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El ministro francés de Economía compara la actual crisis a la de los años treinta

Jacques Delors, ministro de Economía y Finanzas del Gobierno socialista francés, advirtió ayer, ante la asamblea anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial, sobre el peligro de olvidar la experiencia de la histórica recesión de los años treinta e hizo un llamamiento para poner en marcha "un nuevo esfuerzo de cooperación internacional", que restaure la confianza y abra la esperanza para los países más pobres.

Al unir su voz a la serie de países del Tercer Mundo que exige rápidas e inmediatas soluciones para sus crecientes problemas económicos, el representante francés incrementó el grado de división que caracteriza la presente edición de la asamblea anual del FMI y Banco Mundial, en la que los delegados de 146 países miembros apenas pueden ponerse de acuerdo sobre la gravedad de la crisis.El recordatorio de la crisis de los años treinta por parte del ministro francés no fue el único escuchado entre los delegados que han hablado ante el foro financiero mundial.

Pierre Trudeau, primer ministro canadiense, sugirió incluso, en su discurso inaugural, que todo el sistema corre el riesgo de colapsar si la recesión económica persiste y no se encuentran rápidas soluciones.

Quizá el tono más dramático fue utilizado, hasta ayer, por el primer ministro de Nueva Zelanda, Robert Muldoon, que llegó al extremo de proponer una conferencia internacional que estudie fórmulas extraordinarias para resolver la crisis del sistema financiero mundial. El ministro de Finanzas alemán, Manfred Lahnstein, no llegó tan lejos, pero advirtió que uno de los efectos más perjudiciales sobre la situación económica es la pérdida de confianza en el sistema económico y financiero actual.

Duplicar las cuotas

El origen de las disensiones, que se extiende a la naturaleza misma de los mecanismos que el FMI debe poner en práctica para tratar de resolver los problemas, se sitúa, en parte, en la firme posición norteamericana. Donald Regan, secretario del Tesoro, mantiene que la situación es seria, pero no alarmante. El optimismo norteamericano contrasta curiosamente con la postura de sus banqueros privados, a los que las elevadas deudas de los países en desarrollo les preocupa mucho más que la determinación del origen o de la gravedad de la crisis.Es curioso, en este sentido, que los propios banqueros internacionales, en extraña aunque comprensible coincidencia con los países del Tercer Mundo y los europeos, sean los más explícitos en sus demandas para que el FMI incremente sustancialmente sus cuotas y cree así el mecanismo apropiado para asistir a los países más endeudados.

El apoyo más importante a esta idea partió ayer, entre los países europeos, de la delegación francesa. Jacques Delors señaló, en su discurso, que el FMI debería duplicar, como mínimo, las cuotas de sus países miembros, lo que daría al organismo mundial hasta un total de 130.000 millones de dólares para asistir a los países en desarrollo. El ministro francés, que recordó la necesidad de un nuevo orden económico internacional, hizo un llamamiento para la máxima utilización de las instituciones internacionales con el FMI y el Banco Mundial en la búsqueda de soluciones a los problemas actuales.

Deudas de México y Argentina

Al margen de las exposiciones filosóficas y de política económica contenida en los discursos formales, el interés en los pasillos del centro Sheraton de la ciudad canadiense continúa centrado en el supuesto acuerdo sobre incremento de cuotas y las negociaciones privadas por parte de México y Argentina, entre otros países latinoamericanos, para resolver el espinoso problema de la refinanciación de sus deudas exteriores. Respecto a las cuotas, el acuerdo que se dibuja parte de un compromiso inicial para una subida en tomo al 50% de las mismas, con la creación adicional del fondo especial propuesto por Washington, pero no de forma inmediata. En este sentido, la subida de las cuotas; (octava revisión, en el lenguaje del FMI) se aprobaría en la reunión de primavera (abril 1983, Washington), dejándose para posterior estudio la creación del fondo especial.De esta forma, los recursos del FMI se colocarían en torno a los 100.000 millones de dólares, con otros 10.000 millones adicionales dentro del fondo norteamericano.

Ambas propuestas sólo serían efectivas si la segunda no fuese un sustitutivo de la primera, lo que ya parece negociado dentro del grupo de los diez.

En cuanto a los problemas mexicano y argentino, y pese a algunas informaciones distribuidas por un importante periódico británico, todos los indicios apuntan hacia la conclusión de un acuerdo entre México y los bancos, a través del FMI, según el cual México obtendría de este organismo 4.000 millones de dólares como mínimo a finales de octubre, con los que haría frente a los pagos atrasados de su deuda externa (que rozan los cuatrocientos millones de dólares) y a los de los próximos tres meses.

El acuerdo prevé sólo el pago de interés de sus 80.000 millones de deuda exterior durante los próximos quince meses, intereses que importan un mínimo de 2.800 millones en lo que queda de año y otros 12.000 en 1983.

El grave problema mexicano es la imposibilidad de su economía de generar mil millones de dólares mensuales de superávit a menos de que se produzca una imprevisible subida de los precios del petróleo. México ingresa 14.000 millones de dólares al año por este concepto, pero tiene un fuerte déficit comercial que debe hacer frente. Este inconveniente ha provocado nerviosismo entre los banqueros acreedores, sobre todo cuando México llama a la puerta de la banca internacional mientras calma las tensiones internas con "inoportunas nacionalizaciones", según unas claras y directas declaraciones del gobernador del Banco Federal Alemán.

Peor es el caso de Argentina, respecto al que el ministro británico del Tesoro, Geofrey Howe, indicó ayer, también muy directamente, que sus problemas con la banca internacional serían "mucho menos serios" si se prestara a un largo y duradero acuerdo de paz en las Malvinas.

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