Comprendamos al torero, comprendamos al público
Empezamos la feria, con el taurinismo todo asustadito. El público de Madrid da miedo. La fama de público-ogro ha trascendido los circulares espacios de Las Ventas y en remotos cosos se susurran leyendas acerca del talante supuestamente duro cle ésta afición. Oyéndolas, se diría que Las Ventas es Transilvania. Los taurinos llegan aquí estremecidos y piden comprensión ptra los toreros. Algo habría que aclararles sobre el público de Madrid, a quien la comprensión también le es debida.Si sale el toro, no habrá mayores problemas. Si no sale el toro o se cae, que nadie espere paciencia ni clemencia en el tendido. La gente está muy avisada y muy escarmentada. En los ambitos profesionales del toreo siempre se oye la misma pregunta: "¿Qué culpa tienen empresarios, toreros, ganaderos, de que el toro se caiga?". Quién sabe, pero, desde luego, quien no la tiene en absoluto es el público. En las caídas y en la nula acometividad de ciertos toros (digamos mejor de ciertas divisas), puede haber fraude mecánico o químico, o puede haber el resultado de una selécción ganadera en la que el objetivo es restar fiereza y acometividad al toro, lo cual también es fraude.
Y ahora cada cuál debe cargar con sus responsabilidades. Los toreros, y más que ellos los exclusivistas que dirigen el cotarro, por exigir el toro borrego; los ganaderos, por aborregarlo; los empresarios, por ofrecer borregadas cuando el público pide y paga corridas de toros. En estos pactos y manejos la afición nunca tuvo nada que ver. Lleva años denunciándolos y por tal motivo la llamaron derrotista. Ahora hace bien en exigir, cuando el toro que salta a la arena no, es útil para la lidia.
Pero además hay toros. Otra cosa es que determinados -toreros no quieran medirse con ellos. Hace años que los taurinos emplean el eufemismo ese de "las corridas de garantía", que se -reservan para la,s figuras (verdaderas o supuestas). Las corridas de garantía son aquellas de divisas acreditadas porque sus productos tienen suavona embestida y no dan guerra. Con el tiempo, algunas de estas divisas ha convertido el toro en buey, y éste en fláccido animal que no soporta una mediana carrera sin desmoronarse. Ante la nueva situación sería lógico que se buscaran toros de otros hierros, pero esos sí podrían dar guerra y no interesan.
Pretenden los taurinos que el público se resigne a aceptar las "corridas de garantía", de siempre, aunque se caigan y aunque no embistan, en virtud de una crisis ganadera que ellos mismos se encargan de proclamar y que seguramente no existe. Si la crisis fuera cierta, lo honesto sería cerrar las plazas o poner las localidades a precio de becerrada.
Las Ventas no debe ser nunca un crispado foro sólo atento a los aspectos negativos del espectáculo, pero tampoco debe ser un paraíso de candidez. Esta plaza está considerada "la primera" del mundo y en ella tiene cabida el espectáculo cuando se desarrolle con absoluta autenticidad.
Babelia
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