El general que quería una gran aventura
El general Leopoldo Fortunato Galtieri, habría cumplido el próximo día 22 su sexto mes en la Presidencia de Argentina si el desastre de las Malvinas no hubiera puesto un rápido fin a su carrera política. De 55 años de edad, sucedió en el cargo al general Roberto Viola, cesado por la Junta Militar, órgano supremo del Estado argentino, tras negarse a dimitir por "motivos de salud". Alto, corpulento, de maneras bruscas, su obsesión era la supremacía de Argentina. "No queremos solo un país, sino un gran país; no solo una nación, sino una gran nación" afirmó en una ocasión. Quería una gran aventura, una gran victoria que elevara el prestigio del país. Y eligió las Malvinas.Considerado como uno de los cerebros del golpe militar del 76 como jefe del Estado Mayor, fue uno de los más decididos partidarios de la guerra sucia contra la subversión. "Nuestras armas han sido bendecidas por la sangre de nuestros mártires" afirmó en una ocasión.
Admirador de Estados Unidos, donde cursó estudios en la década de los sesenta, fue calificado por el secretario norteamericano de Defensa, Gaspar Weinberger, como "un general impresionante". En 1981 viajó en tres ocasiones a EE UU y compartía tanto los criterios neo-liberales del presidente Ronald Reagan como sus soluciones para la crisis de El Salvador, a donde envió asesores militares argentinos para combatir a la guerrilla.
Su momento de gloria lo vivió el pasado mes de Abril, cuando pasó revista a sus tropas en las Malvinas o cuando desde los balcones de la Casa Rosada presidió una multitudinaria manifestación de apoyo a la invasión. "Disfrútela, mi general" le comentó un oficial. Un mes después, miles de manifestantes volvían a concentrarse en plaza de Mayo, pero esta vez para pedir su dimisión.
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