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La visita del Papa a Nicaragua, examen político para el sandinismo

La visita del Papa a Nicaragua el próximo viernes, 4 de marzo, va a convertirse en un examen político para el Gobierno sandinista. Una cosa es segura de antemano: que, todos los nicaragüenses disponibles irán al encuentro de Juan Pablo II, según ha constatado un enviado especial de este periódico.

El Gobierno nicaragüense está movilizando a todas sus organizaciones para que reciban al Pontífice con los colores rojinegros del Frente Sandinista, mientras los grupos de oposición y los seguidores de la jerarquía acudirán con los emblemas vaticanos. La concentración en la plaza del 19 de Julio será así una especie de plebiscito de las banderas.En los preparativos del viaje papal, los sectores eclesiásticos más conservadores de Nicaragua han perdido la partida. Primero, intentaron sin éxito imponer la dimisión previa de los sacerdotes que ocupan cargos públicos (dos ministros, un embajador, un miembro del Consejo de Estado y un director de organismo político). Luego trataron de que la visita papal no incluyera en su programa ninguna entrevista oficial.

Juan Pablo II será recibido en el aeropuerto por el Gabinete en pleno y más tarde sostendrá un encuentro privado con los *Miembros de la Junta. Entre los ministros que le saluden en el aeropuerto debe estar en principio el de Cultura, Ernesto Cardenal, aunque no el de Relaciones Exteriores, Miguel d'Escoto, que estará en Nueva Delhi en las sesiones previas a la cumbre de países no alineados.

El arzobispo de Managua, Miguel Obando y Bravo, intentó en las últimas semanas capitalizar el viaje papal, pretendiendo reducirlo a una esfera pastoral. Las referencias a la visita salían así de su oficina, hasta que Sergio Ramírez, miembro de la Junta, puntualizó que como jefe de Estado, Juan Pablo II debería ponerse en contacto con el Gobierno sandinista si deseaba visitar Nicaragua.

Los propios negociadores vaticanos desplazados a Managua para fijar la agenda del Pontífice terminaron algo molestos por el afán de protagonismo de Obando y Bravo, que terminó de quedar al margen de la comisión mixta Gobierno-Iglesia encargada de los aspectos organizativos. En este grupo de trabajo se han integrado los obispos más dialogantes, que, sin apoyar la revolución, son partidarios de una coexistencia pacífica con el, régimen. En esta línea se inscribirían los prelados de León y Estelí.Marxistas, según ObandoObando y Bravo opina, por el contrario, que los sandinistas han implantado ya un sistema abiertamente marxista, con el que no cabe otro diálogo que la confrontación directa. Ya en junio de 1981 escribió en una carta pastoral que "tras dos años de esperanzas, nuestra revolución está cayendo en el marxismo conforme al modelo cubano".

Esta convicción ha convertido al arzobispo de Managua en el abanderado de la oposición más radical.

El Partido Popular Social Cristiano, que forma parte del Frente Patriótico Revolucionario, ha llegado a decir que Obando está siendo manipulado por los enemigos del sistema; dirigentes sandinistas le han apuntado como el principal adversario de la revolución.

Errores sandinistas

Algunos errores de bulto de las orga nizaciones sandinistas le han permitido en ocasiones presentarse ante el pueblo como víctima de una persecución. Así ocurrió el pasado verano, cuando su coche fue apedreado en momentos en que las relaciones Iglesia-Estado estaban en su punto de máxima tensión.

En el espacio de unas semanas se habían registrado varios enfrentamientos frontales que hicieron temer por una persecución programada contra la Iglesia, según palabras del obispo de Juigalpa, Pablo Vera.

En tres ocasiones, el diario La Prensa dejó de publicarse porque la Dirección de Medios de Comunicación pretendía publicar una nota oficial junto a la carta del Papa a los obispos nicaragüenses. La difusión en el periódico oficialista El Nuevo Diario de unas fotografías equívocas del sacerdote Bismarck Carballo, encargado de Prensa del Arzobispado, fue una burda maniobra que se volvió contra sus promotores.

En señal de protesta por este hecho, cientos de personas se congregaron en el colegio salesiano de Masaya, donde se registró una batalla campal al ser desalojados a la. fuerza por jóvenes sandinistas. Tres personas murieron y fue expulsado del país el director del centro, el sacerdote español José: María Moratalla.

La gravedad de los acontecimientos obligó a dar marcha atrás, para evitar una confrontación más grave.

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