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Tribuna:La academia de Hollywood concede sus galardones
Tribuna
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Triunfo en la Academia: empezar por el principio

Es esta la primera vez que el premio de la Academia de Hollywood a la mejor película de habla no inglesa ha recaído sobre un filme español. En nueve ocasiones anteriores habían quedado finalistas otras candidatas españolas, pero distintos problemas hicieron imposible el logro del oscar (véase EL PAIS del 10 de abril, donde ya se recogía el ambiente favorable a Volver a empezar): Bardem, Berlanga, Saura, Armiñán, Rovira Beleta y Buñuel no encontraron en su momento el ambiente propicio que ahora ha beneficiado a José Luis Garci.Es evidente que los premios internacionales obtenidos recientemente por el cine español (Demonios en el jardin, en San Sebastián; La colmena, en Berlín) han significado un cambio sustancial en el juego internacional de nuestro cine. Si en los últimos años era prácticamente Saura el único director considerado en el extranjero, el abanico comienza ya a abrirse a toda la industria cinematográfica española, no sólo debido a la libertad de expresión que el cine respira desde la muerte de Franco, sino al nuevo talante gubernamental de la política interior y exterior.

Desde una mentalidad distinta se gestiona ahora la representación exterior de nuestro cine, y a ello se han referido antes de conocer los resultados de este año los directores españoles candidatos al Oscar en convocatorias anteriores. La atención especial con que Pilar Miró atiende la promoción internacional del cine español, aun no siendo un dato condicionante, sí es un claro síntoma de ese cambio.

Volver a empezar no obtuvo éxito de público ni de crítica con motivo de su estreno en España; se convirtió incluso en el primer fracaso comercial de José Luis Garci, que, desde Asignatura pendiente (1977), había acertado con el gusto del público. Fue seleccionada para competir por el Oscar, en paradoja sólo aparente, por un comité de representantes de la industria española, se tuvo en cuenta la necesidad de presentar una película que pudiera conectar con la sensibilidad de los votantes norteamericanos.

La experiencia del pasado año, en el que se eligió sin éxito Patrimonio nacional, hacía aconsejable hacerlo así. Al margen de cualquier juicio crítico, el filme de Berlanga no había interesado previamente en Cannes, y esa referencia debía haberse valorado: mucho más cuando otra película española, Bodas de sangre, estaba obteniendo en ese momento un éxito impresionante en todo el mundo..., y no se envió al Oscar.

La película de Garci, en cambio, se había presentado en el último festival de Montreal, donde obtuvo un premio no oficial y críticas positivas en la mayoría de los periódicos. La reacción del público canadiense evidenció además que algunos aspectos de la película coincidían con sus gustos: el tono turístico de sus imágenes, donde abundan estampas de los paisajes asturianos; la sencillez de su historia amorosa, tan coincidente con el retorno a viejos esquemas, y las referencias a aspectos de la vida española (la conversación telefónica con el Rey) y norteamericana (la canción Begin the beguine) fueron elementos claramente aplaudidos. Finalmente, al ser adquirida por la Fox para su distribución en Estados Unidos permitía contar con sus esfuerzos para verla coronada con un premio. Es obvio que era Volver a empezar la película que debía enviarse a Hollywood.

No obstante, los círculos cinematográficos españoles más informados fueron pesimistas al principio: consideraban que tanto La noche de san Lorenzo, de los hermanos Taviani, o Yol, de Güney, tendrían más posibilidades de éxito. La sorpresa de no verlas incluidas ni entre las cinco finalistas aumentó las esperanzas de ver premiada Volver a empezar, incluso frente a Coup de torchon, de Tavernier, y Alsino y el cóndor, de Miguel Littin. Un cierto conformismo se respira siempre en los oscar: que sea Gandhi la acaparadora de las estatuillas de este año es una prueba de ello si se la compara, por ejemplo, con la revulsiva Missing, de Costa-Gavras, que ha sido prácticamente olvidada.

El éxito de la película de José Luis Garci quizá permita abrir el mercado a otras películas españolas. Sería magnífico para la industria y, a la larga, para los espectadores españoles. Sin embargo, no hay que ser muy triunfalístas. Los oscars concedidos en años anteriores a las cinematografias húngara y soviética no han permitido una mayor presencia de sus películas en los mercados internacionales, incluido el español. De cualquier forma, es excelente descubrir que el cine español toma ya cuerpo fuera de nuestras fronteras.

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