Nuevo conflicto entre Lignitos de Meirama y campesinos del valle coruñés de As Encrobas
Cinco años después de la accidentada ocupación del -valle de As Encrobas, en Cerceda (La Coruña), donde Fuerzas Eléctricas del Noroeste explota actualmente, a través de su filial Lignitos del Meirama (Limeisa), uno de los más importantes yacimientos de este tipo de carbón en España, los conflictos entre los campesinos y la empresa, recién absorbida por Unión Eléctrica, han resurgido prácticamente bajo las mismas circunstancias que en 1977 propiciaron duros enfrentamientos entre la Guardia Civil y los labradores, que se resistían a la expropiación forzosa de sus tierras.
Un error de cálculo de la empresa, que el pasado año vendió a los campesinos parte de los terrenos adquiridos en 1977 y ahora se ve obligada a expropiarlos nuevamente por necesidades técnicas, es el factor determinante de la actual situación de conflictividad.Cesáreo Pena y Antonio Bestilleiro, principales responsables de la comisión de afectados, que representa los intereses de unas cuarenta familias de la comarca, revivieron el pasado día 18 de noviembre viejas escenas de tensión prácticamente olvidadas al cabo de cinco años. Si entonces, el 15 de febrero de 1977, había sido un contingente de guardias civiles el encargado de apoyar el trámite de ocupación simbólica de las tierras exigido por la ley de Expropiación Forzosa, en esta ocasión fueron agentes de una empresa especializada en seguridad quienes acompañaron, armados y utilizando perros de presa, a los representantes de la compañía.
Al igual que ocurrió hace cinco años en las tres primeras tentativas de ocupación, los campesinos consiguieron disuadir, sin que en ningún momento se produjesen enfrentamientos físicos, a los en cargados de ejecutar la expropiación forzosa. "No se atrevieron a entrar cuando vieron las estacas", comenta gráficamente Bestilleiro un auténtico veterano del conflicto, que ya en 1977 opuso su gruesa humanidad a las pretensiones expropiadoras de Limeisa.
"A mí", explica Cesáreo Pena, afectado por las nuevas expropiaciones, "es la segunda vez que me piden un terreno para construir un canal y una carretera, cuando hay gente a la que no liquidaron aún todo lo que les correspondía".
La derogación de la ley de Expropiación Forzosa había sido precisamente una de las reivindicaciones fundamentales de la comisión de afectados cuando el conflicto entre empresa y campesinos se agudizó en 1977. Limeisa se acogió a la ley poco después de que se descubriese en el valle de As Encrobas la existencia de un yacimiento de lignito con reservas calculadas inicialmente en 87 millones de toneladas, para ofrecer a las campesinos propietarios de las tierras indemnizaciones que éstos consideraban irrisorias. "Llegaron", dice Bestilleiro, "poniéndonos cantidades entre 20.000 y 43.000 pesetas por un ferrado, que equivale aquí a 639 metros, y cerrándose por completo desde un principio a la negociación".
El recurso exclusivo de la empresa al trámite de expropiación forzosa encontró la frontal oposición de los campesinos, que, apoyados por organizaciones nacionalistas y de izquierdas, consiguieron frustrar por tres veces con su presencia en los terrenos la ocupación del valle de As Encrobas. Las repercusiones del conflicto forzaron finalmente a la empresa a negociar con los afectados compensaciones que todos ellos consideran, en general., satisfactorias: indemnizaciones entre 75.000 y 275.000 peseta,,; por ferrado, una casa para los vecinos que no dispusieran de propiedades, pensiones para los mayores de cincuenta años y puestos de trabajo en la central térmica de Fenosa, que actualmente se suministra de los lignitos. "Sin duda, el dinero que se pagó fue justo", comenta el abogado de los afectados, Andrés Salgueiro. "Pero lo cierto", precisa, "es que ninguna indemnización monetaria compensa la desaparición de una comunidad como la de As Encrobas".
Limeisa expropiará un año después de vender
Definitivamente solucionado, en apariencia, el conflicto entró en una nueva fase en abril de pasado año, cuando Limeisa decidió desprenderse de una franja de terreno en el límite superficial de la mina. Las parcelas que la empresa consideraba innecesarias para la explotación fueron adquiridas a un precio máximo de 375.000 pesetas el ferrado -639 metros cuadrados- por vecinos de la zona que en 1977 habían vendido, a su vez, algunos de los terrenos del valle a Limeisa. Un año después, cuando varios de ellos habían edificado ya viviendas en sus nuevas propiedades, la empresa ha decidido recurrir otra vez al trámite de expropiación para recuperar los terrenos vendidos en 1981, aparentemente por error de cálculo.Pese a lo insólito del procedimiento, los afectados insisten en asegurar que no se oponen a la expropiación en sí, sino al modo en que la empresa pretende hacerla. "Lo asombroso", dice su abogado, Andrés Salgueiro, "es que Limeisa ofrece una cantidad por ferrado de 250.000 pesetas, inferior a las 375.000 que el pasado año cobró de mis clientes por los terrenos, y esto lo plantea, como hizo al principio, en 1977, mediante el ofrecimiento verbal y la fórmula inapelable de lo toma o lo deja".
Salgueiro, que ha dirigido una carta por conducto notarial a la empresa explicando las razones de sus representados, afirma que éstos únicamente piden la aplicación de los pactos suscritos en 1977.
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