El Gobierno brasileño ataca a la Iglesia por apoyar la ocupación de tierras
La Iglesia católica brasileña, cuyas relaciones con el Gobierno siempre han sido difíciles, es de nuevo objeto de ataques por parte de los sectores más conservadores del Ejecutivo. La última controversia está relacionada con la toma de postura de las organizaciones católicas brasileñas ante el agravamiento de los conflictos por el control de la tierra en el norte y noreste del país.El tono de la campaña contra la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) ha sido marcado por el influyente diario Estado de São Paulo, que estima que la carta del papa Juan Pablo II a los obispos de Nicaragua sobre la Iglesia popular está también dirigida a Brasil. El diario califica a los obispos brasileños de "lobos disfrazados de corderos" y acusa a "algunos" de "presentar a los dos sacerdotes franceses (Arístides Camio y François Gouriou, encarcelados en Belem) como pobres víctimas inocentes".
"Para la CNBB", afirma Estado de São Paulo, "el pueblo no es verdaderamente pueblo en tanto no se muestre dispuesto a servir de instrumento de la Iglesia progresista".
El presidente de Brasil, general João Figueiredo, dijo en un discurso pronunciado el pasado miércoles en Manaus, en relación con los problemas de la tierra en la Amazonia, que "no se trata más que de algunos extranjeros, recientemente desembarcados en Brasil, que quieren aportar la solución a los problemas de la ocupación de las tierras". Para varios observadores, se trataba de una advertencia indirecta a los numerosos sacerdotes extranjeros que trabajan en la Amazonia.
Precisamente en la víspera de ese discurso, el secretario general de la CNBB, monseñor Luciano Mendes de Almeida, se quejó de que once misioneros extranjeros no hubiesen recibido autorización de las autoridades para entrar en el país.
En las zonas donde la Iglesia católica tiene una mayor implantación, en el noreste y en las favelas (barrios de chabolas) de las grandes ciudades brasileñas, han circulado en los últimos días falsos boletines de comunidades cristianas de base en los que se califica a los dos sacerdotes franceses detenidos como seguidores de Satán y de los maoístas.
Los eclesiásticos, que, junto con los abogados, son los únicos autorizados a visitar a los sacerdotes franceses, han sido sometidos varias veces a vejaciones. El vicario general de Saint Brieuc (Francia), monseñor Daniel Jousse, fue obligado a desnudarse completamente en el cuerpo de guardia de la prisión de Belem antes de entrar a visitar a los dos sacerdotes. Los militares intentaron en vano someter al mismo trato al obispo de Belem, monseñor Vicente Zico.
La Iglesia se ha pronunciado en favor de la reforma agraria y ha criticado duramente la actitud del Gobierno en el norte y noreste del país, donde se han producido casos de violencia. Un abogado de campesinos sin tierra, Gabriel Pimenta, fue asesinado hace tres semanas en Maraba (hace el número 31 de los asesinatos por los conflictos de la tierra en dos años), mientras que decenas de pueblos han sido invadidos por millares de campesinos reducidos a la miseria después de cuatro años de sequía.
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