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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Los estudiantes

Ayer por la mañana, en un paraninfo, un aula magna, una cosa, se reunieron quinientos o seiscientos estudiantes para seguir la clase improvisada, colectiva, de aniversario, plural, que allí se dio sobre Alvaro Cunqueiro, en Filología. «Aquí es difícil aparcar por los de Derecho», me dice la estudiante que me lleva, «porque son los más numerosos y porque todos tienen coche».Ya este dato de sociología al aire explica algunas cosas de lo que pasa hoy entre los estudiantes. La facultad de Derecho es la que da más conservadores, y hasta ultras, quizá por mera razón estadística (es la más poblada), quizá por razón genealógica. Los sacerdotes de la ley han de ser necesariamente sacerdotales, conservadores. Pero dice Jesús Vicente Chamorro, en el último Triunfo: «Acaso produzca sorpresa que la jurisdicción militar sea llamada a enjuiciar los hecho que se vislumbraron el 23 de febrero». O sea, que hay profesionales de la ley que son conscientes -la inmensa mayoría, claro- de hasta dónde llega su poder y su responsabilidad social, y muy sensibles al recorte de esas responsabilidades, cuando se produce. César Antonio Molina, gallego y galleguista, explica bien cómo Cunqueiro y la Galicia cultural -revistas y escritores- estuvieron muy presentes en los movimientos de vanguardia de entreguerras. Con esto, el personal debe ir enterándose de que el gallego, como otros idiomas peninsulares, no es un arcaísmo a conservar en la vitrina autonómica, sino algo que siempre ha estado vivo tanto en la calle como en el café intelectual.

A los estudiantes les interesan estas culturas más marginadas que marginales, en sus expresiones y en sus hombres, quizá porque ellos mismos se encuentran marginados y marginales. Anda ahora una encuesta sobre el paro universitario que, en principio, viene a recordarnos que éste es un grave caso nacional, aunque las abrumadoras estadísticas nos hagan ocuparnos más, a periodistas y políticos, del paro obrero. Grave error, porque, como dijera una vez Laín y yo he recordado mucho, «el problema de la universidad es el problema de las clases medias españolas». Y si el paro obrero lleva al marxismo, el paro pequeño burgués lleva casi siempre al fascismo, no lo olvidemos. Pero dice Cunqueiro que había un pueblo con una fuente tenida por milagrosa y un puente romano. Los conservadores atribuían siempre el nacimiento de aquel pueblo al milagro de la fuente, y los racionalistas, los progresistas, los científicos, lo explicaban por la construcción romana del puente, que había permitido el comercio entre las dos orillas y el nacimiento de una comunidad. Los estudiantes gustan de oír esto con su atención semicircular, revuelta, intersexuada y a contraluz. La parábola de Cunqueiro, tan poética, la tienen clara: España, para el inmanentismo, ha nacido de un milagro, de una fuente, de una cosa. Es la España como invento de la derecha. Frente a eso, los verdaderos inventores de la España actual han sido Concepción Arenall, Grande Covián, Marañón, Lafora, Teófilo Hernando, Cajal, el mercantilista Garrigues, Azaña, Besteiro, Ortega y hasta, si se me apura, Adolfo Suárez y Calvo Sotelo (que hicieron o hacen lo que pueden), y a quienes Luis Olarra llama hoy mismo «chulos y tontos», mediante una dialéctica a lo Tejero.

La nueva/vieja sensibilidad está en los poetas jóvenes (aunque el premio Adonais quiera comerciar mecánicamente con eso: Miguel Velasco, el último premiado, es un veneciano que «queda de cretona», un culturalista de plastiqué). Amancio Prada canta a Cunqueiro/poeta con música callada y soledad sonora. Entusiasma. Los estudiantes están siempre en su «arrabal de juventud». Gobierno y partidos salen culpables de que la universidad, hoy, no sea viva, vibrante, transicional, emocional, inaugural y total: progresista.

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