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Washington rechaza la última oferta de la CEE para evitar la "guerra del acero"

Soledad Gallego-Díaz

El Departamento norteamericano de Comercio rechazó ayer la última propuestas de la Comunidad Económica Europea (CEE) tendentes a regular el conflicto sobre las exportaciones europeas de acero a Estado Unidos. El rechazo ha sido motivado, según la información oficial, por el hecho de que las propuestas de autolimitación de las exportaciones han sido consideradas insuficientes.

El rechazo por parte del Gobierno norteamericano de la última oferta de la CEE permite pronosticar que la guerra del acero sufrirá una escalada sin precedentes en las relaciones entre Estados Unidos y sus aliados europeos desde la segunda guerra mundial. El comisario Etienne Davignon, encargado de la política industrial de los diez, no se recató al anunciar el acuerdo comunitario ante la Prensa: "Si la Administración Reagan rehusa nuestra oferta de buena fe, cada uno de ustedes puede imaginar cuales serán las consecuencias".Davignon rechazó vigorosamente las interpretaciones según las cuales los diez habían roto la solidaridad interna de la CEE y cada uno prefería marchar por su lado. "No habrá negociaciones bilaterales entre cada uno de los países y Estados Un entre cada uno de los países, acompañados por la Comisión, y Estados Unidos". Los cuatro países mencionados firmarán sus respectivos acuerdos, caso de ser aceptados por Washington, "en nombre de la CEE y con la firma de la Comisión Europea".

Según los expertos, el compromiso propuesto por los diez y rechazado en Washington suponía reducir las exportaciones de siete productos siderúrgicos -los siete afectados por las demandas de los productores norteamericanos y ninguno más- en un 10% cuando proceden de Bélgica, Reino Unido, Francia o Italia. El volumen total sería de 3,8 millones de toneladas, valoradas en más de 2.000 millones de dólares, lo que representa el 6,53 del total del mercado norteamericano del acero.

Difícil autolimitación

Siempre según los técnicos de la Comisión, es difícil calcular exactamente las consecuencias de esta autolimitación.

Los cuatro países directamente afectados, pero en todo caso los otros seis miembros de la CEE, se comprometen a no aprovechar esa autolimitación para aumentar su propia presencia en el mercado de Estados Unidos.

El rechazo de la "oferta comunitaria" se produce cuando se encuentran en Estados Unidos varias personalidades europeas, entre ellas el canciller Schmidt y el ministro de Finanzas de la República Federal de Alemania, Otto Lambsdorff, así como el ministro de Asuntos Exteriores italiano, Emilio Colombo. La propuesta de la CEE no suponía ninguna interferencia, por otra parte, en las medidas ya adoptadas por la Comunidad para hacer frente a la decisión norteamericana de imponer tasas al acero europeo en organismos internacionales como el Gatt o la OCDE. La denuncia del sistema disc estadounidense, por el que los productores de acero de aquel país pueden retrasar el pago de un cierto número de impuestos, sigue su camino.

Reunión extraordinaria

Los portavoces de la Comisión señalaron ayer que los ministros de Asuntos Exteriores de la CEE celebrarán, probablemente, una reunión extraordinaria la próxima semana para estudiar la respuesta de la Administración de Reagan. "Hemos conseguido colocar al Gobierno estadounidense ante una decisión política", afirmaron.

Según dichos portavoces, Washington no puede escudarse ahora tras las presiones de sus propios productores de acero porque la fórmula ofrecida y reclamada por la CEE excluía la intervención de estos en el proceso decisorio. La decisión adoptada por Estados corresponde exclusivamente al Gobierno en virtud del artículo 704 de la Trade Agrements Acts, invocado por los diez.

La nueva posición de la CEE -que ha renunciado a una solución global- fue aprobada por los diez en la última reunión del Consejo de Asuntos Exteriores, tras escuchar el informe presentado por el comisario Davignon, quien había mantenido previamente unas conversaciones calificadas de maratonianas con el ministro norteamericano de Comercio, Malcolm Baldridge.

Un enfoque político

Los ministros decidieron subir el tono de su enfrentamiento con Washington y darle un enfoque más político que económico o técnico como única vía para llevar a Estados Unidos a un acuerdo negociado que no supusiera la desaparición de la industria siderúrgica británica, francesa, italiana o belga en el mercado estadounidense, como ocurriría en el caso de que la Administración Reagan ratificara las tasas. La posibilidad de una autolimitación de exportaciones fue ya estudiada en conversaciones anteriores entre la Comisión y Washington, pero con un enfoque globalizado que permitía a Norteamérica exigir una disminución total de las exportaciones europeas de seis a poco más de cuatro millones de toneladas anuales.

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