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Pinochet mantuvo conversaciones secretas en Madrid durante los funerales de Franco para actuar contra la oposición chilena

La represión desencadenada por el régimen militar chileno alcanzó también a los dirigentes de la oposición que se refugiaron en el exterior. Orlando Letelier, que fue embajador en Washington, fue asesinado en 1976; un año antes, en octubre, el presidente de la Democracia Cristiana, Bernardo Leighton, resultó gravemente herido en un atentado perpetrado en Roma; la policía secreta chilena preparó en Madrid un atentado, no consumado, contra el dirigente socialista Carlos Altamirano. Sobre esta caza de brujas, dos norteamericanos, Taylor Branchand y Eugene Propper, fiscal del caso Letelier, han escrito un libro titulado Labyrinth en el que describen cómo el presidente Pinochet aprovechó su asistencia a los funerales de Franco, en noviembre de 1975, para realizar conversaciones secretas con un grupo ultraderchsita europeo con el fin de preparar acciones contra líderes chilenos en el exilio.

Cuando, por vía de las urnas, Salvador Allende llegó a la Presidencia de Chile, en septiembre de 1970, un viento glacial sopló en el despacho oval de la Casa Blanca, por entonces ocupado por el presidente Richard Nixon. "No toleraré la creación de otra Cuba en Latinoamérica", dijo el presidente en privado a sus principales consejeros. Inmediatamente, la CIA (Central de Inteligencia Americana) preparó un vasto plan para desestabilizar el régimen de Allende. De alguna manera contribuyó al golpe militar del 11 de septiembre de 1973, que llevó al general Augusto Pinochet al poder. Comenzó una amplia represión y minuciosa caza de brujas, con asesinatos de líderes chilenos de la oposición refugiados en el exterior, en operaciones encubiertas organizadas por la policía secreta chilena, la DINA.El asesinato de Letelier, junto con su acompañante, la norteamericana Ronni Karpen Moffitt, el 21 de setiembre de 1976,abrió una de las más extraordinarias investigaciones judiciales estadounidenses, creando una viva tensión entre Estados Unidos y Chile, país que nunca accedió a la extradición de los miembros chilenos de la DINA que, ayudados por exiliados cubanos anticastristas y perpetrado por el súbdito norteamericano Michael Townley -juzgado y encarcelado en EE UU-, realizaron el asesinato de Letelier.

El caso Letelier es una "investigación muy controvertida que combina los factores del terrorismo internacional, el espionaje, los asesinatos políticos, la seguridad nacional y la investigación judicial", escribe el norteamericano Taylor Branchand, coautor, junto con el que fue fiscal del caso, Eugene Propper, en un documentado libro titulado Labyrinth.

A lo largo de 610 páginas de un libro que se lee como una novela de aventuras, en este caso tristemente ligadas a la realidad, los autores revelan los pormenores de un affaire que traza, entre otros, las conexiones de la DINA chilena con organizaciones terroristas de extrema derecha en América y Europa.

El libro Labyrinth (Laberinto) explica cómo el general Pinochet, en su afán de elirninar las críticas a la dictadura militar con el asesinato de los líderes de la oposición, mantuvo una entrevista secreta en Madrid, con ocasión de los funerales de Franco, con responsables de la organización de extrema derecha italiana Alfa. Se fraguó un "acuerdo de cooperación" entre la DINA y Alfa para acciones contra los opositores a la dictadura chilena, bajo la batuta del coronel Contreras, principal responsable de la DINA.

Describe también Labyrinth la caza decretada por la DINA contra el socialista chileno Carlos Altamirano. Dos de los agentes de la DINA recibieron la orden de matar a Altamirano, durante la reunión de la Internacional Socialista celebrada en Madrid en 1976.

Las fuertes medidas de seguridad que rodeaban a los líderes participantes (Brandt, Soares, Mitterrand, Foot, Palme, Kreiski, Gonzalez), junto con los guardaespaldas de Altamirano, convirtieron la operación en imposible, a pesar -cita el libro- "de los contactos con la policía española" para localizar la habitación exacta en el hotel donde se alojaba Altamirano. Describen Branch y Propper escenas, casi cómicas, de la persecución de la DINA a Altamirano por el aeropuerto de Madrid, antes de que el socialista chileno regresara a París, donde la DINA perdió su pista, ignorando que fue punto de mira de los agentes de Pinochet en Madrid.

TNT en un molde pastelero

Las investigaciones de Branch y Propper, basadas en la encuesta judicial, que duró varios años, se fundan, sobre todo, en el testimonio directo de Michael Townley, norteamericano residente en Chile, convertido en agente de la DINA. Encarcelado hoy en Quantico, en las cercanías de Washington, Townley explicó a los autores de Labyrinth cómo compró unos moldes de hojalata para pastelería en los almacenes Sears, cercanos a la resldencla de Letelier, en Washington, y cómo fabricó e instaló la bomba de un kilo de TNT que acabó con la vida de Letelier y su acompañante.

Eugene Propper, hoy dedicado a la abogacía civil, dijo al presentar el libro Labyrinth que el Departamento de Estado no reveló al FBI, hasta el cabo de un año, que dos agentes de la DINA se encontraban en Washington días antes del asesinato de Letelier. Hecho que, según Propper, "retrasó las investigaciones".

Fue una información en el diario The Washington Post, bajo la pluma de Bob Woodward, uno de los periodistas que descubrió el escándalo del Watergate, que reveló por primera vez el vínculo de la DINA en el asesinato de Letelier, tras dieciocho meses de infructuosas investigaciones, debido a las falsas pistas, la burocracia y la.,resistencia del Gobierno chileno a facilitar la investigación.

El 1 de agosto de 1978, un tribunal federal indicó que tres miembros chilenos de la DINA, incluido su ex director, y cinco activistas cubanos anticastristas participaron en los preparativos del atentado. Tras complejas negociaciones, Chile accedió a la extradición de Michael Townley, que vio rebajada su condena gracias a las facilidades que dio para la conclusión del caso.

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