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La absoluta falta de protección pública produce el estancamiento en el uso del gallego

Declaraciones de Antón Santamarina, secretario del Instituto de la Lengua Gallega

Un cierto estancamiento en la lenta expansión del uso del gallego fuera de sus habituales fronteras funcionales y sociológicas ha venido a coincidir, de forma quizá no del todo impremeditada, con la concesión del Premio Ossián -creado por la fundación alemana FVS para apoyar la defensa de las culturas minoritarias- al Instituto de la Lengua Gallega QLG). Antón Santamarina, secretario de una institución que en sólo 12 años de existencia ha elaborado el atlas lingüístico de Galicia y la primera normativa unificada del gallego, además de publicar 27 números de una revista especializada en temas filológicos, relaciona la actual situación de atonía con una absoluta falta de protección pública a la lengua que el Estatuto define como propia de la comunidad autónoma.

"Al contrario de lo que ocurre en el País Vasco y Cataluña", asegura Santamarina, "donde la reivindicación y la lucha por la defensa de los respectivos idiomas la hace el Gobierno catalán o el vasco en nombre del pueblo frente al Estado central, en Galicia, esta defensa la ejercitan los partidos nacionalistas frente al propio Gobierno autonómico gallego".El secretario del ILG, quien tampoco ahorra críticas a los nacionalistas, "que, en general, se complacen más en reclamar utopías que en trabajar aprovechando la legalidad vigente", maneja cifras comparativas que hacen obvia cualquiera de sus muchas lamentaciones. "Es bien significativo, por ejemplo", dice, "que el Ayuntamiento catalán de Sabadell haya gastado más dinero en un programa de normalización lingüística de tres meses de duración que la Xurita de Galicia en toda su vida autonómica y preautonómica.

"Por otra parte", añade, "el Servicio de Euskaldunización de la Diputación Foral de Guipúzcoa invirtió el pasado año más de 280 millones de pesetas en campañas de normalización del eusquera, mientras la Xunta, que ha de atender a toda Galicia, no invierte ni siquiera el 5% de esa cifra anualmente".

La alienación lingüística

Esta política de indiferencia oficial, apoyada sobre la alienación lingüística de una parte importante de la población gallega, que mira impasible, e incluso complacida, la desaparición de una lengua que es para ella un estigma", podría poner en peligro, a juicio de Santamarina, la supervivencia misma del gallego como idioma. Su visión del futuro próximo es, sin embargo, moderadamente optimista."Realmente, ya hemos estado peor, pero aun así, es preciso que haya cambios muy notables. Durante siglos, la idea de que España es una fue acompañada de otra según la cual debería ser también uniforme, y el Estado puso todos los medios para que ello fuera así. Lo que resulta absurdo es que el Gobierno de Galicia siga siendo un brazo del aparato ideológico del Estado". Santamarina, que no cree en la posibilidad de un hecho cultural políticamente neutro "en un país en el que hay una lengua amenazada, como es Galicia", asigna un notable porcentaje de responsabilidades por la actual situación a los peligros mayoritarios en la comunidad autónoma.

"Las fuerzas políticas de obediencia estatal, que tienen en Galicia mayor arraigo que los nacionalistas, contemplaron siempre el gallego más como un problema que como un bien cultural en peligro. De todas maneras, el hecho lingüístico está ahí y no permite evasivas: esto explica que, aunque Galicia no haya tenido hasta ahora una representación nacionalista en las Cortes ni cuente con más de cuatro diputados nacionalistas en el Parlamento autónomo, el gallego tenga un reconocimiento legal idéntico al catalán o al vasco. Lo que pasa es que, en la práctica, poco más tenemos que la legalidad'.

Polémica sobre la normativa

Preocupado por la agria oposición que han encontrado las primeras normas morfológicas y ortográficas del gallego elaboradas por el Instituto y la Real Academia entre los partidarios de reintegrar el gallego al tronco originario portugués, Santamarina asegura que la Xurita debe zanjar cuanto antes el problema para facilitar la recuperación del idioma."Sin patrón ortográfico no hay enseñanza posible, y sin enseñanza no hay recuperación", dice el secretario del ILG, para quien la solución consiste en la simple promulgación de un decreto oficializador, anunciado ya, por otra parte.

Cumplido este trámite indispensable desde el punto de vista puramente instrumental, Santamarina recabaría "una voluntad firme y sincera por parte de los que gobiernan de salvar el idioma, porque es lo más importante que tiene esta comunidad. El gallego es nuestra patria, y el día que desaparezca, Galicia desaparecerá también".

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