante de agresión y a Castro como bandido internacional.
La verdad es, sin embargo, que EE UU había hecho mucho más que los cubanos para provocar la lucha armada en Angola. Washington alentó a Holden Roberto y el Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA) a ignorar el acuerdo de compartir el poder con el MPLA de Agostinho Neto y la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola, de Jonas Savimbi, firmado en Portugal en enero de 1975. En marzo de 1975, el FNLA y 1.200 efectivos regulares de Zaire invadieron Angola, donde, más tarde, se les unieron mercenarios de Europa occidental y asesores de la CIA para avanzar sobre Luanda. En respuesta, La Habana envió asesores para ayudar al MPLA.
En agosto y octubre, tropas surafricanas invadieron Angola con pleno conocimiento de EE UU. No había tropas cubanas en Angola con anterioridad a esta intervención. En noviembre, La Habana empezó a enviar tropas aerotransportadas a Angola, respondiendo a peticiones del MPLA. EE UU protestó inmediatamente calificando a Castro como bandido.
Los funcionarios americanos fueron miopes al esperar que los soviéticos y cubanos pernútirían un triunfo barato de EE UU en Angola. Pero el hecho de que Castro no le haya vuelto la espalda al MPLA no significó que no tenía interés en mejorar las relaciones con Estados Unidos. Si esto fuera cierto, el estímulo americano a las incursiones de Zaire y Suráfrica habría significado también que las ofertas estadounidenses a Castro tenían un propósito cínico. Es posible que él haya pensado esto, pero estaba dispuesto, pragmáticamente, a mantener separados los dos asuntos, buscando la aproximación, aun cuando Estados Unidos respaldara fuerzas ópuestas a los amigos de Cuba en Angola.
No se trata de que EE UU debería haber iporado las tropas cubanas en Africa, sino de que tales tropas tal vez no habrían sido enviadas a Angola sí EE UU hubiese seguido una política más inteligente. El problema de Angola no demuestra que el diálogo con Cuba es infructuoso. Al contrario, le habría ido mejor a EE UU si hubiese discutido el asunto de Angola con los cubanos y las demás partes interesadas con miras a desarrollar el acuerdo de 1975.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.