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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

¿Inevitables euromisiles?

LAS NEGOCIACIONES sobre euromisiles entre norteamericanos y soviéticos se han reanudado en Ginebra en un ambiente algo diferente del que existía cuando fueron suspendidas. La Iglesia católica de Estados Unidos ha adoptado una pastoral terminante en su condena de la acumulación y del empleo de las armas nucleares; ha estimulado con ello actitudes semejantes de otras Iglesias, incluida la nota de la última reunión del Episcopado español. Los movimientos pacifistas han intensificado su actividad, anunciando una oposición resuelta a la colocación de los euromisiles; tales actitudes iñfluyen en algunos de los principales partidos de izquierda en Europa, como el laborismo inglés y los socialismos moderados de la República Federal de Alemania y los países nórdicos. El Congreso de EE UU, a pesar de los esfuerzos de Reagan, ha adoptado una resolución en pro de la congelación del armamento nuclear, lo que responde también a una filosofía radicalmente diferente de la que inspira la resolución de la OTAN de diciembre de 1979 en virtud de la cual, EE UU se apresta a iniciar este otoño la instalación de misiles Pershing 2 y Tomahawk en vanos paises de Europa occidental.En cuanto a las negociaciones, parece que se ha dado un paso adelante con la propuesta soviética de calcular en cabezas nucleares y no en misiles; éstos, en ciertos casos, como el de los SS-20 soviéticos, son portadores de varias cabezas nucleares. Pero ese paso no disminuye la discrepancia radical sobre los armamentos franceses y británicos. ¿No hay en el fondo de esta dificultad un vicio de origen en el planteamiento mismo de esta negociación? Porque, sí se trata de Europa, ¿cómo justificar que no participen los europeos en la negociación sobre los euromisíles, ni siquiera los países que disponen de armas nucleares? Y si no se trata sólo de Europa, sino de la relación entre las dos superpotencias, ¿por qué separar esta negociación sobre armas de alcance medio de las negociaciones más generales, estratégicas (las START), que están llevando a cabo, en la misma Ginebra, los mismos interlocutores?

Si se parte de las posiciones que han sido fijadas públicamente por los Gobiernos de EE UU y la URSS, es casi obligado llegar a la conclusión de que no hay acuerdo posible; sin embargo, es de suponer que en las largas sesiones que celebran las dos delegaciones en el más absoluto secreto no se limitarán a repetir lo que ya han publicado todos los periódicos del mundo. Puede intuirse que está en marcha alguna negociación real, concreta, parecida a la que el verano pasado, en un paseo campestre de Nitze y Kvitsinski, desembocó en una propuesta común que luego rechazaron los dos Gobiernos. Sin embargo, no parece que las instrucciones que han recibido vayan en ese sentido.

Los plazos de la negociación son ya muy cortos; escasos meses nos separan de la fecha fijada para el inicio de la instalación de los euromisiles, empezando por nueve Pershing 2 en la RFA y 32 misiles de crucero Tomahawk en el Reino Unido e Italia.

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La perspectiva de que un fracaso de las actuales negociaciones y una aplicación automática de la resolución de la OTAN desate una carrera de armamentos aún más peligrosa e irracional de la que está ya en marcha en la actualidad es absolutamente preocupante. Por eso se están abriendo paso en diversos ambientes europeos y amencanos nuevas sugerencias; por ejemplo, una moratoria que permitiese alargar los plazos de las negociaciones antes de que se ponga en marcha la colocación de los Pershing, y, sobre todo, la conveniencia de coordinar o fusionar en Ginebra las dos negociaciones, la estratégica y la de los euromisiles, lo que sin duda permitiría ampliar y diversificar las posibilidades de eventuales acuerdos. Estas preocupaciones coinciden con un sentimiento muy extendido en la opinión pública radicalmente contrario al incremento del armamento nuclear. Pero el pesimismo es generalizado, y los observadores coinciden, por el momento, en señalar que, aun si se llega a un acuerdo concreto en Ginebra, éste implicará la instalación de algunos misiles Pershing en Europa occidental.

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