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Los propietarios del barco se oponen al regreso del Harrier al Reino Unido hasta que se garantice el premio de indemnización

Pasada la una de la tarde (las dos, hora peninsular), ayer atracó en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife el barco español Alraigo, con un avión Harrier de la Royal Navy británica a bordo, que había aterrizado sobre su cubierta en la noche del pasado lunes. Este caso inédito había despertado una gran expectación. Numerosas personas recibieron en el puerto al carguero español que transportaba más de una decena de contenedores y un cargamento de madera. El aparato británico, situado entre el palo mayor y el puente de popa del barco, con una inclinación de 45 grados, reposaba su parte trasera sobre un furgón ligeramente dañado y su parte delantera sobre uno de los contenedores. La naviera propietaria del barco anunció anoche que se opondrá al regreso del avión a Inglaterra hasta que se garantice el premio de indemnización que legalmente les corresponde.

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Hacia las doce del mediodía, el carguero Alraigo aparecía en las proximidades del puerto tinerfeño, tal y como había sido anunciado por la consignataria Rodríguez López, en contra de la hora prevista inicialmente, las siete de la mañana. Su presencia en aguas canarias fue seguida de inmediato por dos avionetas y varias lanchas, con periodistas nacionales y extranjeros. No estaba confirmado aún que el barco atracara y se presumía que solamente fondearía, para aguardar órdenes de su armador. Esta circunstancia obligó a los periodistas a intentar llegar hasta el barco mediante tal procedimiento. Las negociaciones entre la naviera García Miñaur, propietaria del carguero, y los representantes de la Royal Navy, sobre una posible indemnización a aquélla, habrían hecho considerar a la misma, según indicaron los abogados de la parte británica, la conveniencia de no entrar en el puerto. Sin embargo, tras evidentes titubeos del buque, que corrigió reiteradamente su dirección, poco después de la una de la tarde atracó en el puerto, en medio de notables medidas de seguridad a cargo de la Policial Nacional. Finalizaba así una insólita historia iniciada en la noche del pasado lunes a 120 millas de las costas portuguesas.El AIraigo, construido en 1977, de 3.618 toneladas de peso muerto, y de 98,4 metros de eslora y 14,76 metros de manga, navegaba a las órdenes de su joven capitán, Aitor Suso, bilbaíno, de 26 años, en su ruta de Bilbao a Tenerife. Eran las nueve y media de la noche del lunes y "advertimos que un avión daba varias pasadas sobre nuestra cubierta, sin que creyéramos que fuera a aterrizar", explicó el capitán del barco. En un momento determinado, el Harrier se situó en un punto vertical e inició, ante la sorpresa de todos, un aterrizaje de emergencia sobre la carga del Alraigo. El capitán añadió que, en un primer momento, pensó que los iban a mandar a pique

"Ya pasó el susto", fueron las primeras palabras del capitán del barco al desembarcar, desde donde, según dijo, por cortesía, "prefiero informar primero de lo ocurrido al comandante de Marina". Explicó que la maniobra del piloto británico había sido muy rápida e insistió en que personalmente se encontraba "más tranquilo".

Miembros de la tripulación relataron que el avión había despedido una gran humareda al aterrizar y que un artefacto se había desprendido del mismo, chocando primero contra un contenedor y cayendo a continuación sobre la cubierta del barco, donde fue amarrado a un lugar seguro. Este periódico pudo confirmar que el aparato contenía dos misiles de prácticas. El avión había perdido autonomía, al escasearle el combustible y tener problemas de funcionamiento, cuando su piloto el subteniente Watson, de 25 años decidió aterrizar sobre un barco El primero que divisó fue el Alraigo y no lo pensó dos veces, dando muestras de una gran habilidad.

Al piloto le fallaron los equipos de navegación

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El piloto descansó durante el viaje hacia Tenerife y comentó que estaba muy feliz por haber localizado el barco español, gracias al cual logró salvar su vida y el aparato, que probablemente hubiera acabado precipitándose sobre el mar, con riesgo muy elevado de explosión. Ayer tarde, en una conferencia de prensa, el piloto dio detalles de su aventura. Había salido del portaaviones Illustrius, junto a otro avión, en un vuelo de reconocimiento, y una vez terminada su misión notó que no le funcionaban los equipos de navegación, ni la radio. Como sólo le quedaban siete minutos de autonomía y vio el carguero, optó por un aterizaje de emergencia, única forma de salvarse él y el avión, dijo el piloto británico, quien celebró el excelente entrenamiento que había obtenido de la Navy.

El avión pertenece a la dotación del portaaeronaves Illustrius, gemelo del Invencible, que intervine en la guerra de las Malvinas. Pari ayer tarde estaba prevista la llega da a Tenerife de un barco petrolero del Reino Unido, el British Tay en el que será devuelto el Harrier dicho país, según comunicó a est periódico el comandante de la Royal Navy, Paul Madge, desplazada Tenerife junto a varios técnico para organizar el regreso del aparato.

Anoche, un portavoz de la naviera dijo que se oponía a la vuelta del cazabombardero británico al al Reino Unido, en tanto no se garantice el premio de indemnización que les corresponde, de acuerdo a los tratados internacionales. El mismo portavoz añadió que la naviera propietaria del barco había iniciado expediente de salvamento, manteniendo la tesis de que en el aterrizaje existió peligro real, porque podía haber producido la eslora del buque, su posible pérdida de equilibrio y hasta explosiones e incendio.

"Es la primera vez que un avión de este tipo aterriza sobre la. cubierta de un barco que no estaba preparado para esta función. El piloto ha hecho un gran trabajo al realizar una operación como ésta", declaró a EL PAIS Paul Madge, que evitó precisar la situación del portaaeronaves en el momento del aterrizaje del Harrier. "Se encontraba en el Atlántico, en la zona centro-este. Estaba desde luego en aguas internacionales

El avión Harrier 001 de la Royal Navy, de color gris oscuro, con círculos concéntricos azules y rojos en ambas alas, permanecía en la tarde de ayer en la misma posición en que quedó tras aterrizar sobre el barco. Representante de la naviera propietaria del carguero Alraigo eludieron, en un primer momento hacer declaraciones, tras entrevistarse a bordo del barco con el capitán.

El armador, Alfonso García Miñaur, viajo a la isla. También lo hizo, coincidiendo en el avión, el secretario general del Sindicato Libre de la Marina Mercante (SLMM), Andoni Lecertúa, quien confirmó a este periódico que el Juzgado Marítimo número siete de Las Palmas había destinado a un teniente del Cuerpo Jurídico de la Armada para intervenir en el caso. El Juzgado Marítimo permanente debe dictaminar, según ocurre en ocasiones como ésta, si se ha tratado de un acto de salvamento, de cargo o de otro tipo.

De no producirse dicho acuerdo, se recurrirá al Tribunal Marítimo Central, siguiendo la ley española.

Existe un convenio internacional suscrito en 1911 sobre salvamento, remolques y otras circunstancias. Para el secretario general del SLMM, "los ingleses intentarán por todos los medios llevar este tema al Lloyds Comite de Londres, la compañía clasificadora de seguros más importante del mundo. Pero esto supondría una dejación por parte española'".

En 1941, un trasatlántico español El cabo de buena esperanza, rescató un hidroavión, también británico, del acorazado Malaya, con tres tripulantes, conduciéndolo a Santa Cruz de Tenerife.

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