Mitterrand denuncia la intervención libia en Chad
Ha comenzado la intervención extranjera en Chad con el apoyo logístico de Libia, declaró ayer el presidente de la República Francesa, François Mitterrand, en contradicción con su ministro de Relaciones Exteriores, Claude Cheysson. El presidente reafirmó que Francia domina la técnica de fabricación de la bomba de neutrones, pero que aún no produce en serie esa arma nuclear táctica que mata al ser humano y respeta el entorno. Estas y otras manifestaciones, referentes a la política interior, las hizo Mitterrand en el curso de una entrevista exclusiva de una hora de duración a la emisora Europa 1.
De acuerdo con las palabras pronunciadas ayer por Mitterrand existe un comienzo de intervención extranjera en Chad que "se manifiesta, en cierta medida, con el apoyo logístico por el lado libio, sin ninguna duda". Con dicha declaración, el presidente desmentía a Claude Cheysson, que pocas horas antes afirmó ante las cámaras de televisión en París: "Repito que, de momento, no hay intervención extranjera".El presidente, al hacer referencia a la misma contienda, rememoró los acuerdos de cooperación militar existentes entre el Gobierno oficial de Chad y el de Francia, firmados en 1976, y recalcó que "Francia respetará sus compromisos con Chad". Para no dejar lugar a dudas sobre su determinación, Mitterrand reiteró que "todo lo que Francia ha prometido será realizado".
Al margen de esta alusión a la guerra de Chad y de otra tocante a las elecciones generales italianas, Mitterrand fue únicamente interrogado sobre cuestiones de política interior entre las 7.30 y las 8.30 horas de la mañana, ,cuando los franceses toman el croissant o se desplazan al trabajo, y en todo caso, cuando más escuchan la radio.
Con esta nueva fórmula de intervención ante sus conciudadanos, el presidente intenta paliar el momento difícil por el que atraviesa el Gobierno. Durante los dos primeros años de su septenio apenas habló en público. Eran los tiempos del llamado estado de gracia. Ahora nadie niega que el poder socialista-comunista, al inicio de su tercer año de mando, tropieza con las cotas de descontento más elevadas, y Mitterrand ha decidido explicar él mismo su política para conseguir un consenso nacional mínimo en favor de la austeridad imprescindible destinada a restablecer los grandes equilibrios económicos.
En pocas semanas, el presidente ha repetido tres veces su discurso sobre el esfuerzo. Y tanto él como su primer ministro, Pierre Mauroy, redoblan los argumentos, ante el electorado, para diferenciar el rigor de derechas y el de izquierdas, "que no tienen nada que ver, porque el segundo va acompañado de la justicia soc¡al".
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