A Marianela García Villas
La Comisión Española por los Derechos Humanos y la Paz en El Salvador quiere rendir con este artículo colectivo un homenaje a la memoria y a la labor desempeñada por la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador, recientemente asesinada en este país centroamericano.
Hace aproximadamente dos años, Marianela García Villas, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador, nos convocó a veintidós personas españolas para exponernos la situación de su pueblo y pedirnos una acción solidaria y continuada por él.Con ese motivo constituimos la Comisión Española por los Derechos Humanos y la Paz en El Salvador. Desde entonces hemos seguido puntualmente, apasionadamente, la vida y muerte del querido pueblo salvadoreño, que de mil formas ha expresado su decisión colectiva y organizada de conquistar la libertad.
El 15 de diciembre de 1981 hacíamos una declaración pública dirigida al Gobierno español y ratificada por 250 personalidades del mundo político -el actual presidente del Gobierno, muchos de sus ministros, directores generales, los presidentes actuales del Parlamento y del Senado, con una gran representación de diputados y senadores-, sindical, jurídico, artístico, intelectual, eclesial, periodístico..., en la que pedíamos encarecidamente:
1. Que, de acuerdo con los principios y normas del Derecho internacional humanitario, tome iniciativas solidarias en favor de la población salvadoreña, tan gravemente lesionada y violada en sus derechos humanos más elementales.
2. Que tome en cuenta los contenidos del presente documento y se pronuncie también por el reconocimiento del FDR-FMLN como fuerza política representativa, y preste especial atención a su propuesta de paz, en señal de buena voluntad y disposición veraz a contribuir a la superación justa y duradera de la crisis existente en El Salvador.
3. Que, en su calidad de Estado hermano, interponga sus buenos oficios entre las dos partes en conflicto -la Junta de Gobierno de El Salvador y el FDR-FMLN- para la búsqueda de una solución política que supere la crisis en la que esta sumido el país por medio de un proceso de conversaciones de paz.
4. Que se ofrezca a formar parte del grupo de Gobiernos democráticos que actuarían como testigos en el curso dé las conversaciones de paz.
5. Que haga un llamamiento a los Estados amigos, en particular a Estados Unidos, para que, dentro del respeto al principio de no intervención en los asuntos internos de los pueblos, faciliten las conversaciones de paz de las fuerzas en lucha en El Salvador y contribuyan al logro efectivo de una solución justa y democrática en el país hermano.
Balance de la situación
Durante este año y medio hemos continuado analizando todo tipo de información, documentos y testimonios llegados desde allá, y hemos realizado algunos viajes al área centroamericana para conocer directamente los hechos y formarnos un juicio lo más objetivo posible de la situación y del proceso salvadoreño.
Nuestra valoración, expresada sintéticamente, es la siguiente:
- El régimen y Gobierno salvadoreño, antes y después de las elecciones del 28 de marzo de 1982, no ha podido superar su crisis estructural y un total deterioro político, y ha demostrado su incapacidad radical y absoluta para encontrar soluciones a los problemas reales del país y de su pueblo.
- Los resultados de los planes y prácticas, militares y represivas llevadas a cabo por el Ejército y cuerpos policiales no han sido otros que genocidio, tierra arrasada, matanzas, torturas, asesinatos, desapariciones y muerte... La estructura militar, corrupta y enfrentada entre sí, está perdiendo la guerra y no tiene la necesidad moral -al margen de la causa que defiende, ilegítima e injusta, o quizá por ello- para poder ganar.
- La ayuda militar, económica, política y diplomática de la Administración norteamericana y del presidente Reagan, a pesar de sus justificaciones ideológicas con las que pretende convencer (o engañar) al mundo, a su pueblo y al Congreso, está manteniendo a la fuerza, y por la fuerza una situación irracional cuyo único efecto es la muerte y el sufrimiento indecible del pueblo salvadoreño, con el peligro de generar una regionalización bélica de resultados impredecibles, incluso para Estados Unidos. Si es aprobada la ayuda de 110 millones de dólares solicitados por Reagan al Congreso, la situación se agravará aún más y nada se solucionará.
- Después del plan de paz ofrecido por el FDR-FMLN en el 36-2 período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, y concretado en los cinco puntos para la negociación por Guillermo Manuel Ungo, presidente del FDR, el camino es la búsqueda de soluciones políticas a través del diálogo entre las partes (a quien nadie puede ni debe sustituir y sobre el cual es absurdo imponer condiciones). Todos los esfuerzos de países y fuerzas democráticos han de orientarse a la consecución de una paz basada en la dignidad e independencia de los pueblos. Entendemos en ese sentido la declaración franco-mexicana y las propuestas de México, Panamá, Venezuela y Colombia, y otros países amantes de la paz.
