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Homenaje de los críticos a René Metras, galerista francés afincado en Barcelona

Tomàs Delclós

La Asociación de Críticos de Arte de Cataluña dará hoy un homenaje a diversas personas e instituciones, entre quienes figura el galerista René Metras. Los veinte años de su galería barcelonesa dan pie a reconocer el apoyo a la vanguardia pictórica que dio Metras en los años en que su pasaporte francés le permitía airearse por esos mundos y yolver a la encerrona cultural de la dictadura con algo tan elemental como la información.

Metras traía datos de lo que se cocía en el arte europeo, información que rescataba de la soledad a los artistas catalanes cuyas intuiciones, como las de Antoni Tápies, superaban las mediocres fronteras españolas, dentro de las cuales los retratistas y figurativos más floños eran el único arte reconocido.En 1912, con cinco años, René Metras llega por primera vez a Barcelona. Pero es después de la segunda guerrá mundial cuando se afinca definitivamente. "Mi padre tenía una fábrica de estampados y ello ya suponía una primera preocupación por la creación de colores. Por deberes de hijo único proseguí durante muchos años con el negocio familiar, pero muy pronto me orienté hacia el mundo de las artes plásticas. La colonia veraniega de Sant Celoni, con las familias Cuixart, Barba, Goday; su alcalde, Lluís Maria Riera; los señores Muntcanuts, el doctor J. Raventós -amigo de Picasso- y el entonces desconocido Antoni Tàpies, constituirnos un grupo preocupado por la vanguardia cultural". Esta congregación, que tuvo vida azarosa, fue un núcleo de activismo intelectual. De ahí salió el Club 49 y Dau al set (1948-1951), efímera revista que agrupó a algunos de los que después serían grandes nombres de la vanguardia, como Joan Broosa, el crítico Arnau Puig, Modest Cuixart, Joan Pong, Tàpies, Juan Eduardo Cirlot... y en la que René Metras figuraba como tesorero. "Yo había realizado algunas pinturas de inspiración surrealista-cubista, pero me di cuenta de que carecía del secreto creativo de los otros. El papel de tesorero era simbólico porque no teníamos ni un duro. Del primer número -en el que inveIrtimos 370 pesetas- editamos cien ejemplares. Con el segundo llegamos a los 125, ejemplares de tirada y ganamos 40 pesetas".

El agobio espiritual de la dictadura provocó el exilio de muchos artistas. "La mayorías se fueron a París. Alguno, como Ponç, se afincó en el Brasil. Joan Prats y alguna galería barcelonesa hizo exposiciones informativas muy importantes. Sólo a través de algunas revistas extranjeras podíamos conocer lo que suponía el trabajo de un Klee o de un Kandinsky e, incluso, el de españoles como Picasso o Gris. Y eso era muy importante para quienes, a ciegas, realizaban como podían experiencias cubistas o cercanas a los conceptos mantenidos por estos artistas. En 1957 empezamos a saber lo que era la escuela del Pacífico y la sala Gaspar montó la exposición L'art, l'autre, sobre el informalismo".

Las revistas de arte suplieron, en muchos casos, la falta de exposiciones. Metras editó El Correo de las Artes, entre 1958 y 1962. "La cerró la censura por una desafortunada coincidencia. Publicamos un artículo sobre los trabajos de Cuixart a partir de un texto brechtiano, y eso coincidió conque, aquel año, Bertold Brecht recibió el Premio Stalin". Fue a raíz del cierre de la revista cuando Metras se planteó la apertura de una galería, entendida como "un espacio de confrontaciones entre las distintas prácticas artísticas".

La mediación mercantil en el proceso artístico es un hecho inevitable que sólo es señalada como contradicción en aquellos artistas que se plantean su trabajo con una mirada nueva. A las vanguardias se les pide el martiriologio de la pobreza como un elemento de autenticidad. "Está el hecho, eso sí, de que un cuadro de Tàpies se compra por teléfono no sólo por la garantía de su valor artístico, sino por la seguridad que supone la inversión. Pero, no obstante, hay pocos valores seguros, y la historia del Arte no perdona los bluffs". Para Metras, tras la atonía de los años setenta, se asiste actualmente a la aparición de una serie de artistas que no buscan acogerse a ningún predecesor de lustre.

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