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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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El basurero atómico, un creciente peligro para Galicia

En el océano Atlántico, a 315 millas de las costas gallegas, está situado el basurero atómico del Atlántico, donde descargan periódicamente bidones con residuos radiactivos países como el Reino Unido, Holanda, Bélgica y Suiza. Entre 1967 y 1982 tuvieron lugar veintinueve operaciones de descarga, bajo los auspicios de la Nuclear Energy Association (NEA), y calculamos que en la actualidad existen en la fosa atlántica un total aproximado de 97.000 toneladas de residuos radiactivos, con una actividad superior a un millón de curies.En octubre de 1970, el Consejo del Medio Ambiente Americano publicaba un estudio con la conclusión de que las descargas en el océano de los residuos radiactivos significaban un serio y creciente peligro para el medio ambiente marino. En ese momento, el Consejo propuso al Congreso prohibir radicalmente las descargas de alto nivel de radiación (ARRA) y permitir las descargas de vertidos con nivel bajo (BRRA) y nivel medio de radiación (MRRA) sólo en casos excepcionales. Desde esas fechas, los residuos radiactivos americanos parece que ya no son arrojados en él mar, sino que se almacenan o entierran en diversos lugares en tierra.

Por el contrario, en Europa, numerosos países utilizaron y siguen utilizando el mar como basurero atómico; Francia, Italia, Alemania Occidental y Suecia, después de varios años de utilizar la fosa atlántica, suspendieron sus operaciones de vertido en 1974, por considerar esta práctica sumamente contaminante; otros países, principalmente el Reino Unido y Holanda, continúan depositando residuos con radiactividad en el mar, residuos que proceden en su mayor parte de centrales nucleares, además de hospitales, laboratorios, centros de investigación, etcétera.

En estos últimos años aumentó considerablemente el volumen de vertidos depositados en el océano Atlántico (5.416 toneladas en 1979; 8.391 toneladas en 1980; 9.631 toneladas en 1981; 12.650 toneladas en 1982), aumentando, al mismo tiempo, las críticas a estos vertidos, fueron numerosos los organismos, instituciones, organizaciones ecologistas y personas, en general, que se pronunciaron en contra. El estudio de W. Jackson Davis es uno de los más conocidos por sus severas críticas a la NEA y a los programas de vertidos europeos. Catedrático de Biología y Medio Ambiente de la Universidad de California, después de analizar más de quince informes de investigación realizados en lugares de descargas de residuos, entre otras cosas, llegó a las siguientes conclusiones:

1. Los modelos de difusión teóricos en el océano propuestos por la Nuclear Energy Association (NEA), de la Organization for Economic Cooperation and Development (OECD), basados en análisis al azar, fueron comprobados como incorrectos por las experiencias de Estados Unidos.

2. En sus análisis al azar, la NEA infravalora el papel de los animales minúsculos en lo que se refiere a introducir radiactividad en las cadenas alimenticias del océano, por ingestión de sedimentos radiactivos.

3. La NEA europea infravalora el impacto de la contaminación radiactiva en los ecosistemas marinos.

4. Los análisis al azar de la NEA contienen numerosos errores técnicos, por subestimar los peligros de los vertidos.

5. La NEA no cumple importantes aspectos del Convenio de Londres (LDC) y carece de bases científicas adecuadas para evaluar el peligro de los vertidos.

6. La NEA no tiene en cuenta nuevos datos sobre contaminación radiactiva por exposición a dosis de bajo nivel de radiación.

Curiosamente, dos veces al año tienen lugar las operaciones de descarga en el Atlántico, coordinadas por la NEA, siendo Galicia la primera y principal afectada por esta práctica contaminante, no sólo por su proximidad geográfica, sino también por sus características específicas:

a) Zona de pesca. Los pesqueros gallegos acostumbran a faenar en la zona atlántica comprendida entre las coordenadas 16 grados 30 segundos-17 grados de longitud oeste y los 46 grados de latitud norte, lugar escogido por la NEA, de la OECD, para basurero atómico; y los pescadores desconocen el peligro que encierra el contacto con sustancias radiactivas, e incluso la captura y comercialización de pesca de la zona.

b) Area recorrida por corrientes marinas. La corriente del golfo de México recorre el área de vertido y arrastra lentamente hacia nuestras costas los productos dispersados en el agua y los liberados por grietas y fisuras en los recipientes depositados, a causa de la corrosión, ataque de microorganismos, altas presiones, etcétera, a que están sometidos. Las costas gallegas es el lugar de Europa donde primeramente chocan estas corrientes, e indudablemente, las primeras en recibir las partículas y materiales arrastrados por este fenómeno.

Estas y otras características específicas de la zona de vertido en el Atlántico son argumentos que vienen a sumarse a las críticas manifestadas por W. J. Davis.

En 1972, en Londres, reunidos ochenta países, firman el conocido convenio internacional Tratado de Londres, en cuyos apéndices 1 y 2 se enumeran los materiales que de ninguna manera pueden ser arrojados al mar -lista negra- y aquellos que sólo lo pueden ser con una autorización especial -lista gris-. Al mismo tiempo, en uno de sus apéndices, dice: "Sólo se podrá conceder el derecho a una operación de descarga propuesta cuando no existan otras alternativas de almacenamiento en tierra". Sin embargo, los Gobiernos de los cuatro países que echan al mar residuos radiactivos no pueden demostrar de una manera satisfactoria que, en efecto, hayan sido estudiadas todas las posibilidades de almacén en tierra.

El Gobierno español, en Ottawa, en 1972, antes del Tratado de Londres, presentó un proyecto de convenio en el grupo intergubernamental sobre contaminación del mar, en el que se proponía la prohibición de vertido al mar, desde buques, de sustancias radiactivas, en oposición a otras delegaciones, entre ellas, la del Reino Unido. La iniciativa que llevó en aquel momento España sobre este tema se vio truncada, entre otras razones, por falta de utilizar convenientemente la vía diplomática para asegurar las dos terceras partes de los votos de países asistentes hacia su postura.

Ahora, en 1983, la paralización y prohibición de los vertidos radiactivos en el mar, y concretamente en la fosa atlántica situada frente a las costas gallegas, parece más fácil de conseguir, dado que las críticas a los vertidos proceden de múltiples países y muy diversas instituciones; incluso son criticadas por Estados que colaboran en la OECD; Austria, Suecia, Dinamarca, Noruega e Islandia están claramente en contra.

Ramón Varela Díaz es biólogo. Presidente de la Asociación para la Defensa Ecológica de Galicia (Adega).

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