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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Recuerdo del pasado

Lorenzo Piriz-Carbonell ha escrito una obra sobre Federico García Lorca a la cual subtitula Una historia distinta. La distinción o diferenciación parece estar en una forma de acentuar la importancia de la homosexualidad en el personaje; donde otras biografías quizá se han quedado cortas -por pudor o por delicadeza-, la biografía escénica de Piriz-Carbonell tal vez se pase, en el sentido de que el mismo crimen parece consecuencia de esa homosexualidad, sobre todo cuando en una escena -en la que también se acentúa un hecho histórico muy dudoso, como el de la amistad entre Federico y el joven Primo de Rivera- el protagonista subraya su carácter apolítico. Son, indudablemente, libertades de interpretación.El sistema dramático es el de la nostalgia invertida, el de¡ recuerdo del futuro; el autor y, con él, sus personajes y, por tanto, el público nos convertimos en una especie de profetas del pasado, porque cada frase o cada situación están escritas sobre el conocimiento del desenlace. Es un ingenuismo, un estilo un poco naïf; una excesiva facilidad para atrapar la noción de destino.

Federico

Una historia distinta, de Lorenzo Piriz-Carbonell.Intérpretes: Juan Messeguer, Javier' Jiménez, Angel Amorós, José A. Arnaldos, Isabel Barceló, Juan Bastida, Pedro Leal, Raúl Morales, Laura Navarrete, Manolo Ortín, Paco Paredes. Escenografía: Juan Antonio Molina; Vestuario, José Antonio Arnaldos. Dirección: César Oliva. Teatro estable de Murcia Julián Romea. Local de estreno: Teatro Bellas Artes. 12 de enero de 1983.

Un desdoblamiento del personaje en dos: él mismo en su desarrollo biográfico y el niño que fue, que permanece siempre a su lado y se define como su pensamiento, da la sensación de que García Lorca conservó siempre un cierto infantilismo.

La composición de la obra tiene una cierta hibridación. Por una parte es una sucesión de breves escenas, de una selección de momentos de la vida de García Lorca que al autor le parecen claves: están hechas con un realismo minucioso. Por otra parte, está la intervención de personajes irreales, enmascarados, con lentos movimientos de expresión corporal y mímica o con actitudes congeladas. Este trío de situaciones produce un cierto malestar: no acaba de estar suficientemente soldado o de ser unitario.

Queda, en fin, el problema que tienen otras escenificaciones sobre García Lorca o, en general, sobre hechos históricos muy recientes, incluso con la introducción de personajes todavía -felizmente- vivos: el del contraste de la ficción con una realidad sobradamente conocida. Esto se manifiesta especialmente en el propio protagonista: hacer hablar a García Lorca con palabras de otro autor.

Con esta escenificación, que completa en representaciones con Entre bobos anda el juego, se presenta en Madrid la compañía Julián Romea, teatro estable de Murcia, que dirige César Oliva. En esta representación de Federico, la interpretación resulta desigual, en la que destaca Juan Messeguer en el personaje de Federico; su doble,, el niño Javier Jiménez, es aceptable desde la necesaria concesión de que probablemente su texto supera lo que él mismo está en condiciones de comprender.

La dirección de César Oliva es fluida en cuanto a secuenciación y movimientos; como la escenografía de Antonio Molina, siendo funcional, refleja el relativo desconcierto entre realismo y superrealismo combinados.

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