200 delegaciones extranjeros asisten hoy al grandioso entierro de Leónidas Breznev en la plaza Roja de Moscú
A mediodía de hoy -diez de la mañana en Madrid- se iníciará en la plaza Roja de Moscú el entierro de Leónidas Breznev, que hasta el momento de su muerte, el pasado miércoles, fue secretario general del Partido Comunista y jefe del Estado de la Unión Soviética. La grandiosa ceremonia durará 45 minutos. Después, en la sala Georgi, del Kremlin, tendrá lugar un acto fúnebre al que asistirán las aproximadamente doscientas delegaciones de Estados y partidos que han acudido a Moscú a despedirse de¡ viejo líder soviético.
Anoche, estas mismas delegaciones fueron pasando por la sala de columnas de la casa de los sindicatos, donde se encontraba la capilla ardiente. Así, rodeado de flores, Breznev tomaba contacto, desde su ataúd, con la administración Reagan y el régimen posmaoísta con los que no llegó a celebrar cumbres en vida.La estancia en Moscú del ministro de Asuntos Exteriores chino, Huan Hua, es un síntoma más del deshielo en las relaciones ruso-chinas. Pero Moscú reúne también, desde ayer, a toda la plana mayor del comunismo mundial -excluyendo a Albania-. Desde el caribeño Fidel Castro hasta el polaco general Jaruzelski.
Espafía está triplemente representada. Por un lado, por el ministro de Asuntos Exteriores, José Pedro Pérez-Llorca, que ha venido acompañado por tres directores generales de su departamento, en lo que podría llamarse viaje defin de carrera. Por otro, el Partido Socialista Obrero Español -que pronto será el partido del Gobierno-, que ha enviado a Francisco López Real, miembro de la ejecutiva.
Por último, el Partido Comunista de España estará representado por dos dirigentes de segunda fila -Jaime Ballesteros y ¿Francisco Romero Marín?-, mostrando así nuevamente sus distancias con el Kremlin.
Aire fantasmal
Ayer, Moscú tenía cierto aire fantasmal: El centro seguía cortado al tráfico y fuertemente vigilado. En la ciudad sólo circulaban casi los coches oficiales, que iban de un lado a otro con la aparatosidad y rapidez acostumbrada.
A través de las avenidas que conectan con los diversos aeropuertos de Moscú llegaban las caravanas que transportaban a las delegaciones extranjeras. Los principales hoteles han sido desalojados y más de un hombre de negocios se ha encontrado con sus maletas en la, recepción y varios severos niet (no) cuando ha tratado de buscar nuevo cobijo.
Mientras, los rumores no cesan: ayer por la mañana había quien afirmaba con toda seguridad la muerte del viejo Arvid Pleche, 83 años, el más veteraño del Politburo.
La importancia política de Pleche no es muy grande. Fue presidente del Comité para la Seguridad del Estado (KGB) y en la actualidad no tiene gran actividad. Su edad y su escasa salud no le permiten. tan siquiera asistir con frecuencia a los actos públicos. Su permanencia en el Politburo se mantiene -según algunos- por razones extrañas a la política: se le considera una especie de reliquia, por ser el único que conoció personalmente a Lenin.
Según los rumores, Pleche dejó de existir el sábado o el domingo. Pero su muerte no sería anunciada hasta después del entierro de Breznev. De confirmarse su fallecimiento, ésta sería la quinta vacante -incluyendo al oficioso cese de Andrei Krilenko- que se produce en el Politburo durante los dos últimos años.
El hecho de que ninguna de ellas haya sido cubierta hasta el momento, facilita bastante la tarea rejuvenecedora que, según se afirma, trata de realizar en este organismo el nuevo secretario general del PCUS, Yuri Andropov.
La masiva presencia en Moscú de jefes de Estado y de Gobierno permitirá una serie de contactos políticos interesantes. No hay duda de que la muerte de Breznev puede introducir cambios en el panorama internacional.
Reunión Reagan-Andropov
La acogida que en Washington ha tenido el nombramiento de Andropov como secretario general del PCUS parece haber sido positiva: así se valora, al menos, la suspensión por la Casa Blanca del embargo de las exportaciones que tenían como finalidad la construcción del gasoducto eurosiberiano. El nivel medio-alto de la r'epresentación que Estados Unidos ha enviado a los funerales -el vicepresidente George Bush y el secretario de Estado, George Schultzsería otro buen indicio.
El principal impedimento para la celebración de una cumbre entre EE UU y la Unión Soviética ha dejado de existir. Durante los últimos meses, los diplomáticos norteamericanos afirmaban que su país no quería mantener conversaciones a alto nivel que estuvieran destinadas a ser un fracaso, debido a la mala salud del fallecido líder, que le impedía mantener per sonalmente una negociación.
Ahora podrán acelerarse los preparativos para la cumbre. La única incógnita consiste en saber quién representará al Estado soviético, ya que el hombre fuerte, Yuri Andropov, sólo es, nominalmente,jefe del partido. Lajefatura del Estado recaerá, muy probablemente, sobre Constantin Chemenko, pero se piensa que, en su momento, el interlocutor de Ronald Reagan sería el propio Andropov, siguiendo así el precedente iniciado por Breznev, que ya se entrevistó con Richard Nixon cuando sólo, era secretario general.
En cualquier caso, no se cree que Andropov pueda realizar un giro radical, a corto plazo, en las relaciones soviético-norteamericanas. Ya en el discurso pronunciado el viernes ante el Pleno del Comité Central, el nuevo secretario abundó en las mismas tesis de dureza mantenidas por Leónidas Breznev en sus dos últimas semanas de vida. Ayer, Pravda hablaba a favor de la continuidad en la política soviética. Es muy dudoso que Andropov pretenda esta continuidad, pero las limitaciones que le impondría el aparato del partido le dictarán bastante prudencia.
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