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La propuesta de renunciar al uso de armas atómicas provoca un vivo debate en la OTAN

Andrés Ortega

La propuesta de que la OTAN renuncie a ser la primera en usar las armas atómicas en caso de conflicto armado con el Pacto de Varsovia está causando tensiones en el seno de la Alianza Atlántica. El tema fue ayer objeto de debate en la comisión militar de la asamblea parlamentaria del Atlántico Norte que estos días celebra sus sesiones otoñales en Londres.La propuesta, lanzada por un grupo de influyentes norteamericanos como McGeorge Bundy, Robert McNamara y George Kennan, fue debatida el verano pasado en las páginas de la revista Foreign Affairs. La contundente respúesta contraria vino por parte germano occidental, en la persona del profesor Karl Kaiser.

Tanto Kaiser como Bundy aceptaron ayer que existía un acuerdo en el seno de la OTAN para desprenderse de los incentivos a utilizar las armas nucleares rápidamente en caso de guerra para aumentar el umbral nuclear y para reducir la dependencia atlántica en estas armas. Bundy reconoció que su propuesta requería grandes cambios en la Alianza Atlántica. La necesidad de mayores defensas convencionales es una condición previa ya planteada por el general Bernard W. Rodgers.

La renuncia al pronto uso de las armas nucleares en el campo de batalla provocaría, según el senador norteamericano Sam Nun, un cambio en las tácticas soviéticas, ya que estas armas les obligan a dispersar sus unidades. Para Nun, la propuesta tendría que venir acompañada de un acuerdo entre la OTAN y el Pacto de Varsovia. Un informe sobre nuevas tecnologías preparado por el británico Patrick Duff, y que la asamblea en principio aprobará hoy en su sesión plenaria, recuerda que las nuevas tecnologías hacen posible este nuevo concepto. El desarrollo de nuevas armas, la mejora de las comunicaciones y los progresos de la informática permitirían atacar a las fuerzas del segundo escalón enemigo con armas convencionales, retrasando así a un tiempo su empuje y el uso de armas nucleares por parte occidental.

La propuesta lleva implícitos mayores gastos de defensa. El general Rogers ha señalado ya que estos deberían ser del orden de un 4% anual más en términos reales. En cualquier caso, recordaron ayer Bundy y Nun, no hay ninguna novedad en la estrategia de la OTAN, sino que, por fin, podría ser creíble la llamada respuesta flexible.

Sí supondría, sin embargo, un cambio de tácticas. El Ejército norteamericano ha aprobado ya el estudio Batalla tierra-aire 2.000, que contempla el uso de las nuevas tecnologías. Será presentado en diciembre a la comisión militar de la OTAN. Conduce en principio a una mayor movilidad occidental en la guerra, pero plantea graves problemas políticos. La OTAN, para ganar tiempo y retrasar el uso de sus armas nucleares, tendría que ceder momentáneamente terreno, es decir, tendría que retroceder para contraatacar. Pero el terreno cedido pertenece a la RFA. "Somos los primeros amenazados por el bloque oriental", declaró el diputado germano occidental Erwin Horn.

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