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Lingüistas y sociólogos analizan las formas de supervivencia del euskera

Los problemas de la normalización de la forma escrita de la lengua vasca, en una situación determinada por la existencia de diversas modalidades orales de la misma y por las dificultades derivadas de su aislamiento como único vestigio de habla preindoeuropea en un contexto dominado por las lenguas indoeuropeas, fueron algunos de los temas suscitados en el coloquio celebrado anteayer en Bilbao con motivo de la presentación del número especial dedicado por la Revista de Occidente al tema de Problemática y realidad del bilingüismo. También se discutió sobre las cuestiones específicas que plantea la enseñanza del euskera en una sociedad industrial, compleja y bilingüe como la vasca actual.Luis Mitxelena, miembro de número de la Real Academia de la Lengua Vasca y correspondiente de la Española -y que es uno de los colaboradores, junto con Tovar, Zamora Vicente, Vallverdú y González Casanova, entre otros, del nuevo monográfico de la revista fundada por Ortega y Gasset-, abrió el debate con una referencia a la necesidad de sacar todos los temas, incluso los que suscitan las más enconadas polémicas a la luz de la discusión abierta, "única forma", dijo, "de que la racionalidad impere sobre la ofuscación y la irreflexión".

La lengua vasca, contorneada primero por el galo y el celtibérico, y más tarde por las lenguas romances, es una lengua aislada desde el punto de vista genético desde hace al menos 2.000 años. Desde al menos esa fecha es una lengua que, por una parte, no ha dejado de fragmentarse y diferenciarse de manera creciente entre modalidades de habla locales y que, por otra, no ha sido nunca la única usada en el ámbito humano en que ha existido.

Unificar el idioma

Respecto al primer problema, Mitxelena explicó el movimiento surgido en los años cincuenta o sesenta hacia la potenciación de una forma unificada del idioma, que sería su norma para la utilización escrita, como la única respuesta posible a esa fragmentación, que multiplicaba las dificultades del proyecto de recuperación del euskera. La existencia de esa norma común -cuya presencia sería, para empezar, condición necesaria para la introducción del Euskara en la Administración autónoma-, no es contradictoria con el mantenimiento de pronunciaciones peculiares o el empleo de determinados modismos o locuciones locales.El problema que en su día se planteó fue el de determinar cuál de las modalidades particulares preexistentes (vizcaíno, guipuzcoano, labortano, etcétera) debía tomarse como base para la unificación. Tras años de discusiones, la Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia), en unas jornadas abiertas de debate celebradas en 1969 en el santuario de Aránzazu, marcó unos criterios generales de los que resultó la adopción como norma básica de una modalidad navarro-guipuzcoana, con elementos, especialmente en la grafía, del labortano (modalidad propia de Laburdi, en la costa vasco-francesa). Según Mitxelena, el resultante -conocida hoy como euskara batua, es decir, unificado- supone una preferencia por los escritores clásicos, especialmente labortanos, de los siglos XVI y XVII, y en todo caso el repudio explícito de la renovación purista simbolizada por Sabino Arana.

Si bien la polémica sobre la necesidad o no de la unificación persiste hoy, lo cierto es que la suscitada en su día a la hora de determinar las bases de esa unificación carece actualmente de sentido. Y ello porque, de hecho, el batua es el único candidato a permanecer, y, como recordó Mitxelena, "la vida, incluida la de las lenguas, siente horror al vacío".

De todas formas, la unificación es sólo la condición necesaria para la supervivencia del euskera. La condición suficiente sería, según dijo Mitxelena, citando a Sánchez Carrión, que el euskera "encuentre su espacio, su acomodo en una sociedad bilingüe". Que nadie que encuentre "un locus, nicho o hueco al que adaptarse. Es decir, que logremos determinar cuál es el terreno más favorable para que su empleo resulte productivo. Sin pretensiones delirantes, pero sin renunciar tampoco apriorísticamente a objetivos de cierta ambición".

La profesora Karmele Atucha, experta en psicolingüística; los académicos José Luis Lizundia y Alonso Irigoyen, y los profesores de lengua y literatura vasca Eugenia Martín y Juan Luis Goikoetxea aportaron al debate sus conocimientos y experiencias específicos sobre los problemas de la enseñanza práctica de la lengua y las dificultades a que se enfrentan, para desarrollar su labor en una sociedad dominada por los medios de comunicación en castellano y con un sistema educativo en el que el papel del euskera está todavía por definir lo que, por ejemplo, obliga prácticamente a partir de cero cada año en los cursos impartidos en los institutos. Como dijo Goikoetxea, hay miles de niños que se saben de memoria las ocho o diez primeras lecciones de todos los métodos de euskera por las veces que se han visto obligados a estudiarlas al comienzo de cada curso, pero ni una palabra de las lecciones sucesivas.

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