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Terminada la restauración del Goya rescatado de las ruinas en Zaragoza

Doscientos años después de que Goya, el Sordo de Fuendetodos, pintara la obra más polémica de su vida, la que habría de acarrearle un cierto y escondido rencor hacia sus paisanos, del que sólo fue confidente su fraternal y querido amigo Zapater -destinatario de una de las correspondencias a nivel humano más interesantes conservadas de un artista-, el color, la pujanza de unos brillos, la magia de un trazo de eterna modernidad vuelve a surgir renovado y puro de las cenizas producidas por la desidia y el desinterés de un país que vive de espaldas a su patrimonio artístico, sumido en elucubraciones y búsquedas pluralistas para su identidad, y olvidando su propia esencia, su cultura y su significado. Su verdadera condición histórica.En una serie de conferencias que pronuncié el pasado curso sobre defensa de nuestro patrimonio artístico, puse de relieve en varias ocasiones el lamentable estado de las pinturas de las bóvedas pilaristas en Zaragoza. Apuntándolo con firmeza en diversos artículos periodísticos. Obras claves de Goya, los Bayeu y González Velázquez sufrían graves deterioros ante la frivolidad y la ignorancia de una Administración que en este aspecto prefiere los éxitos rutilantes y politizados frente al rigor y seriedad en la coherencia de un plan completo y prefijado a seguir.

Pero está claro, y lo hemos escrito reiteradamente; a nuestros políticos todo lo relacionado con la cultura les supone tan sólo un motivo para hacer demagogia y una muletilla para campaña electoral.

Nuestra llamada de atención urgente para la pintura de Goya, no fue escuchada y en la primavera pasada se desprendió un fragmento de pintura, dejando al descubierto alrededor de un metro cuadrado, junto a una zona muy erosionada bajo las figuras del papa San Clemente, Santos Justo y Pastor y Santa Catalina, siendo visible todo ésto a simple vista desde abajo -casi treinta metros-. Entonces se consultó a Madrid, por aquello de Santa Bárbara y los truenos, enviando el Instituto Central de Restauración a un técnico para efectuar una inspección. A continuación, el director del Instituto, doctor Cabrera, se puso en contacto con el arquitecto delegado de zona del Ministerio de Cultura, señor Peropadre, encomendándose el trabajo a los restaura dores Carlos Barboza y Teresa Grasa, que ya habían realizado la restauración de las pinturas murales de Goya en la cartuja de Aula Dei.

La opinión de los expertos

Sobre estos restauradores, puede afirmarse sin temor a exageraciones, y mis palabras son fruto de las conclugiones de diversas char las con los más importantes especialistas en el gran pintor, tales como Pierre Gassier, José Gudiol y Rogelio Buendía, a los que acompañé, cuando todavía estaban los andamios para examinar aquel trabajo, que se trata de dos elementos absolutamente capaces y de una preparación en la técnica de restauración al fresco comparable a las de suscolegas italianos.Otros grandes especialistas que juzgaron su obra en Aula Dei fueron los profesores Pita Andrade y Julián Gallego, coincidentes ambos en la profesionalidad y eficacia del tándem Grasa-Barboza.

En los primeros estudios comprobantes de la pintura Regina Martirum de la basílica de El Pilar, se advirtió la serie de grandes desperfectos que sufrían, debido a las filtraciones de agua desde tiempos pasados, por el mal estado general de las cubiertas del templo -arregladas recientemente por el Cabildo, que en todo momento ha puesto su mayor empeño y buena voluntad-.

Este procesó de filtraciones antiguas dio lugar a abombamientos y desprendimientos totales de la pintura, pérdida de la misma, originándose lagunas de considerable tamaño como la de la figura arrodillada con vestidura ocre amarillo de San Bartolomé (¿o San Simón?) con una sierra, y en la zona de las cabezas y cuellos de Santa Engracia y acompañante, va intervenidas y revocadas en anteriores intervenciones.