También hay que valorar muy positivamente las declaraciones expresadas por el presidente del Gobierno, Felipe González, sobre su abierta disposición a contribuir al proceso de pacificación en Centroamérica.
Estamos seguros do que España puede prestar un gran servicio a la paz de El Salvador, haciéndose eco de los legítimos intereses objetivos de su pueblo.
En nuestra calidad de comisión española, sólo nos ha movido la defensa de los derechos humanos y la paz en El Salvador. En este compromiso, nos sirvió de referencia aleccionadora el trabajo y orientaciones de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES) y la abnegación e inteligencia de su presidenta, Marianela García Villas, recientemente asesinada cuando realizaba una misión propia de su responsabilidad -y no como, lamentablemente, ha sido presentada por algunos medios de comunicación cuya única fuente era el comunicado oficial del Comité de Prensa de las Fuerzas Armadas Salvadoreñas (Coprefa)- para recabar datos, informes y pruebas sobre la violación sistemática y selectiva de todos los derechos humanos y la utilización de productos químicos y fósforo blanco en los bombardeos contra la población civil, ejecutados en su estrategia de tierra arrasada por el Ejército salvadoreño, asesorado y sostenido sobreabundamente por la Administración norteamericana.
Homenaje a su memoria
La muerte de Marianela García Villas nos ha convocado para rendir homenaje a su memoria, a su trabajo, al holocausto de su vida, dedicada, con una categoría profesional y ética absolutamente excepcionales, a la causa del pueblo salvadoreño y la defensa de sus derechos y libertades.
El recuerdo emocionado de Marianela García Villas nos alienta y compromete a continuar su trayectoria y decir a los cuatro vientos lo que ella, con su muerte, sigue gritando:
- Al Gobierno y al Ejército salvadoreños, que dejen de asesinar y mentir a su pueblo; que reconozcan las condiciones reales y busquen, lo más honrosamente que le sea posible, quizá retirándose, la solución a los conflictos.
- Al pueblo norteamericano y a sus instituciones democráticas, que frenen el delirio del apoyo militar y presionen sobre su Gobierno para que se aceleren las negociaciones en búsqueda de la paz justa.
- A todos los Gobiernos democráticos del mundo, que abandonen su indiferencia y se empeñen en el apoyo solidario al pueblo salvadoreño, comprometiéndose activamente en una solución auténtica de paz.
- A la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, reunida en Ginebra, que condene rotundamente la violación de los derechos humanos en El Salvador y a sus causantes y colaboradores, y que reconozca y proponga a Marianela García Villas como prototipo de una vida dedicada a la defensa de los derechos humanos y la paz.
- -A su santidad Juan Pablo II y
a la Iglesia católica, que, reconociendo los hechos y su verdad, eviten toda confusión y decididamente se pongan al lado de los pobres del pueblo salvadoreño, que quiere la paz con dignidad.
- Al Gobierno español, al Senado y al Congreso, que, en defensa de los derechos humanos y de la libertad de El Salvador y de su pueblo, asuman como propia una causa que contribuirá a rescatar la imagen fraternal de nuestro país con los pueblos latinoamericanos en una etapa que sea realmente nueva y positiva para todos.
- Al pueblo español, que intensifique y acreciente su gran solidaridad con el querido pueblo salvadoreño por los derechos humanos y la paz.
- Por fin, queremos dar las gracias al pueblo salvadoreño por haber dado al mundo hijos de tan alta calidad moral como monseñor Óscar Arnulfo Romero, Marianela García Villas, Enrique Álvarez Córdoba y esos 43.337 hombres, mujeres y niños que en los últimos años han dado su vida por defender la justicia y la libertad de una sociedad nueva que está a punto de nacer.
Miembros que componen la Comisión Española por los Derechos Humanos y la Paz en El Salvador: Joaquín Ruiz-Giménez, Justino de Azcárate, Pastor Luis Poveda, Fernando Mariño, Carlos Paris, Roberto Mesa, Enrique Miret Magdalena, Jesús Vicente Chamorro, José María Mohedano, Francisca Sauquillo, Tomás de la Quadra Salcedo, Elena Flores, Gregorio Peces-Barba, Juan Antonio Martín Pallín, Raúl Morodo, Ramón Tamames, Miguel Ángel Martínez, José Luis L. Aranguren, Leopoldo Torres Boursault, María del Carmen Victory, Juan Carmelo García, María Pilar Colchero.
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