_
_
_
_

¿Para cuándo una respuesta?

No vale la pena buscar adjetivos para condenar los crímenes de ayer en Rentería. Cualquier hombre bien nacido, al margen de sus convicciones, por muy proclive que pueda sentirse a buscar justificaciones para la lucha armada contra las fuerzas de seguridad del Estado, habrá sentido ayer autén ticas náuseas al conocer los detalles del sádico asesinato de un hombre herido e indefenso. Ayer se ha dado un paso definitivo en el camino del horror y, debería haber se alcanzado el punto de no retor no si tuviéramos la menor esperanza de que los seres que mane jan las metralletas conservan un mínimo de vibración humana. No es eso precisamente lo que hace pensar la barbarie de Rentería. Ni en las guerras más crueles se asesi na al adversario herido. Queremos suponer que aquellos que en algún momento se han sentido tentados a identificar a los terroristas con los gudaris habrán renunciado a esa idea a partir de ayer. Ningún soldado actuaría así. El comporta miento corresponde a una horda salvaje con la que nunca puede identificarse el pueblo.El atentado de ayer se ha cometido con plena conciencia de su significado en la actual coyuntura política. Y los tiros de gracia contra el policía nacional rematado se inscriben en esa estrategia. Se trata de aterrar a la población civil para que no participe en cualquier gesto de solidaridad con las víctimas del terrorismo. Pero se trata también de forzar al Estado para que haga inviable cualquier paso en el caminolde la pacificación de Euskadi, cualquier gesto de recon ciliación. Se produce el atentado de Rentería cuando se está ha blando de la posibilidad de reinserción en la vida en libertad de algunas decenas de miembros de ETA que comprendieron la inviabilidad de la lucha armada. Se mata con alevosía cuando se inicia una etapa electoral en la que se apunta un cambio en la gobenia ción del Estado -en el sentido que sea-, pero que, indiscutiblemente, pasará por la voluntad po pular. Y eso es lo que parece que se trata de impedir. ( ... )

( ... ) Son muy pocos los que están imponiendo su tiranía sobre un pueblo entero. Existen algunos datos para cuantificar a los que hasta hoy han prestado su respaldo a las acciones terroristas y recientes sondeos de opinión apuntan un descenso en esos núcleos. Es lícito pensar que el salvaje atentado de ayer y cualquier otro que pueda producirse hasta el 28 de octubre, pretende enturbiar el resultado de las urnas, donde podría quedar palmariamente demostrado el ridículo apoyo popular a las bandas armadas.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_