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Arafat simultaneará la presión militar sobre Israel con la búsqueda de un reconocimiento occidental de la OLP

Tras el difícil consenso al que llegaron, el martes en la capital argelina, los cerca de cuatrocientos parlamentarios palestinos, el presidente del comité ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, ha manifestado su voluntad de seguir actuando diplomáticamente por un reconocimiento occidental de esa organización y mantener, al mismo tiempo, la presión militar sobre Israel.

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Las decisiones tomadas en la capital argelina son consideradas por los palestinos como el resultado de un compromiso entre todas las fracciones de la OLP, articulado en torno al plan de paz de Fez, al que se califica de base mínima para una acción política del mundo árabe, destinada a posibilitar la creación de un Estado independiente palestino que podría configurarse en Gaza y Cisjordania.Resulta bastante significativo comprobar cómo el texto de la declaración política suscrita por el Consejo Nacional Palestino (CNP) ha sido analizado por cada tendencia de la OLP como un espaldarazo a sus posiciones y principios ideológicos. No obstante, la gran mayoría de los parlamentarios palestinos admitió que el verdadero vencedor en las contiendas internas que tuvieron lugar aquí durante diez días es Yasir Arafat. No solamente éste se vio confirmado en su condición de presidente del comité ejecutivo de la OLP y supremo jefe militar del futuro ejército unificado palestino, sino que logró imponer -contra el criterio de los radicales- la necesidad de no rechazar de plano el plan de paz de Ronald Reagan. Así, todas las puertas han quedado abiertas para proseguir la negociación indirecta con EE UU e Israel. Si el plan Reagan es considerado digno de ser rehusado por "no constituir una base válida para solucionar de forma justa y permanente la cuestión palestina", ello no evita el llamamiento discreto al jefe del Ejecutivo norteamericano para que "modifique su concepción y su sustancia", e acepte el reconocimiento oficial de la OLP.

Las únicas sorpresas contenidas en la declaración política, que marcará ahora la pauta a seguir por la organización palestina, no son la decisión de reconstruir el malherido Frente de la Firmeza y el llamamiento a la Unión Soviética para que salga de su relativo inmovilismo y se comprometa de una forma clara al lado de la OLP. Arafat ha jugado al máximo la carta de la moderación, aceptando dejar de un lado -al menos por ahora- sus diferencias personales con el coronel libio Muamar el Gadafi y el presidente sirio Hafed el Assad. Ello explica la voluntad de volver a poner en el tapete árabe un Frente de la Firmeza resucitado y admitir que no se podrá contar nunca con Siria, a pesar de las presiones políticas de su régimen, por la simple razón de que representa la única línea del frente válida que le queda a los combatientes palestinos.

Las relaciones futuras con Jordania, subrayan los palestinos, "tendrán que ser establecidas sobre una base confederal entre dos Estados independientes". Este enunciado no sólo omite cualquier crítica al rey Hussein, sino que autoriza la continuación de las conversaciones que sostiene Arafat con el monarca jordano a propósito de la autonomía de Cisjordania y la banda de Gaza.

A pesar de ello, uno de los dirigentes más radicales de la OLP, el secretario general del Frente Popular para la Liberación de Palestina Comando General, Ahmed Jibril, ha estimado que los acuerdos de Argel cerraron a cal y canto la puerta del plan Reagan, bloquean la posibilidad de dar mandato a Hussein para negociar con Israel antes de que se funde el Estado palestino independiente y prohíben todo tipo de comunicación "con el enemigo sionista". Ni qué decir tiene que esas afirmaciones no han sido suscritas por las otras tendencias que forman la OLP. Tanto Arafat como Georges Habache y Nayef Hawameth han expresado que el plan contenido en la declaración política suscrita en Argel debe ser valorado como una prueba de cohesión de la OLP y un deseo muy firme de reconstituir la unidad nacional. Arafat, en su emotivo discurso de clausura, iría más lejos, señalando que a los palestinos lo que les falta "no son los medios financieros, sino la decisión política del mundo árabe".

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"Vivimos el nacimiento de una nueva era tras Beirut y, como es sabido, no hay gestación sin dolor. Mi fe es inalterable en la nación árabe, porque tarde o temprano venceremos a Israel. Tal es la voluntad de Dios, y pido a Dios que me dé la fuerza de asumir esa responsabilidad", agregaría en medio de un ambiente cargado de electricidad.

A las palabras de Jibril, en el sentido de definir el campo progresista árabe como los únicos aliados de la OLP, respondería Arafat, con una mayor visión política, señalando que ese único campo es todo el mundo árabe sin excepción. Unidad, y arabismo constituirían los términos más utilizados por el presidente del comité ejecutivo de la OLP en su discurso final, y hasta sus más enconados detractores en el seno de la asamblea se verían obligados a ponerse en pie para reconocerle como el hombre que supo propiciar un consenso sin el cual la cita de Argel podría haberse vaciado de su significado básico: negociar bajo una dirección colegial teniendo presente el carácter complementario de la acción política y la acción militar.

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