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Máxima tensión diplomática en la crisis de las Malvinas

Londres espera a Alexander Haig en medio de un clima de recelo hacia su mediación en el conflicto

Andrés Ortega

Cuando el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, llegue de nuevo a Londres para proseguir sus esfuerzos de mediación en la crisis de las islas Malvinas se encontrará con un país receloso de la actitud, por el momento, imparcial que ha tomado la Administración Reagan en este conflicto. "¿Qué partido toma usted?", le preguntaba ayer a Alexander Haig, en un gran titular, el diario popular The Daily Mirror.

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Paradójicamente, es en estos momentos la amenaza de su propio fracaso el arma más fuerte de que dispone Haig para hacer presión a la vez sobre Londres y sobre Buenos Aires, y que en esta mediación ha empeñado su prestigio personal. "Los males desesperados o son incurables o se alivian con desesperados remedios", puso Shakespeare en boca del rey Claudio de Dinamarca en Hamlet.

La Prensa y la televisión británicas han pedido abiertamente a Alexander Haig que deje de ser imparcial en esta disputa y aplique todo el peso de las presiones norteamericanas sobre Argentina, y en esto se han visto apoyadas por diversos políticos del país, como el conservador John Stranding Thomas.

Diversos medios británicos afirmaban ayer que, en caso de confrontación militar entre el Reino Unido y Argentina, Estados Unidos se pondría de parte británica. De lo contrario, en opinión de los británicos, peligraría la unidad de la Alianza Atlántica, cuya área de acción, dicho sea de paso, no cubre las disputadas islas. La divulgación en Washington de una supuesta conversación entre Haig y Ronald Reagan no ha servido para aliviar este ambiente.

Sobre este tema, los medios oficiosos británicos se muestran más tranquilos, y ayer la oficina de la primera ministra, Margaret Thatcher, reiteró que Haig "será bienvenido" en Londres. El ministro de Defensa británico estaba ayer preocupado con informaciones de que Washington proporciona a Buenos Aires la información que recibe de sus satélites sobre el destacamento naval británico que se acerca al Atlántico sur. La Embajada estadounidense en Londres y el propio Departamento de Estado desmintieron estas noticias, pero las dudas quedaron sobre el futuro, temiendo los británicos especialmente que el enemigo llegue a conocer sus sistemas electrónicos y ubicación de sus submarinos.

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Las últimas especulaciones en los medios británicos apuntan a una posible solución a la crisis, que comportaría una retirada militar de las islas Malvinas -en dos semanas-, instalándose una administración provisional con participación de Londres, Buenos Aires y, posiblemente, Washington. Comenzarían después las negociaciones sobre la soberanía de las islas y su estatuto, que habrían de concluir antes de final de año.

Aunque ha renacido un "cauto optimismo" en Londres sobre la misión de Haig, se prosiguen los preparativos militares para recuperar las islas por la fuerza. El Gobiemo británico requisé ayer un nuevo transbordador de una compañia privada, el Nortland, de 19.000 toneladas, que seguramente será utilizado para el transporte de vehículos blindados. Con el Nortland, la Armada británica ha requisado ya veintiséis navíos mercantes para su operación militar de las Malvinas.

En los medios de comunicación británicos se han multiplicado las alusiones a la posibilidad de que Argentina disponga en 1983 de una bomba nuclear. En un reportaje del programa Newsnight, que la BBC mostrará mañana, se alega que un científico nazi retirado, Walter Schnurr, ha ayudado, con el apoyo de Bonn, a los argentinos a construir una planta de plutonio.

La guerra, por el momento., es psicológica, plagada de rumores y contrarrumores. El Ministerio de Defensa británico desmintió ayer que hubiera impuesto una zona de exclusión aérea sobre las islas Malvinas, pues, en contra de lo que ocurre en el terreno marítimo, los británicos no disponen aún de los medios para mantener en vigor tal medida, señaló un portavoz.

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