Las tribulaciones de la peseta
LA DEVALUACIÓN del franco belga y de la corona danesa respecto a las demás monedas comunitarias, primero, y la depreciación general de todas las divisas europeas respecto al dólar, después, han aumentado la inquietud y las incertidumbres sobre el futuro de la peseta. ¿Será suficiente la caída del valor de nuestra moneda respecto del dólar para mantener la competitividad de las exportaciones españolas en los mercados europeos? A esta pregunta han respondido de forma radicalmente divergente la Asociación Española de Banca Privada, por un lado, y el Ministerio de Economía y el Banco de España, por otro.La tesis de la Asociación Española de Banca Privada (AEB) es que la peseta se halla sobrevalorada porque, según sus cálculos, la comparación durante los dos últimos años entre el crecimiento -medido en dólares corrientes- de las exportaciones españolas y las de los países industriales mostraría que nuestra economía ha perdido competitividad en los mercados exteriores. Sin embargo, fuentes oficiales niegan la exactitud de estos cálculos, basados al parecer en distorsiones estadísticas de los registros de exportación que, una vez corregidas, alterarían los resultados obtenidos por la AEB. La interpretación del Ministerio de Economía y del Banco de España insiste en que el procedimiento menos inexacto para medir la competitividad internacional es hacerlo en dólares constantes, es decir, en términos reales. Desde este enfoque, las exportaciones españolas han crecido aproximadamente, durante 1981, en un 8%, frente a un 3% de crecimiento real de las exportaciones de los países industriales.
La polémica no es un debate académico, sino que toca un punto neurálgico de la política económica de cualquier país a la hora de combatir los efectos de la crisis. Una economía estancada y con un alto nivel de paro necesita una exportacién dinámica que contribuya a su recuperación. Mientras un tipo de cambio sobrevalorado frenaría esa recuperación a través de un incremento de las exportaciones, un tipo de cambio infravalorado repercutiría rápidamente en los precios interiores; y la mejora inmediata de la tesorería particular de los exportadores no significa de manera automática un incremento, de las exportaciones, objetivo que sólo se consigue a condición de que la inflación no deteriore la competitividad de las empresas
Al igual que otras monedas europeas, la peseta ha registrado los efectos de la apreciación del dólar, disparado hacia las alturas por obra de los elevados tipos de interés de los mercados financieros norteamericanos. Sin embargo no se advierten por el momento en el horizonte señales de alarma complementarias que indiquen una precaria salud de nuestra moneda. Los saldos en pesetas convertibles han crecido desde la primavera y la cotización de la peseta a plazo hace suponer que en los mercados se apuesta a favor de una cierta recuperación -aunque ligera- en el futuro de nuestra moneda frente al dólar. No cabe olvidar, sin embargo, que los propios avatares del dólar y la evolución de los tipos de interés tendrán siempre la última palabra en esta historia.
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