Pérdida de la pintura

Igualmente existían otras zonas en las que, sin llegar al desprendimiento de la pintura, había abombamientos, fisuras y pérdida de capa pictórica, como ocurre en el entorno de San Valero obispo, bajo la Virgen, en una superficie de unos tres metros cuadrados, estando apenas sotónido por unas tarlatanas encoladas y pintadas colocadas en anteriores restauraciones. Toda la cúpula está atravesada por grietas verticales, algunas de ellas de considerble anchura, lo mismo que un anillo horizontal en la parte superior, debidas al movimiento de la fábrica de la basílica. También existe una zona en la que un bloque de la cúpula se deslizó hacia adelante, formando una grieta muy desnivelada respecto a la superficie. Se encuentra junto a las figuras de Santa Catalina y San Clemente, bajo la que aparece la terrible huella del desprendimiento de pintura al mortero que dio origen a la demanda de intervención urgente. Toda la superficie pictórica estaba cubierta por una capa de hollín graso procedente de la calefacción - del templo y de la contaminación y polvo ambiental de la zona, como puede observarse todavía en las demás cúpulas. Igualmente, los retoques efectuados en anteriores intervenciones se habían oscurecido y variado de tono por el paso del tiempo y la acción de los agentes contaminantes.

Al comienzo y durante el curso del actual tratamiento se requirió la consulta del archivo fotográfico y bibliográfico del Cabildo Metropolitano, Fundación Camón Aznar, Instituto de Restauración e Instituto Amatller y Archivo Mas, desplazándose personalmente los señores José María Cabrera, y Gudiol Ricart.

Se realizaron también sesiones de consulta con la restauradora Alda Bertoncello, especialista en pintura mural y directora de restauración de los museos de Venecia, Vicenza y Vorna, que viajó a Zaragoza al objeto de examinar detenidamente la pintura, así como, con los arquitectos Angel Peropadre y Teodoro Ríos Sola, responsables de zona del Ministerio de Cultura y de la basílica, respectivamente. Se ha seguidó un proceso de limpieza de la superficie pictórica eliminando la capu de polvo y hollín graso, según métodos comprobados en el Instituto di Restauro de Roma (Unesco), donde los restauradores Barboza y Grasa ampliaron los estudios realizados en España. Se ha eliminado igualmente la mayor parte de los retoques efectuados en anteriores intervenciones y que habían variado de tono con el tiempo. Se han limpiado las grietas en profundidad, volviéndose a estucar adecuadamente donde era necesario e igualmente se ha llevado a cabo la consolidación de las zonas abombadas mediante inyecciones a base de caseinato cálcico de comprobada eficacia en este tipo de trabajos.

La reintegración pictórica de las grietas y lagunas se ha realizado siguiendo el contorno de las mismas, a base de acuarela y témpera de las marcas Windsor and Newton y Maimieri, siendo un procedimiento reversible y eliminable, según las normas internacionales de la Unesco, ejecutándose por el procedimiento de trattegio o regatino, en el que se entona el color a base de pequeñas rayas verticales diversamente coloreadas que son perceptibles en fotografía para los investigadores y estudiosos, evitándose así confusiones con el original.

Durante el proceso de restauración he tenido oportunidad de acompañar a los académicos de Bellas Artes Cervera Vera y Juan Antonio Morales, a la historiadora francesa Geneviève Barbé, de la Sorbona, al doctor John Moffit, de la Universidad de Nuevo México, y a un grupo de directivos de Hispania Nostra, encabezados por doña Carmen Ortucta, cuya labor respecto a la conservación de nuestro patrimonio es ímproba.

La gran pintura de Goya ha sido salvada. Pero aún queda tanto por restaurar, tanto que rescatar de la ruina y la estultiélia de responsables irresponsables, que sólo una seria acción de Estado respecto a nuestro patrimonio puede ser eficaz, frente a la política de parches que venimos sufriendo.

Sin salimos del templo del Pilar, las pinturas de los Bayeu y González Velázquez demandan urgente restauración. Y nunca mejor que en estos momentos en que se cuenta con andamio y elementos capaces para resolverlo. Pero, una vez más, la Administración dará la callada por respuesta o replicará con lugares comunes y lamentaciones inútiles.

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