Tercer bombardeo de la fuerza expedicionaria británica contra blancos militares argentinos en el archipiélago
Las fuerzas británicas atacaron ayer, por vía aérea y marítima, blancos militares en las inmediaciones del aeropuerto de Port Stanley en las islas Malvinas. Dos aviones Sea Harrier dispararon sobre el pesquero argentino Narwal dentro de la zona de exclusión total de 200 millas alrededor de las islas. Londres insistió ayer por la noche en que sus aviones no ametrallaron a los botes salvavidas a los que se había trasladado su tripulación. Un helicóptero Puma, argentino, fue abatido. El ministro de Defensa, John Nott, negó que se hubiera lanzado "una invasión a gran escala sobre las islas".
El primer anuncio oficial de estos acontecimientos se demoró durante horas, y cuando finalmente se hizo, el portavoz, lan McDonald, se negó a contestar preguntas de los periodistas, en contra de lo que suele ser habitual en estas ocasiones. McDonald tuvo que regresar apresuradamente al Ministerio anoche para aclarar. algunos puntos. Según su versión, el Narwal se había dedicado a actividades de vigilancia, y "en consecuencia, se abrió fuego sobre él".A las 13.30 se lanzó una pequeña bomba cerca del navío, seguida de una ráfaga de tiros de los Harrier.
La tripulación abandonó el pesquero, se rindió, y fue recogida por helicópteros británicos. "No hubo bajas entre los prisioneros", aseguró el portavoz, si bien no puedo precisar si algunos habían muerto en el barco. Los británicos no sufrieron ninguna baja y el Narwal seguía a flote. "El Ministerio de Defensa deplora las alegaciones, que no tienen ningún fundamento de que los aviones habían abierto fuego contra los botes salvavidas". Esto es parte de la campaña de envilecimiento, agregó posteriormente el portavoz.
Este confirmó los ataques sobre a pista de Port Stanley y sus alrededores, pero los detalles no llegaron de fuente oficial sino de los corresponsales de la televisión británica que acompañan al destacamento naval. Según éstos, fue "el bombardeo más intenso de esta guerra, con Sea Harrier y fragatas. Según la BBC, un helicóptero argentino Puma, de transporte de tropas, fue abatido sobre Port Stanley. Un avión Hercules de transporte argentino se acercó a las Malvinas, escoltado según estas fuentes por cazas Mirages. Ante la presencia de los Harrier, dieron media vuelta. Todo esto ha despertado grandes dudas sobre el "éxito" de los bombardeos.
Por la mañana, el Ministerio había anunciado que el destacamento naval proseguía sus actividades para mantener la zona de exclusión y la presión sobre las fuerzas argentinas. La primera ministra, Margaret Thatcher, convocó una inesperada reunión de su gabinete de crisis en Chequers, su residencia oficial en el campo.
El anuncio oficial británico de estos acontecimientos se produjo casi doce horas después de que se produjera el bombardeo. El portavoz, Ian McDonald, se negó a contestar preguntas de los periodistas en contra de lo que suele ser habitual en estas ocasiones. Esto indica que otras acciones estaban en marcha. La primera ministra, Margaret Thatcher, convocó una inesperada reunión de su gabinete de crisis en Chequers, su residencia oficial en el campo. A las 13.30 (hora de Madrid), según la versión oficial, "dos Sea Harrier en patrulla dentro de la zona de exclusión total detectaron un pesquero argentino, el Narwal. Tenemos razones para creer que estaba implicado en actividades de vigilancia". Tras una larga explicación sobre las zonas de exclusión decretadas por Londres, el portavoz oficial señaló que "en consecuencia, los Sea Harrier abrieron fuego sobre el pesquero argentino, que se rindió. Una patrulla de la Royal Navy se acercó. No sabemos si se produjeron daños o bajas argentinas. Ambos aviones regresaron".
"No estamos lanzados en una invasión a gran escala" de las islas, aseguró a mediodía de ayer Jonh Nott en unas declaraciones en directo a la cadena independiente de televisión.
No quiso comentar, sin embargo, sobre los rumores de que esta invasión podría tener lugar en los próximos días, dependiendo del resultado de las negociaciones diplomáticas. Esta es la impresión dominante en Londres.
El destacamento británico está a la espera de que lleguen los refuerzos, especialmente de aviones y tropas, para intentar una invasión. El destacamento cuenta en la actualidad con unos 1.500 marines. Otros mil están en camino, seguramente muy próximos, a bordo del crucero comercial Canberra y de otros barcos. Estos navíos no se pueden defender con eficacia y el Reino Unido espera aún mejorar su posición en el aire.
El Ministerio de Defensa dejó entender ayer que una veintena de Harrier habrían llegado ya al Atlántico sur. Con aviones nodrizas, dijo John Nott, "podemos ahora llevar a la zona cuantos Harrier necesitemos". Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, las fuerzas aéreas británicas disponen de 75 de estos aviones.
Nott aseguró que "no hemos planteado un ultimátum" a Argentina pero también afirmó tener confianza en que "podremos, en el momento adecuado, recuperar las islas por medios militares". Los analistas británicos han descartado una invasión directa y a gran escala sobre Port Stanley, pues llevaría a un alto número de bajas.
Por el contrario, apuntan, el destacamento se dirigirá contra blancos seleccionados, para emprender luego, desde posiciones seguras, una campaña de desgaste contra las fuerzas argentinas.
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