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La muerte de Castroviejo priva a Galicia de uno de los supervivientes peculiares de su cultura literaria

Su entierro no se mantuvo en el secreto que quería el escritor

Una imprevista filtración impidió a José María Castroviejo contar con el entierro íntimo, familiar y casi secreto que él había soñado y escrito- como acto final para una vida de fabulador de sí mismo, en la que ejerció de señor de Tirán, guarda mayor de caza y pesca fluvial del reino de Galicia, estudiante iconoclasta, inspector de periódicos apenas existentes y profesor rápidamente arrepentido de disciplinas universitarias demasiado alejadas de su visión lúdica de las cosas. La familia del escritor, uno de los últimos superviventes de la inteligencia gallega de la anteguerra, tan sólo pudo ocultar por unas horas la noticia de su muerte, que Castroviejo deseaba que se diese a conocer después del entierro, celebrado ayer en el cementerio de la parroquia pontevedresa de Tirán.

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Un recuerdo de juventud

Consecuente hasta el último momento con una filosofia vital que le había llevado a escoger el deliberado ejercicio de la anacronía como último de los hidalgos rurales gallegos, Castroviejo rehusó ser hospitalizado cuando se produjo el agravamiento de la dolencia incurable en la columna vertebral que acabó con su vida en la tarde del jueves. La noticia, conocida la dolencia del escritor, no era inesperada, aunque en círculos culturales de toda Galicia y de toda España el conocimiento de la muerte de tan peculiar personaje del siglo gallego ha sido recibida con sorpresa.El escritor, que había sido operado años atrás en Holanda y conocía la irreversibilidad del proceso, expresó y pudo cumplir su deseo de morir al viejo modo, en la cama de todos los días, rodeado de su mujer y seis de sus nueve hijos.

José María Castroviejo y Blanco Cicerán, que el pasado 4 de marzo había cumplido 74 años, era uno de los escasos supervivientes de las distintas generaciones de intelectuales que propiciaron el renacimiento de la cultura gallega y su conexión con las corrientes europeas del momento en los años anteriores a la guerra civil.

La columna vertebral de este renacimiento de la cultura literaria gallega ha sido el uso de la imaginación, relacionada con la capacidad que la propia tierra tiene para ofrecer sugerencias sobre los temas de sus creadores. En el caso de Castroviejo, por otra parte, puede decirse que la propia biografía subraya y supera, en muchos casos, el propio ejercicio de la imaginación.

Reconocimiento de la inteligencia

Cuestionado por una parte importante de la inteligencia gallega, que le reprochó siempre su relación con el franquismo, Castroviejo consiguió, sin embargo, el respeto personal de sus oponentes ideológicos. Más allá de las sustanciales diferencias políticas que los separaban, el escritor Xesús Alonso Montero no dudó en reconocer, al tener noticia de su muerte, que había sido en todo momento "un hombre noble, incluso en ocasiones en las que ejercer la nobleza era difícil". Valentín Paz Andra de, biógrafo de Castelao, enfatizó, por su parte, la necesidad de separar la postura política de Castroviejo y los valores litera rios de su obra. "Al mezclar las dos ' cosas, se pierde la visión que merece el escritor y el hombre".

Su biografía política es, pese a todo, mucho menos lineal y más contradictoria de lo que al principio pudiera suponerse. Domingo García Sabell ha testimoniado la militancia en la FUE de un Castroviejo al que describe como "una especie de activista, con aventuras curiosas", y al que otros compañeros de la época atribuyen la colocación de un petardo en la cátedra de la universidad que dirigía su padre. Una vez concluida la guerra, civil española en la que resultó mutilado, José María Castroviejo ocupó una asesoría en el Ministerio de Asuntos Exteriores, para desempeñar después la dirección del periódico El pueblo gallego, de Vigo, incorporado a la cadena de prensa del Movimiento. El escritor fue nombrado posteriormente inspector del único periódico de la cadena en Galicia.

La íntima amistad con Cunqueiro

Autor en castellano, aunque publicase algunos libros de poesía en gallego, Castroviejo compartió con su íntimo amigo Álvaro Cunqueiro una común pasión por la fábula, la magia, la tierra y la gastronomía. El único fruto literario de su larga amistad es un extraordinario Viaje por los montes y chimeneas de Galicia, en el que resultan indistinguibles el Cunqueiro que transformaba la realidad en fábula y el Castroviejo por una vez alejado de las fabulaciones de sí mismo. Alvaro Cunqueiro, personalidad trascendente de la imaginación gallega del siglo, fue, precisamente, uno de los miembros del círculo de amigos que distinguía a José María Castroviejo con el tratamiento correspondiente al titular del imaginario señorío de Tirán. Ésta y la no menos fabulosa de guarda mayor de caza y pesca fluvial del reino de Galicia y sierra de los Ancares eran las únicas distinciones apreciadas por un hombre de barba vagamente valleinclanesca que obtuvo la práctica totalidad de los preirtios de periodismo convocados en España y el nacional de literatura. José María Castroviejo escribió teatro, ensayo, novela y poesía, aunque su actividad más constante fue la de articulista de prensa.

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